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El virus que casi arrasó a La Laguna

La República Mexicana vivió hace poco más de 100 años una situación similar a la del COVID-19

Fotografía del Vacunógeno Municipal, lugar que posteriormente se convirtió en el Hospital Municipal de Torreón, el cual estuvo a cargo del reconocido doctor Samuel Silva. (CORTESÍA)

Fotografía del Vacunógeno Municipal, lugar que posteriormente se convirtió en el Hospital Municipal de Torreón, el cual estuvo a cargo del reconocido doctor Samuel Silva. (CORTESÍA)

ROBERTO ITURRIAGA

Alejandra usa cubrebocas, guantes y no pierde oportunidad para repartir gel antibacterial entre los clientes desde hace dos semanas. La joven trabaja desde hace un año en una tienda de venta de frituras y dulces en el sector Alianza de Torreón, sabe que en este 2020 se está viviendo una pandemia por el llamado coronavirus, pero asegura que sus efectos aún no se han dejado sentir en la ciudad, "seguimos trabajando normal, con más limpieza, pero aquí tenemos que sacar para comer diario", afirma la mujer.

La joven empleada admite que las ventas han bajado desde que las autoridades ordenaron cancelar eventos masivos y realizar resguardo sanitario desde la semana antepasada, pero afirma que no teme por su vida, confía en "salir adelante" de la crisis.

El ánimo de Alejandra sería muy diferente al de una persona de Torreón a finales de 1918. Precisamente el Mercado Alianza es uno de los pocos lugares en activo que quedan como testigos de una tragedia. En aquel entonces otro virus estuvo a punto de arrasar con la Comarca Lagunera: la llamada "influenza española", una enfermedad que acabó con familias enteras, paralizó la economía y generó pánico entre la población, especialmente la de escasos recursos.

PUNTO ESTRATÉGICO

Desde el estallido de la Revolución Mexicana en 1910, la región Lagunera se convirtió en uno de los puntos estratégicos de control político y económico del país. Para bien y para mal, las ciudades de La Laguna fueron objeto de deseo de militares y personajes destacados de la política, especialmente Torreón.

Luego de una época de batallas, saqueos, hambrunas y matanzas, la ciudad se preparaba para resurgir a base del trabajo de las diversas etnias presentes desde su fundación: chinos, ingleses, alemanes, franceses, libaneses y españoles. Se generaron nuevos comercios, empresas y empleos que poco a poco elevaron la calidad de vida de los habitantes de la región entera; para el año de 1917 surgieron nombres de destacados empresarios, como Filemón Garza, Salvador Valencia, Julio Castrillón de la Ibarra, Aurelio Anaya, Celso Garza González y José Figueroa, entre otros.

Se formaron nuevos grupos de cooperación comercial, agrícola y de servicios, además vieron la luz instituciones como la Cámara Nacional Agrícola en La Laguna, el Círculo Lagunero, la Asociación Mercantil Lagunera y el Club del Casino de La Laguna. Bancos como el Nacional, Coahuila, Londres y México mejoraban su accionar conforme pasaban los meses de 1917, la gente comenzaba a tener mejores ingresos por primera vez en muchos años.

Mercados como La Alianza, Juárez, el Villa y el comercio en general daban cuenta del nuevo pulso de la ciudad, misma que ya contaba con carpas de espectáculos, cines, etcétera.

La dinámica en Torreón parecía destinada a detonar por fin luego de la inestabilidad que representó la Revolución para las familias de la ciudad. En aquel entonces se tenía al frente de la presidencia municipal al profesor Ramón Méndez, quien al ver las condiciones sociales adecuadas promovió, junto con sus funcionarios estatales, la realización de elecciones para renovar el Ayuntamiento de cara a 1918. El optimismo llegó de la mano del nuevo alcalde, el general Celso Castro, un militar reconocido entre la población, quien contaba con gran reputación debido a su capacidad de apoyarse en la iniciativa privada y la sociedad civil.

Así pues, su Gobierno inició con una apuesta importante en la regularización de los servicios públicos, las mejoras en la infraestructura y el ordenamiento social. Con el paso de los primeros meses del año parecía que la ciudad entraba en una nueva etapa de desarrollo general, hasta que llegó el mes de octubre.

