Los jugadores del Toluca festejan el segundo gol de su equipo. (Jam Media)
Edson Puch no tenía una sola razón válida para reclamarle al árbitro, Marco Antonio Ortiz, y se ganó una expulsión que mermó las aspiraciones del Querétaro para tratar de rescatar un partido que todavía tenía mucho, pero mucho de qué escribir. Pero el berrinche del chileno tras una jugada intrascendente dejó a los Gallos Blancos, que ya de por sí lo perdían por uno, en total desventaja y ni los ajustes del técnico Rafael Puente, evitaron la goleada de 4-0 frente al Toluca.
Del otro lado, Hernán Cristante tuvo un fin de semana tranquilo, como hacía mucho no disfrutaba. Si acaso, los visitantes aguantaron los 20 minutos del primer tiempo que restaron después de la expulsión de Puch, pero el descanso, que suponía servir para acomodar el reguero que dejó el andino, simplemente fue una pausa para lo que vendría después.
Los Diablos Rojos, que entre sus múltiples ausencias no contaban de nueva cuenta con Rubens Sambueza por la expulsión de una jornada atrás ante el Atlas, lo ganaban desde el minuto 13 con un gran gol de Luis Ángel Mendoza. El Querétaro casi lo empareja en un par de opciones, pero pudo más la rebeldía mal entendida de Edson Puch, y el complemento se convirtió, entonces, en una fiesta en el infierno para los mexiquenses.
El andino fue por el aire a buscar el balón con Alfredo Talavera. Obvio, no llegó, marcaron falta y se enojó. Reclamó y le sacaron la amarillo, volvió a reclamar, esta vez con insultos y le volvieron a mostrar la de amonestación, pero con un pilón: la roja de la expulsión.
Los goles llegaron en racimo de ocho minutos: Osvaldo González (52'); otra vez Mendoza (58') y Alexis Vega (60') derribaron el castillo que se había construido el Querétaro una semana antes al derrotar al Cruz Azul en La Corregidora.
