De acuerdo a la Cepal, en 2020 se observó una contundente salida de las mujeres del mercado laboral para dedicarse a tareas del hogar. (ARCHIVO)
Un informe especial de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) señaló que las mujeres latinas enfrentaron un retroceso laboral de más de una década en 2020 como resultado del impacto que tuvo la pandemia por el COVID-19.
De acuerdo al estudio titulado "La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad", la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46 por ciento en 2020, mientras que la de los hombres fue de 69 por ciento. Se calcula, además, que la tasa de desocupación de las mujeres llegó al 12 por ciento el año pasado, porcentaje que se eleva a 22.2 por ciento si se asume la misma tasa de participación de 2019.
Según la Cepal, en 2020 se registró una contundente salida de las mujeres de la fuerza laboral, quienes por tener que atender la demanda de cuidados del hogar no retomaron la búsqueda de un empleo.
El organismo regional de las Naciones Unidas estima que alrededor de 118 millones de mujeres latinoamericanas se encontrarían en situación de pobreza, es decir, 23 millones más que en 2019.
En el informe presentado por Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, se informa que el PIB regional cayó 7.7 por ciento en 2020, lo cual ha impactado en el empleo y por consecuencia en los ingresos de los hogares.
MEXICANAS, CON LA MENOR PARTICIPACIÓN
Según el diagnóstico de la Cepal, las mexicanas son las que tienen menor participación en el mercado laboral, con un 35.3 por ciento, frente a un 61 por ciento de los hombres.
Les siguen las peruanas, con una participación de 36.1 por ciento. Mientras que las mujeres en Paraguay muestran una participación del 52.6 por ciento.
Alicia Bárcena en videoconferencia señaló que las mujeres latinoamericanas son parte crucial en la primera línea de respuesta a la pandemia. Un 72 por ciento de las personas empleadas en el sector salud son mujeres, las cuales han tenido que enfrentar condiciones laborales extremas, con extensas jornadas de trabajo que se suman al mayor riesgo de su salud personal y familiar. Aun en este contexto, continúa Bárcena, persiste la discriminación salarial, pues los ingresos laborales de las mujeres que trabajan en el ámbito de salud son 23.7 por ciento inferiores a los de los hombres.
Además, señaló, el trabajo doméstico remunerado, que se realiza con alta precarización y sin la posibilidad de que se realice de forma remota, ha sido uno de los sectores más golpeados.
