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DF lidera en delitos juveniles

Delitos. En los dos últimos años los delitos vinculados a la delincuencia organizada se triplicaron.

Delitos. En los dos últimos años los delitos vinculados a la delincuencia organizada se triplicaron.

AGENCIAS

El Distrito Federal tiene el mayor índice de delincuencia juvenil en el país. De acuerdo con un comparativo realizado por el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, por cada 100 mil habitantes hay 151 menores de 18 años que tienen una averiguación previa abierta.

La capital concentró 30.8% de las investigaciones abiertas en el país hasta 2011 en contra de adolescentes. En el país se iniciaron 42 mil 480 averiguaciones, de las cuales el DF concentró 13 mil 338.

En los dos últimos años los delitos vinculados a la delincuencia organizada se triplicaron. Mientras que en 2009 se registraron 313; en 2010, 219; en 2011 se incrementó a 811, en 2012 la cifra llegó hasta mil 519.

En 2011 (el último con cifras actualizadas para poder hacer un comparativo entre entidades federativas), también se colocaron como entidades con un alto índice delictivo, en el siguiente orden: Guanajuato (3 mil 278), Estado de México (3 mil 106), Baja California (2 mil 722) y Nuevo León (2 mil 144).

Según el reporte "Estadísticas de Delincuencia Juvenil en el Distrito Federal y por entidades federativas", en contraste, en Jalisco hubo 5 averiguaciones en contra de jóvenes por cada 100 mil habitantes; en Veracruz 8, y en Chiapas 9.

El DF también concentra el mayor número de adolescentes en "tratamiento de internamiento y de externación" a nivel nacional.

Según cifras de 2011, hubo mil 983 jóvenes internados. Pero hasta el 1 de abril de este año únicamente estaban recluidos 606. En Nuevo León, mil 386 y en Sonora, mil 176, por citar entidades con mayor número de jóvenes en esta situación.

En consecuencia, el DF tuvo 71 internos por cada 100 mil habitantes, lo que colocó a la capital en segundo lugar, apenas después de Sonora.

De acuerdo con la normatividad vigente, la sentencia máxima de internación para un menor infractor, independientemente de la gravedad del delito, es de cinco años.

Existen 16 juzgados especializados en atención para menores de 18 años; nueve de éstos ubicados en la calle Obrero Mundial y donde los juicios aún son escritos, todos dedicados a delitos graves. En esta materia ya existen juicios orales, en cinco salas dispuestas en el Reclusorio Sur, pero específicamente para delitos considerados no graves o aquellas conductas donde no hay violencia.

Además, existen seis comunidades donde los jóvenes que delinquen son atendidos. Cinco dedicadas al tratamiento de internos y una de seguimiento de quienes cumplen una sentencia en sus domicilios, a lo que se le conoce como internación y externación, respectivamente.

En el tratamiento de "externación", los sujetos tienen un carnet para que la autoridad pueda llevar un control. Se les da terapia individual y familiar, si trabajan hay un seguimiento de su comportamiento en el centro laboral y se les brinda capacitación o acceso a la educación.

Su avance es reportado periódicamente al juez, para que éste revise la evolución, pero si el joven incumple se le revoca esta medida y se pasa a la internación nuevamente.

 DISPARÓ PARA SALIR DE SU CAUTIVERIO Dejó la secundaria y empezó a fumar "mota" cuando su hermano mayor, a quien veía como su papá, fue llevado al Reclusorio por robo de auto. Llegó a consumir cuatro "churros" al día. Lo dejó un rato, cuando a los 16 años tuvo a su hijo.

Pero fue ese mismo cigarrillo el que provocó su secuestro del que sólo logró escapar cuando asesinó al mismo dealer que le dio la hierba.

Rocío "X", cuyo nombre real se reservará por cuestiones de seguridad, recuerda que tuvo una infancia "bonita". No tuvo papá, y admite que muchas veces su mamá le hizo falta, pues trabajaba mucho para mantenerla a ella y a tres hermanos más.

Un día, cuando acabó su jornada laboral en un Oxxo, accedió a ir a una fiesta con unos "cuates" de su amiga, a quienes no conocía. "La fiesta estuvo divertida". Bebieron y nuevamente probó marihuana.

Al calor de la fiesta, el dealer comenzó a revelar datos sobre su negocio que lo comprometían. Por ello decidió retener a quienes asistieron a la fiesta.

Durante siete días, Rocío "X" estuvo privada de su libertad, la mayor parte del tiempo drogada para "aguantar" los golpes y violaciones que sufrió, junto a otra amiga.

"Después de varios días, él dealer se puso a inhalar chochos, se le cae el arma, y yo me subo arriba del sillón y le disparo", explica.

Pasaron seis meses para que Rocío fuera detenida por una denuncia que interpuso la esposa del dealer. Su sentencia fue de tres años seis meses.

"Cuando llegué fue raro, porque no es fácil un homicidio, te quedan los momentos vividos... la sangre. Es algo que hasta ahorita he ido trabajando mucho. Es muy difícil, con el tiempo se va mejorando", comenta.

-¿En qué pensaste al disparar?

-En venganza y sobrevivencia. Ya estaba desesperada.

 POR HACERLA DE 'ENFERMERA'

Suelta una carcajada. No queda claro si por nervios o por la idea que su delito fue sólo un juego. Cuando María "N", nombre que utilizará para reservar su identidad, tenía 16 años ayudó a unos amigos a curar a un paciente, pues sabe de enfermería.

