Se concluyó que falló tanto la tripulación como el responsable de la Torre de Control.
Casi siete meses después del accidente del 31 de julio de 2018, en el que un avión de Aeroméxico con más de 100 pasajeros se desplomó en el aeropuerto de Durango, el informe final de dicho siniestro, reveló que ni el Comandante de la aeronave ni el controlador de la Torre de Control prestaron atención plena a las condiciones climáticas.
Según el documento, las evidencias captadas por la grabadora de voz y los testimonios, indican que hubo una "pérdida de conciencia respecto a las condiciones que había fuera de la cabina".
Esto porque el Comandante del vuelo, sin estar capacitado como instructor, permitió a un piloto en formación hacerse cargo de la aeronave, en un procedimiento no permitido, y al concentrarse en su supervisión, disminuyó su atención al exterior del avión.
Por su parte, el responsable de la Torre debió advertir cambios meteorológicos y apegarse a un procedimiento que pudo evitar el accidente.
Tras los resultados, se emitieron 24 recomendaciones, mismas que deberán cumplirse en distintos plazos.
