En la avenida Allende, a unos metros del cerro de La Pila en Gómez Palacio, un domicilio resguarda un sinfín de obras elaboradas a partir del arte y la fe. Dentro de ese hogar, Susana García y Humberto Aguilera se toman un momento para compartir el testimonio de su oficio, el cual consiste en realizar cuadros en tercera dimensión.
Allí, don Humberto rememora en su historia y recuerda que a la edad de 11 años, le nació el instinto de crear naves espaciales utilizando bulbos con los que trabajaba su padre. Recuerda que ayudaba a su progenitor para realizar diseño de lámparas de mármol y se percató de su talento para el dibujo. La pintura al óleo fue un camino que divisó más adelante. La mezcla de estas artes le darían el temple para consolidar un negocio que alimentaría su alma.
La pareja narra que historia de su proyecto se remonta más de una década atrás, cuando por primera vez el matrimonio se enfrentó al problema del desempleo. Ante la crisis, el emprendimiento dio la única respuesta. Don Humberto, quien desde pequeño sintió atracción por la pintura y las manualidades, tuvo la idea de realizar una imagen revestida de la Virgen de Guadalupe para los festejos del 12 de diciembre. Ante la calidad de la obra, doña Susana lo instó para confeccionar más cuadros parecidos.
A raíz de una rifa, aquel cuadro de la Virgen de Guadalupe fue la ventana por la cual conocieron a sus primeros clientes. Con el paso del tiempo, don Humberto mejoró su técnica y doña Susana se enfocó en multiplicar las ventas y enviar pedidos a lugares de todo México, Estados Unidos y Canadá.
"Gracias a Dios, impactan mucho, porque dicen que se ven muy reales. Eso es lo que gusta de estas imágenes", comenta doña Susana.
El procedimiento para realizar estas obras consiste en tener una imagen religiosa, que puede ser elegida por ellos o por sus clientes mediante un catálogo. Se trabaja con cromos e imágenes impresas que son recortadas, luego son pegadas en una superficie rígida y se les da un acabado de barniz para que no se deteriore con el paso del tiempo.
El siguiente paso consiste en revestir la obra. Se utiliza tela y se diseñan los cortes que empleará la figura (túnicas, mantos, etcétera). Luego se hace el cajón y se pinta el fondo al óleo (en caso de ser necesario). Tras secar, se monta la imagen. También se pueden añadir detalles según el entorno contemplado, como pasto, hierbas, piedras, muebles, tejas, etcétera. Incluso, si se requiere, puede llevar iluminación.
"La satisfacción que hemos tenido con estos cuadros no se mide con palabras. Es muy grande porque nos da la satisfacción de saber que en muchas casas hay un cuadro de nosotros, y que ese cuadro no representa nada más un cuadro, sino que cuando se compró fue porque se sentía la necesidad de un espacio espiritual dentro de esa casa. Y eso es lo que cada uno de estos cuadros representa: tener un espacio espiritual que te llene ese vacío existencial que tienes", comparte don Humberto.
El matrimonio afirma que cada uno de sus cuadros es único, pues no han fabricado dos iguales. Son obras hechas especialmente para quien las pide. Los santos que confeccionan van desde San Judas Tadeo, pasando por la Virgen de San Juan, incluso el papa Juan Pablo II.
Antes de la pandemia, don Humberto y doña Susana gustaban de salir a puntos específicos para exponer algunos de sus cuadros y así ser reconocidos por la ciudadanía. Tras la contingencia, esta estrategia ya no fue viable y empezaron a mover sus obras gracias a las redes sociales.
A raíz de un registro de clientes, doña Susana realizó llamadas telefónicas para ofrecer sus cuadros. Gracias a eso, sus clientes han podido sostener el negocio a través de las recomendaciones que hacen con otras personas.
Por último, ante la situación actual, hacen un llamado para mantener la fe y apoyar a artesanos locales como ellos.
Equipo. Susana García y Humberto Aguilera trabajan juntos para crear estos singulares cuadros.
