El hombre de hierro

Ricardo Carreón es un atleta que a sus 28 años ha participado en distintas competiciones de Ironman a lo largo del mundo. Ejerce su profesión como contador público y entrena a un grupo de niños que intentan seguir sus pasos. Cuando está en medio de una competencia, no hay dolor en el cuerpo capaz de vencer a su espíritu. Con una voluntad tan dura como el hierro, podría correr cualquier distancia sin darse cuenta que está cansado.

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Ricardo nació en Torreón, pero desde muy pequeño se mudó a Mazatlán, Sinaloa, aunque años después regresó a La Laguna. En la ciudad playera tuvo su primer acercamiento al deporte por medio de la natación, disciplina que lo ha acompañado a lo largo de su vida. Unos amigos suyos le metieron en la cabeza la idea de combinar varios deportes en uno solo y fue así que empezó en el triatlón.

"Son tres deportes en una disciplina. En ese momento me sacaban a competencias, a viajar, esa alegría de que convives con tus amigos me impulsó a dedicarme más al triatlón. Poco a poco fui recorriendo distancias olímpicas, luego hice el medio Ironman y así fui escalando hasta ser lo que soy ahora".

La ambición de Ricardo lo llevó a recorrer mayores distancias en el triatlón y como ironman ha estado en distintas competencias en Alemania, Estados Unidos y México. "Cuando quedé en los primeros cinco lugares en una competencia quise enfocarme más en serio y enfocarme en objetivos. En 2014 gané el doble ironman continuo en Cancún y fue cuando me interesó más la larga distancia, la ultradistancia".

ULTRAMAN

Apenas hace un mes, en noviembre de 2016, Ricardo se convirtió en el primer ganador de la competencia Ultraman realizada en el país. Recorrió 10 kilómetros nadando, 420 en bicicleta y 84 corriendo (dos maratones completos) logrando un tiempo de 23 horas, 58 minutos y 24 segundos en una odisea que duró tres días.

El ultraman es una de las competencias deportivas más demandantes que existen en el mundo. Los participantes a esta primera edición realizada en Fresnillo, Zacatecas, fueron convocados por invitación exclusiva. La idea de llevar el cuerpo y mente al límite de sus capacidades y la ambición de recorrer una distancia imposible para la mayoría de los hombres, lo motivaron a entrenar con más dedicación.

"Era la primera edición en México. A nivel mundial hay como 17 sedes, pero se me complicaba ir porque tanto la inscripción personal como la del equipo es muy cara. A lo mejor algún día, me decía. Veía videos y me emocionaba mucho. A finales de 2015 recibí la invitación y me enfoqué en mi entrenamiento".

Para muchos hombres y mujeres, participar en un maratón es uno de los retos personales que se tienen que cumplir por lo menos una vez en la vida. Para Ricardo sólo eran parte de su entrenamiento.

"Participé en el Maratón, pero nomás de fondo, hice mi mejor tiempo. Me fui a un cruce de Cancún a Isla Mujeres nadando. En Chihuahua corrí una competencia de 50 kilómetros, quedé en tercer lugar. Gracias a Dios todo salió a la perfección", dice Ricardo, sin ningún asomo de presunción de palabras.

HORA DE COMPETIR

Para realizar una competencia tan exigente como el Ultraman, cada competidor debe contar con un equipo de personas que lo acompañen durante todo el recorrido para asistirlo con cualquier percance que pueda ocurrir, así como ofrecerle hidratación y alimentos cuando los exija el cuerpo.

"Cada día eran ocho horas en promedio y era muy importante la recuperación. Cada día terminado era un logro, porque te tienes que poner en sincronía con tu equipo de apoyo. Si el equipo no está sincronizado contigo, no acabas; tal vez tengas que tomar agua en ciertos kilómetros o comida. Es un evento abierto en carretera, se meten tráileres y automóviles. Yo llegaba a la meta y agradecía a Dios y a mi esposa, a todo el mundo".

