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Flores Mexicanas, de Alfredo Ramos Martínez

Flores Mexicanas no es una obra representativa del característico estilo modernista de Ramos Martínez, sino una muestra del conocimiento que tenía de las tendencias artísticas de toda Europa y las Américas. (EFE)

Flores Mexicanas no es una obra representativa del característico estilo modernista de Ramos Martínez, sino una muestra del conocimiento que tenía de las tendencias artísticas de toda Europa y las Américas. (EFE)

AGENCIAS-EL SIGLO DE TORREÓN

Realizada por el pintor modernista mexicano Alfredo Ramos Martínez (1871-1946), Flores Mexicanas es la obra de la semana elegida para dar gusto a los amantes del arte y para quienes buscan ampliar su conocimiento cultural.

La pieza fue noticia recientemente luego de que el Museo Histórico de Missouri inaugurara una muestra que la expone por primera vez en 80 años.

La pintura de grandes dimensiones implicó al artista más de 15 años para poder culminar una obra que en 1929 el Gobierno de México entregó como regalo de bodas al pionero de la aviación Charles Lindbergh, y a su prometida, Anne Morrow, hija del embajador de Estados Unidos en ese país, Dwight Morrow.

Lindbergh, que dos años antes realizó un vuelo transatlántico de 33 horas y sin escalas entre Nueva York y París a bordo del "Espíritu de San Luis", era embajador de buena voluntad de su país y como tal fue invitado por Morrow a México, donde conoció a Anne.

Siete meses después de aquel vuelo transatlántico, Lindbergh voló sin escalas entre las capitales de EUA y México, donde fue recibido por una multitud, paseado en desfiles por calles cubiertas de flores y recibido por el presidente mexicano Plutarco Elías Calles.

La visita, además de promocionar a la incipiente aviación comercial, tuvo su connotación política, porque Morrow buscaba suavizar las tensas relaciones que tenían entonces los dos países.

"Pero también resultó en una gran historia de amor", que es lo que busca recrear la muestra, declaró a Efe la presidenta del museo, Francis Levine, sobre la exhibición del cuadro, que se mantendrá hasta el 2 de septiembre.

Señaló que detrás de la pintura hay "una historia fascinante", que abarca el momento en que la pareja se conoció en México, su boda, la vida que tuvieron juntos y el papel que jugaron los Lindbergh como embajadores extraoficiales de Estados Unidos.

La boda se realizó en 1929, y el entonces presidente de México, Emilio Portes Gil, le obsequió Flores Mexicanas, la obra que le había demandado más de 15 años de trabajo a Ramos Martínez.

Los Lindbergh luego obsequiaron el cuadro a la Sociedad Histórica de Missouri, junto a muchos de los regalos y premios que recibieron a lo largo de los años, para que los preservaran, dijo Levine.

Levine descubrió Flores Mexicanas, de 9 por 12 pies (2.74 por 3.66 metros), cuando asumió la Presidencia hace cinco años y recorría las colecciones en los almacenes del museo.

La obra es la de mayor tamaño de la institución y de "una belleza que me dejó sin aliento", dijo la presidenta, ante lo que decidió que debía ser compartida con el público por tratarse además de "uno de los grandes tesoros del arte mexicoamericano".

El autor, Ramos Martínez, era un pintor modernista y famoso por pintar objetos y escenas ordinarias usando representaciones inesperadas de la vida contemporánea.

Como director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, fue instrumental en el establecimiento de escuelas al aire libre, donde se fomentaba a que los estudiantes reimaginaran la vida cotidiana.

Flores Mexicanas no es una obra representativa del característico estilo modernista de Ramos Martínez, sino una muestra del conocimiento que tenía de las tendencias artísticas de toda Europa y las Américas.

Fue, además, el último trabajo que completó en México antes de trasladarse a la ciudad californiana de Los Ángeles en 1929.

Según el museo, el autor quiso crear una obra maestra que reflejara las diversas etnias de México, usando el estilo de los grandes maestros europeos.

Se cree que las cuatro mujeres que aparecen en la pintura representan las principales tradiciones culturales de México durante la década de 1920: la mujer indígena, la mujer mestiza, la mujer española y la mujer americana.

En cuanto al simbolismo de las flores, la campana representa a los espíritus ancestrales y el renacimiento espiritual; las glicinias a la exploración creativa, la espontaneidad y una advertencia en contra de la obsesión, señala la institución.

El cuadro, que permaneció durante décadas en los almacenes de la Sociedad Histórica de Missouri, pasó por un laborioso proceso de conservación que duró dos años y consumió la mayor parte de los 150,000 dólares aportados por patrocinadores privados de la muestra.

Antes de poner a Flores Mexicanas en exhibición, los expertos en conservación determinaron que la obra tenía que ser cuidadosamente limpiada y reforzada para asegurar que se pudiera colgar sin peligro en una galería.

Antes de desmontar el marco, se realizaron radiografías para analizar su construcción y esto reveló una sorpresa: bajo las capas de pintura había otra figura femenina oculta en el lienzo.

Nadie sabe con certeza si Ramos Martínez simplemente decidió pintarle por encima a esta figura o si la cambió de lugar en el lienzo.

Además del cuadro, la muestra incluye una sección dedicada a las relaciones entre Estados Unidos México en el Siglo XX y también exhibe 20 artefactos que pertenecieron a los Lindbergh, como un quemador de incienso azteca que les regaló en su boda el antropólogo mexicano Manuel Gamio (1883-1960).

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Flores Mexicanas no es una obra representativa del característico estilo modernista de Ramos Martínez, sino una muestra del conocimiento que tenía de las tendencias artísticas de toda Europa y las Américas. (EFE)

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