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Adolescentes en La Laguna viven un distinto regreso a clases

Fue la primera vez que Leonardo y Andrea atendieron sus clases en pijama

Leonardo prepara su equipo y espera las indicaciones para conectarse a una de sus clases en línea. (CORTESÍA)

Leonardo prepara su equipo y espera las indicaciones para conectarse a una de sus clases en línea. (CORTESÍA)

FABIOLA P. CANEDO

Fue la primera vez que Leonardo y Andrea atendieron sus clases en pijama. Desde las 7 de la mañana, los estudiantes se conectaron al internet en sus teléfonos móviles para escuchar las clases en vivo de sus profesores, que arrancaron esta semana, tras un mes de aislamiento por la pandemia del COVID-19.

Leonardo, de 14 años, cursa el segundo año de secundaria y Andrea, de 17, el tercero de preparatoria, en la Escuela Carlos Pereyra. Andrea despertó desde las 6 de la mañana por los nervios de que todo saliera bien, porque la última vez que tuvo clases en línea, antes de las vacaciones de Semana Santa, presentó exámenes y justo unos minutos antes de terminar se le cerró la plataforma.

Su madre, Luz María Galindo, señala que desde que se suspendieron las clases por la pandemia, hace un mes, se vieron en la necesidad de contratar un segundo módem porque uno no se daba abasto cuando los dos menores se conectaban, un problema que ha sido recurrente en este sector, donde los vecinos se quejan continuamente de que se cae el servicio.

"Son cerca de 700 pesos lo que pagamos, no lo teníamos contemplado pero no nos había pasado esto de que tuvieran que estar los dos conectados con clases, fue difícil y nos hemos estado adaptando, los maestros también han tenido que ser flexibles", comenta, "a mí me pone de nervios que se les vaya la luz o algo porque están en línea, de repente se me olvida, estoy haciendo ruido y ellos en sus clases, tienen mucha tarea, muchos trabajos".

Para el par de adolescentes, el encierro ha sido muy distinto, por sus personalidades opuestas. Mientras Leonardo puede pasar la tarde jugando videojuegos con sus amigos en línea, Andrea extraña salir a pasear. Su mamá les recomienda mantenerse activos y hacer ejercicio en casa, pues admite que últimamente se han excedido en la comida, como parte de la ansiedad que genera el confinamiento.

"Hubo un momento en que dormían todo el día, despertaban para comer nada más, hubo un desajuste de horarios pero nos hemos ido organizando", dice Luz María.

Los jóvenes y su madre tienen un mes confinados, solo el padre sale a trabajar, pues es médico de la clínica 46 del IMSS. En este sentido, los adolescentes están conscientes del riesgo que implica el coronavirus y están al tanto de los protocolos de higiene y sanitización que se siguen en casa cuando llega su papá, como la desinfección de su ropa, zapatos, maletín.

La colegiatura en la Escuela Carlos Pereyra cuenta con un descuento a partir de este mes para apoyar la economía de los padres de familia, dado que las clases no pueden ser presenciales por la emergencia sanitaria. También se eliminaron cuotas de penalización y se dio todo el mes de plazo para el pago, cuando normalmente eran 15 días. Además, se dieron facilidades para realizar transferencia bancaria para que no tengan que acudir al banco, por las limitaciones que hay del servicio.

ASESORÍA

La comunicación de los profesores ha sido directamente con los estudiantes y de forma constante, ya sea mediante el correo electrónico, vía WhatsApp y con las clases virtuales que se reanudaron este lunes, por lo que la mamá no ha tenido necesidad de intervenir y su preocupación principal ha sido procurar que el servicio de internet opere al 100 por ciento. "Trato de darles las herramientas a ellos para que sea lo más liviano posible para cada uno, tratar de que no se estresen de más", dice.

Luz María era maestra en una escuela pública, recuerda que cerca del 80 a 90 por ciento de sus alumnos no tenían internet en su casa, por lo que se conectaban en la red de la escuela. Y aunque todos tenían teléfono celular, solo la mitad tenía computadora, por lo que cualquier tarea implicaba que los estudiantes acudieran a un café internet.

"Es muy complicado ahorita, lo más recomendable es no salir pero hay mucha gente que necesita hacerlo para comer, es muy difícil, solo espero que esto pase lo más pronto posible, que ya se acabe", comenta.

Andrea espera que una vez terminado el periodo de confinamiento, su generación pueda tener fiesta de graduación, pero su mamá lo ve complicado porque son 300 alumnos y ello implicaría una fiesta masiva.

"Jamás nos imaginamos que pudiera ocurrir algo así, son cambios muy bruscos, el no poder salir, todo por medio del internet, mis hijos ya están más conscientes, tienen otra forma de pensar, de ver, de sentir, si tienen dudas preguntan o investigan", comenta Luz María. Leonardo dice que la próxima semana tendrán que habilitar la cámara, por lo que no habrá más clases en pijama.

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