GRIPE ESPAÑOLA

No existe un registro oficial del primer caso de influenza o gripe española en Torreón, pero algunos testimonios indican que fue el día 3 de octubre de 1918 cuando se comenzaron a brindar servicios de salud en la ciudad por ese padecimiento. Entre los síntomas se encontraban el dolor de cabeza y de cuerpo, fatiga, fiebre y tos. Su mortalidad en México y en el mundo fue especialmente alta debido a que ni siquiera existían protocolos de sanitización y los esquemas de atención hospitalaria eran insuficientes.

En Torreón no fue la excepción, de tal forma que para el día 7 de octubre los casos ya se contaban en cientos, afectando por igual a jóvenes, mujeres, niños y personas de la tercera edad; los más afectados fueron los habitantes de las rancherías y zonas rurales, entre quienes el virus proliferó debido al poco acceso que tenían de agua potable, sanitarios y áreas higiénicas para alimentarse, dormir, etcétera.

AL RESCATE

Fue el día 9 de octubre que el alcalde Celso Castro y la Cámara Nacional de Comercio convocaron a una reunión de emergencia en el extinto Cine Pathé (Morelos y Cepeda). Ahí se autorizó la creación de un comité de acción con naturaleza de "dictadura sanitaria", misma a la que se le dotaron de todos los poderes económicos, de uso de la fuerza y logística para combatir la pandemia.

En aquellos momentos los cuerpos de personas sin vida eran comunes sobre los carros tirados por animales, carretas y carretillas. A los pocos días el panteón municipal se comenzó a ver rebasado en su capacidad, lo que provocó que las personas determinaran enterrar a sus difuntos en áreas despobladas, dificultando así un registro certero de víctimas.

Empresarios, comunidades y actores políticos realizaron donativos de urgencia para tratar de dotar de herramientas al Comité de Sanidad, mismo del que se hizo cargo el reconocido doctor Samuel Silva, quien se valió del Vacunógeno Municipal para fortalecer su estrategia de atención médica; posteriormente ese lugar se transformó en el Hospital Municipal. También se determinó cerrar escuelas, iglesias, centros sociales, cantinas y otros espacios.

Eduardo Guerra, uno de los principales historiadores de Torreón, pudo incluso registrar los donativos que hicieron personajes de la época para tratar de parar los estragos del virus. Se reunieron en aquel entonces 17 mil 136 pesos con 4 centavos para la compra de insumos, herramientas y medicinas. La estrategia funcionó, pero ya era tarde, las víctimas mortales eran ya incontables para ese momento.

ENTRE LA INCREDULIDAD Y LA IGNORANCIA

Gran parte de la población en los barrios de escasos recursos, a pesar de la muerte y los estragos visibles en las calles, se mantenía con incredulidad respecto al virus, incluso se difundían versiones falsas sobre posibles curas; la más popular era el consumo de tequila con gotas de limón.

Tal fue la aceptación de esa creencia entre la población que desde la primera semana de octubre y hasta bien entrado noviembre de 1918 se registraron ventas hasta por 10 mil cajas de dicha bebida, según registros de marcas tequileras en la región.

Fue el constante trabajo de personal médico y enfermería, bajo la coordinación de Samuel Silva, así como el apoyo de políticos, empresarios y otros personajes, lo que finalmente pudo bajar el registro de casos del virus en Torreón. Para finales de noviembre se reportaban menos contagios, pero hasta diciembre se pudo dar por terminada la contingencia sanitaria de manera oficial.

Los saldos fueron catastróficos, se hizo una estimación de alrededor de mil personas fallecidas a causa de la influenza española, pero otras fuentes situaron ese número posteriormente desde los 2,600 hasta los 25 mil en toda la Comarca Lagunera. La cifra exacta quedó perdida en el tiempo, familias enteras murieron sin posibilidad de dar mayores testimonios.

Bajo la tierra quedaron así los cuerpos de habitantes de Torreón que sufrieron en 1918 los efectos de un virus desconocido, de origen extranjero y que paralizó por meses la vida social y económica de la región, dejando así un episodio de aprendizaje para las generaciones futuras, uno de reflexión sobre los peores escenarios posibles ante la pandemia.

Ante la pandemia que se registraba en la ciudad, el Sanatario Silva abrió sus puertas para atender a los pacientes contagiados por el virus. (CORTESÍA)
Ante la pandemia que se registraba en la ciudad, el Sanatario Silva abrió sus puertas para atender a los pacientes contagiados por el virus. (CORTESÍA)

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