El primer día de la competencia consistió en nadar 10 kilómetros en el Parque Jales, en un lago con temperatura de 10 grados centígrados. Aún con las bajas temperaturas-donde varios participantes padecieron de hipotermia- Ricardo afirma que la natación es lo que más disfruta. De ahí realizó la transición a bicicleta para recorrer 140 kilómetros.

El segundo día fue uno de los más complicados para Ricardo, ya que tuvo un ligero accidente cuando montaba en bicicleta. "Me quise quitar el suéter. Hacía aire y se atoró en el freno trasero de la bici y me caí. Pensé que se había destrozado y me asusté. Tuve impotencia, enojo. Me quedé mucho rato pensando. Mi equipo se paró para ver cómo estaba yo y me dieron ánimos. Ya se me habían ido los primeros lugares y ya no quería continuar. Estaba lastimado".

Con la motivación de su equipo y la fortaleza mental que lo ha caracterizado desde que era niño, Ricardo terminó la competencia ese día. "Por adrenalina pude acabar. Tuve que cambiar rápido el chip. Me fui despacio porque no sabía si la bicicleta estaba bien, poco a poco se fue dando. No acabé en primer lugar ese día, quedé en segundo. Circunstancias que se dieron".

El tercer y último día de actividades consistió en recorrer 84 kilómetros corriendo y donde gracias al tiempo acumulado logró terminar la competencia en primer lugar. A pocos kilómetros de terminar la carrera, un hombre le entregó una bandera de México.

"En ese momento no sabía en qué lugar iba, era como el kilómetro 75. En ningún momento durante toda la competencia me sentí mal como en la caída en la bicicleta. A partir del kilómetro 60 me empezó a pegar el dolor del doble maratón continuo. Hacía mucho calor y había muchas subidas. Ya quería acabar, pero mi equipo me apoyó, me ponían música, me cantaban, me dieron ánimos".

El último kilómetro de la competencia lo recorrió junto a su esposa Cristina González. "Me dio más alegría y emoción. Cuando llegué a la meta tenía una lluvia de recuerdos: todas las madrugadas, todos los entrenamientos, las pláticas con los entrenadores, todo valió la pena. Muchas personas en Torreón estaban pendientes de mi desempeño".

MENTE DE ACERO

La fortaleza de Ricardo es quizá lo que más lo distingue de otras personas. Dice que durante las competencias, su corazón y su mente tienen un diálogo constante para poder llegar a la meta. "Vas jugando con la mente durante los entrenamientos largos hasta que llega un punto donde te dice: 'ya párale'. Tienes que ir jugando con eso, aunque se oiga cómico. El corazón le tiene que dar 'sapes' a la mente y viceversa".

Los objetivos son claros en la mente de Ricardo; una vez que se fija uno no se detiene hasta lograrlo. "Soy persistente y hasta que sale. Si ya te inscribiste en una competencia es por algo; tienes que ir por eso y más. A veces todo se te junta y no quieres ni pararte, pero hay que sacar lo que llevas dentro y enfocarse. Dejar la mente en blanco e ir para adelante. Tienes que esforzarte y entrenar mientras las demás personas duermen".

Ricardo nació en Torreón y aunque vivió muchos años en Mazatlán, el ser lagunero ha forjado en gran manera su carácter. "La Laguna representa el ir luchando día con día. El que se queda estancado siempre va a estar ahí. Si te enfocas en los objetivos principales y dejas de lado las cosas negativas que dice la gente, ése es el empuje para hacerlo mejor. A mí siempre me decían que no lo iba a lograr, que me iba a lastimar, que estaba muy joven. Todas esas cosas hacen que te motives más".

El joven lagunero tiene los objetivos muy claros y en 2017 busca hacer el mejor ironman de su vida para clasificar a un mundial. Dice estar agradecido con la vida, con su familia, con su esposa y con sus entrenadores. En su mente está el objetivo en claro de que no hay distancia que no pueda recorrer.