Burno Marioni y Diego Armando Maradona, los técnicos.
Pasaron más de 30 años para que los Pumas de la UNAM regresaran a unas semifinales de Copa. Victoria universitaria (3-0) ayer que, más allá del mérito propio, se debió en gran medida al regalo concedido por unos Dorados de Sinaloa cuyo mayor atractivo estuvo en la zona técnica, con Diego Armando Maradona.
"Si pudiera meterme en el cuerpo de mis jugadores, lo haría, para ganar", fueron las palabras que Maradona soltó previo al cotejo y que seguramente retumbaron en reiteradas ocasiones mientras veía, desde el banquillo, a sus jugadores morirse de nada.
Con poco. El estado físico del "Pelusa" le impidió pararse a gritar indicaciones. Lucía resignado y, posiblemente dormido en los recuerdos de aquellos juegos que disputó en este mismo escenario, pero con la camiseta de Argentina en el Mundial de 1986, en el que se proclamó campeón del mundo.
Los Pumas estaban más que obligados a superar a una escuadra del Ascenso y en una competición en la que han quedado a deber desde su instauración, porque no llegaban a la antesala de la final desde la temporada 1987-88.
El marcador se abrió por un tremendo error de la zaga visitante (18'), y que condicionó los ánimos de ambas escuadras. En un recentro de Felipe Mora, Luis Jeréz se hincó y trató de controlar el balón con el pecho, pero mandó el balón a su propia red, mientras que el guardameta Gaspar Servio se quedó impávido.
Débil reacción del cuadro sinaloense. No había pista del gesto motivador de Maradona, quien se quedó clavado en la profundidad de su asiento, incluso, hasta en la recta final de la eliminatoria directa que el Gran Pez dio por perdida desde temprano.
Los Pumas de Marioni, que esperarán al ganador de la serie Veracruz-FC Juárez, no querían una noche sin decoro. Arrancaron dudas con una contundente reacción sobre la portería rival, con anotaciones de Juan Iturbe (77') y Felipe Mora (44'), para sentenciar la llave por 3-0 y no darle todo el crédito a la sosa visita de Maradona.
