Existen algunos pequeños avances en cuanto a terapias que pueden mejorar ligeramente las sensaciones de los pacientes, pero no están corroboradas médicamente, ya que suelen ser dietas o una determinada estimulación mental. INGIMAGE
Hace solo unos meses se encontraron las primeras relaciones entre problemas del sueño y un riesgo de padecer alzhéimer u otras enfermedades relacionadas con la memoria. La destrucción de las neuronas que lleva al alzhéimer sigue siendo uno de los grandes misterios de la medicina, ya que en los momentos en los que se observan sus primeros síntomas, la enfermedad suele estar ya en etapas avanzadas.
De momento, se tiene constancia de que la proteína beta-almoide es una de las encargadas de la dolencia. A partir de esto, en la Universidad de Washington inyectaron placas en el cerebro de unas ratas y en todos los casos vieron que uno de los primeros síntomas en sus rutinas era un trastorno repetido del sueño.
Aunque todavía se trata de investigaciones incipientes, lo cierto es que ya se conocía que los pacientes de alzhéimer suelen descansar poco durante la noche, padecer somnolencia durante el día o necesitar algún tipo de medicación para dormir. Por lo tanto, aunque todavía no se padezcan problemas de memoria, una falta constante de sueño pueden ser etapas muy embrionarias de esta enfermedad que afecta a tantas personas sobre todo en la vejez, a partir de los 65 años.
Hasta ahora, el alzhéimer se ha detectado cuando ya está en una etapa avanzada y se manifiesta con una dificultad de adquirir nuevas memorias. Conforme avanza la enfermedad, pueden darse situaciones de cambios de humor, de confusiones y de cierta irritabilidad, que puede hacer que muchos pacientes tiendan a aislarse y que, con el tiempo, pierdan la memoria de largo plazo, la más resistente en el cerebro.
Así, el pronóstico del alzhéimer sigue siendo vago y su tratamiento sigue sin existir, por lo que se trata de una enfermedad todavía incurable. Existen algunos pequeños avances en cuanto a terapias que pueden mejorar ligeramente las sensaciones de los pacientes, pero no están corroboradas médicamente, ya que suelen ser dietas o una determinada estimulación mental.
Por lo tanto, los investigadores que han llevado a cabo los estudios para descubrir qué tienen que ver los problemas de falta de sueño con esta enfermedad confían en los avances en esta dirección para ayudar a la detección de esta dolencia que, según la Organización Mundial de la Salud, afectaba al 0.379% de las personas a nivel mundial en 2005 y se espera un repunte de casi el 0.5% en 2015.