Ellos le hablaron con la verdad, se trataba de una persona secuestrada que luego de mutilarla no querían que se desangrara, y por este trabajo habría una paga.

María creció en una familia tradicional. Es la mediana de tres hermanos; y desde que nació ha vivido cerca de la delegación Iztapalapa.

Dejó el bachillerato y puso en práctica las enseñanzas que un doctor, "amigo de su papá", le dejó.

"En sí yo no secuestré. Eran unos amigos, que conocí en la calle. Ellos secuestraban, yo lo supe hasta después. Entonces me dijeron que habían secuestrado a un chavo, y no querían pagar, y le hicieron una mutilación. Me dijeron que yo sólo tenía que curarlo" relata.

-¿Lo curaste?

-Sí, la herida. Le puse inyecciones para que no se le infectara, lo suturé y lo limpie.

La pregunta de cuánto le pagaron por este trabajo la incómoda. Sonríe y suelta una onomatopeya que apenas se alcanza a identificar para zanjar el tema.

María no preguntó más. Seis meses después le avisaron que las autoridades ya los estaban buscando. Y a ella "la traían como la enfermera".

Asegura que durante las declaraciones, ella vio a la víctima, y aun cuando ésta no la reconoció plenamente, ella se sintió mal: "Sentí feo". El secuestro se realizó justo cuando sus papás se habían separado, y ella encontró "compañía" y afirma que participó en este delito por "agradecimiento".

María "N" no está dispuesta a contar que participó en un secuestro.

"No es necesario que lo tenga que decir". Y afirma que no quiere saber nada de quienes la involucraron en este delito.

La joven que ahora tiene 19 años, y está a medio año de salir de la Comunidad para atención a jóvenes, anhela convertirse en artista plástica.

"Quiero seguir estudiando. Me gusta pintar y puede que tenga la oportunidad de salir con una beca para una escuela de pintura en Coyoacán", comenta.

 LA FIESTA DERIVó EN RIñA Y AHORA CUMPLE CONDENA Está preocupada porque no se peinó y desea salir bien en las fotos. Sonríe todo el tiempo y su mayor preocupación es pasar el examen para reiniciar la preparatoria.

Acepta conversar los motivos por los que celebró su cumpleaños 18 recluida en una comunidad de atención para adolescentes en conflicto con la ley, y tiene que purgar una sentencia de 11 meses un día por robo a casa-habitación.

Zulema conoció a una mujer colombiana de 40 años a través de Facebook. Su amistad se fue fortaleciendo con el paso de los meses al grado que Zulema y su novia, Fernanda, iban a ver a la colombiana a tocar cada fin de semana a Polanco y Santa Fe.

Zulema y Fernanda salieron de fiesta con otras amigas, pero cuando cerraron el bar decidieron hablarle a "la colombiana" porque vivía cerca de ahí. Y ella accedió a recibir a las chicas en su casa.

Las chicas empezaron a tomar. Pero entre ellas había una ex novia de la colombiana. Discutieron e inició un pleito. Ella agarró un cuchillo, soltó algunos golpes a las invitadas y empezó a gritar.

Otra de las asistentes le arrebató el cuchillo, pero en esta acción le cortó la mano y otra le rompió a la dueña de la casa un tazón en la cabeza; escurría mucha sangre.

"Se empezaron a escuchar las patrullas, yo no pude correr porque ella se levanta y agarra el cuchillo otra vez y me amenaza", explica.

La colombiana declaró que ella había intentado robar y la golpeó. Pero luego de levantar la denuncia, no ratificó sus dichos. La joven ha estado en internamiento 7 de los 11 meses que un magistrado determinó por las faltas a la ley.

"Mi mamá siempre me dijo que las amistades son contadas, y sí lo comprobé. Ya no supe nada de las chavas con las que estuve ahí esa noche", comentó.

Cuando Zulema vivió lo que califica como una noche desastrosa tenía dos años sin estudiar. Explica que uno de los descubrimientos que hizo en la comunidad es su deseo por retomar sus estudios y convertirse en arquitecto.

 CUMPLIó SU SUEñO HASTA LLEGAR A LA CORRECCIONAL Carlos "X" nunca pudo estudiar clases de pintura. Este sueño lo pudo realizar luego de participar en una golpiza que causó la muerte de otro joven; hecho por el cual cumple una sentencia de cinco años de internamiento.

"Yo no cometí el delito, pero adentro como que no está bien decir 'soy inocente'", explica.

A los 16 años tuvo un hijo, dejó la escuela y tuvo que empezar a trabajar en la pollería de su mamá, donde hacía trampa al pesar la carne para ganar más.

"Lo mataron en la madrugada y ahí me detienen. Su hermano me reclamó esta muerte y pues ya, me acusaron de un solo homicidio en pandilla. Y a mis causas -cómplices- los mandaron al Reclusorio Sur, ya eran mayores de edad, y les echaron 20 años", explica.

Afuera de la Comunidad de internamiento estudió hasta segundo de secundaria, pero durante su tratamiento concluyó estos estudios para iniciar la preparatoria.

La meta de Carlos es poner un negocio para mantener a su familia. En la Comunidad de Tratamiento Especializado para Adolescentes de San Fernando ha aprendido artes plásticas y a hacer alebrijes.

151 MENORES Por cada 100 mil habitantes tienen una averiguación.

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