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NADA ES PARA SIEMPRE

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DRA. LILIANA ACUÑA CEPEDA

Frase fuerte, realmente es ¿la vida?, ¿el amor?, ¿la amistad?, ¿el tiempo? Si discutimos el tema, estoy segura de que habría comentarios diversos. El año termino, e iniciamos 2020, sucesos difíciles que con el tiempo pasan. En el caso particular de mi profesión, los órganos dentarios si pudieran ser para siempre, y si pudiéramos terminar nuestra vida con ellos, sería necesario tener muchísimos cuidados, de salud, de calidad de vida, nutrición, ejercicio, hábitos para funcionales, hábitos diarios. Este tema seguiré tratándolo. Solo que para inicio de año me encuentro un poema hermoso.

Yo lo pregunto

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:

¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?

Nada es para siempre en la tierra:

Sólo un poco aquí.

Aunque sea de jade se quiebra,

Aunque sea de oro se rompe,

Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.

No para siempre en la tierra:

Sólo un poco aquí.

Percibo lo secreto…

Percibo lo secreto, lo oculto:

¡Oh vosotros señores!

Así somos, somos mortales,

De cuatro en cuatro nosotros los hombres,

Todos habremos de irnos,

Todos habremos de morir en la tierra…

Nadie en jade,

Nadie en oro se convertirá:

En la tierra quedará guardado

Todos nos iremos

Allá, de igual modo.

Nadie quedará,

Conjuntamente habrá que perecer,

Nosotros iremos así a su casa.

Como una pintura

Nos iremos borrando.

Como una flor,

Nos iremos secando

Aquí sobre la tierra.

Como vestidura de plumaje de ave zacuán,

De la preciosa ave de cuello de hule,

Nos iremos acabando

Nos vamos a su casa.

Se acercó aquí

Hace giros la tristeza

De los que en su interior viven…

Meditadlo, señores,

Águilas y tigres,

Aunque fuerais de jade,

Aunque allá iréis,

Al lugar de los descarnados…

Tendremos que desaparecer

Nadie habrá de quedar.

Lo comprende mi corazón

Por fin lo comprende mi corazón:

Escucho un canto,

Contemplo una flor:

¡Ojalá no se marchiten!

Alegraos

Alegraos con las flores que embriagan,

las que están en nuestras manos.

Que sean puestos ya

los collares de flores.

Nuestras flores del tiempo de lluvia,

fragantes flores,

abren ya sus corolas.

Por allí anda el ave,

parlotea y canta,

viene a conocer la casa del dios.

Sólo con nuestras flores

nos alegramos.

Sólo con nuestros cantos

perece vuestra tristeza.

Oh señores, con esto,

vuestro disgusto de disipa.

Las inventa el dador de la vida,

las ha hecho descender

el inventor de sí mismo,

flores placenteras,

con ellas vuestro disgusto se disipa.

No acabarán mis flores

No acabarán mis flores,

No cesarán mis cantos.

Yo cantor los elevo,

Se reparten, se esparcen.

Aun cuando las flores

Se marchitan y amarillecen,

Serán llevadas allá,

Al interior de la casa

Del ave de plumas de oro.

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