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Stephen King

Eso: personificación del mal

Investigador estudia las raíces bioculturales del horror en la ficción, como la cinta It

Miedo. El presonaje de Pennywise representa los temores. (IMBO)

Miedo. El presonaje de Pennywise representa los temores. (IMBO)

AGENCIAS

Los años han pasado fuera y 27 dentro de la pantalla del cine y en el pueblo de Derry desde el último avistamiento de Eso, que nos mostró que el mal tiene la cara de un payaso y el poder de materializar los terrores de la infancia, que no por eso dejan de tener su utilidad cuando nuestra vida está en juego.

Si no todos los miembros del Club de los Perdedores se encuentran aún listos para enfrentar de nuevo al payaso peligroso y tenebroso, nosotros podremos plantar cara a el mal en esta cinta -o al menos explicarlo- gracias a Mathias Clasen, investigador de la Universidad de Arhus, en Dinamarca, quien estudia las raíces bioculturales del horror en la ficción. A pesar de que, como dice Clasen que afirman los sociólogos, fuera de las ya incontables cintas de terror en las que el monstruo en turno es "el mal" encarnado, atribuir a una criatura intenciones netamente malévolas -así sea Lucifer, el Portador de la Luz que, irónicamente, es el Príncipe de las Tinieblas- porque es la única razón de su existencia, es sólo el reflejo de la necesidad psicológica que cada uno de nosotros tenemos de deshumanizar a quienes -correctamente o no- culpamos de actuar en perjuicio nuestro para así iniciar la cacería de brujas en su contra con la conciencia tranquila y sin remordimientos, toda vez que asumimos que la superioridad moral está de nuestro lado.

PERSONIFICACIÓN DEL MIEDO

Cuando el mal encarna en un payaso asesino, si disfrutamos extasiados cada vez que Beverly, Bill y los otros perdedores lo golpean y consiguen lastimarlo, eso significa que, por más sobrenatural que Eso sea, este ser producto del diseño inteligente de Stephen King ha triunfado en su personificación de algunos de los miedos, ansiedades y aversiones más comunes en nuestra especie, resultado de adaptaciones que, por selección natural, han mejorado nuestras posibilidades de supervivencia decenas y cientos de miles de años antes de la invención del cine.

Los psicólogos evolucionistas consideran que, junto con millones de otras especies, cada homo sapiens nace con una tendencia a adoptar con gran rapidez y sin mucho esfuerzo el miedo a objetos, situaciones, otras especies, o individuos de la nuestra, que representaron un peligro para la supervivencia de nuestros ancestros.

LA FASCINACIÓN POR LO HORRIBLE

Desde el ángulo de la psicología evolucionista, Clasen enlista las razones por la que nos fascina Pennywise:

La primera de ellas es que Eso es uno de los seres más horripilantes de la Tierra, pues los payasos ocultan detrás del maquillaje sus expresiones faciales, por lo que es imposible saber su estado emocional y sus intenciones, a lo que hay que añadir su comportamiento impredecible.

Por si no fuera suficiente, Eso tiene garras y dientes aserrados más propios de un tiburón que de un bufón.

No hay nada en el personaje de Pennywise que pueda humanizarlo.

Clasen considera que, de conocer qué lo motiva a matar niños y a comérselos, si por un instante pudiésemos ver el mundo con sus ojos burlescos, tal vez podríamos entender qué tiene de especial su frase favorita ("¡flotarás!"), si, por ejemplo, en su infancia tuvo una experiencia traumática en un circo o si su sistema digestivo está superespecializado en cachorros humanos por ser extraterrestre (a diferencia de Superman, llegó a este planeta en un meteorito y no en una nave espacial), y ya no nos parecería aborrecible.

Junto con la existencia de padres negligentes y abusadores y grupos de bullies pendencieros, la amenaza de Eso provoca en los miembros del Club de los Perdedores conductas prosociales de ayuda mutua y amistad y valores que reflejan los que favorecieron la sobrevivencia de todo grupo social humano desde la prehistoria hasta los tiempos de la ficción fílmica.

Clasen considera que gran parte del éxito de la historia de Stephen King es que, al no haber nada que redima a Eso, Pennywise se aproxima mucho a nuestra idea del mal absoluto que sólo es posible erradicar cuando los adultos lo combaten con la inocencia propia de los niños (o, al menos, nuestra idealización de ella).

Exterminar a Eso se vuelve una alegoría del triunfo del bien. Pero que esto pase en Eso es algo que tendremos que ver con nuestros propios ojos.

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