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SIGLOS DE HISTORIA

EL PASO POR LA LAGUNA DEL PADRE AGUSTÍN FISCHER

P. Agustín Fischer. (H. de México. Salvat Editores. Tomo 8).

P. Agustín Fischer. (H. de México. Salvat Editores. Tomo 8).

GILDARDO CONTRERAS PALACIOS

Consejero y confesor del emperador Maximiliano (CUARTA Y ÚLTIMA PARTE)

El padre Agustín Fischer, después de que fue capturado por el ejército de Porfirio Díaz, en junio de 1867, fue recluido en la prisión del antiguo convento de la Enseñanza. Se le condenó a cuatro años de prisión, pero solo permaneció allí, hasta finales de noviembre de ese año, cuando fue liberado gracias a las gestiones que para ello hizo el barón de Tegetthof, almirante que vino a México por encargo del monarca austriaco Francisco José, hermano de Maximiliano para rescatar su cadáver y conducirlo a Europa.

Fischer salió de la capital el 27 de diciembre de 1867. Se embarcó hacia Europa, vía Nueva York. Arribó a Viena, Austria en abril de 1868. Allí, la prensa le acusó de haber persuadido a Maximiliano de quedarse en México, por lo que era indirectamente culpable de su muerte; sin embargo Fischer negó todo tipo de responsabilidad, diciendo que ello había sido solo una consecuencia de las decisiones my personales del emperador. Realizó una serie de alegatos, aceptando que era él, el hombre de confianza de Maximiliano, con el fin de tratar de obtener una ayuda económica de la corte de Austria.

Allá en Europa Fischer se contactó con la nobleza austriaca y se entrevisto con el mismo Francisco José; trataba de dar una explicación plena de lo que había sucedido en México, alegando que con la caída del imperio se le había sustraído de su base económica y pedía se asegurase el futuro de su persona. Nada consiguió del emperador austriaco. Trató de acercarse a Carlota y tampoco lo consiguió. Se dirigió a España en donde el rey Alfonso XII, le propuso nombrarlo capellán del Escorial y confesor de su esposa, pero Fischer denegó aquellas propuestas.

Durante su estancia en México Fischer se convirtió en un gran coleccionista de monedas, libros, documentos antiguos, algunas obras de arte y vinos. Objetos con los cuales logró formar una muy completa colección. Los libros y documentos de acuerdo a sus planes primarios serían para formar parte de la Biblioteca Imperial; sin embargo no los utilizó para ello, ni en forma personal los usó para la redacción de algún libro o tratado, sino que posteriormente y ya en Europa, fueron objeto de venta al mejor postor, con lo que obtuvo jugosas ganancias. También se convirtió en custodio de algunas de las alhajas que la emperatriz Carlota, dejó en México, cuando en julio de 1866, salió a Europa a pedir ayuda para sostener el gobierno de su esposo. Las alhajas incluyeron entre otros objetos: un reloj de oro, varios floreros de plata, una caja de marfil, una concha con un anillo', una cigarrera de chaquira, un tomo de la "Imitación de Cristo" (de Tomás de Kempis), una caja de madera y algunos vestidos indios y fotografías de Yucatán. Todas esas joyas, monedas, libros y documentos viajaron con Fischer hacia Europa.

Muy necesitado de fondos monetarios, entre el tres y cuatro de noviembre de 1868, Fischer organizó en Paris una primera venta de libros, documentos y demás bienes que poseía. Posteriormente al rey de España, Alfonso XII, le vendió los vinos y alhajas que llevaba. En 1869, subastó en Leipzig, otra parte de su valiosa biblioteca; ese mismo año en Londres vendió otro lote de dicha biblioteca a través de la casa Puttik & Simpson. Su colección de monedas las vendió en Nueva York en el año de 1991. Se comenta que en ese tiempo escribió sus memorias, en alemán, inglés y español, sin que se hayan conocido nunca el texto de las mismas.

Después de todos esos acontecimientos, todavía el nombre de Fischer se hizo presente en la región de Parras y La Laguna, cuando en 1870, el general Jesús González Herrera, intervino en su favor ante el gobierno del presidente Juárez. González Herrera era nieto del antiguo dueño de la hacienda de Hornos, José María Herrera Moreno. En 1863, se convirtió en líder de los habitantes de San José de Matamoros que luchaban contra el hacendado Leonardo Zuloaga, para conseguir la posesión de dicho predio, del que Zuloaga presumía ser el dueño. Participó en el ataque a las posesiones de Zuloaga en la Laguna en abril de 1863 y encabezó en octubre de ese año el asalto a la hacienda de Hornos, corazón del latifundio de Zuloaga; cuna además, del insurrecto. A principios de septiembre de 1864, cuando pasó el presidente Juárez por la región lagunera, en su viaje hacia Chihuahua, González Herrera se unió a la causa republicana y desde esa fecha se convirtió en el hombre de sus confianzas en la región. Participó también, como cabeza de un grupo de laguneros en algunos hechos de guerra en la región de Parras y La Laguna contra los ejércitos imperialistas; en febrero de 1866 se hizo presente en la batalla de Parras y el 1 de marzo se presentó en Santa Isabel un poco después de terminada la contienda entre republicanos e imperialista.

A pesar de ideologías tan encontradas, González Herrera mantenía una excelente relación con Fischer y su familia; este último era un conservador, imperialista seguidor de Maximiliano y el otro era un liberal, republicano fiel a la causa juarista. Era del conocimiento generalizado de la gente que lo conoció, que el citado sacerdote no guardaba los cánones que le marcaban su investidura de sacerdote y existe la certeza de que sostenía relaciones maritales con algunas mujeres de los sitios en los que había fungido como cura. Si no, al menos a Fischer se le conocía una familia. Sobre las costumbres poco ortodoxas y muy relajadas en cuanto a su condición de sacerdote, Maximiliano cuando ya estaba en Querétaro, escribió a su colaborador, el naturista austriaco Dominico G. Bilimeck, lo siguiente sobre Fischer: "…Durante mi marcha he tropezado casualmente con Fischer, es decir con los lares domésticos del piadoso pastor, del que tanto se ha hablado; y para expresarme con toda claridad, he dado con las huellas de la familia Fischer. No son rumores vanos ni habla con acalorada fantasía; los Fischer existen de carne y hueso <…>. Solo que la cosa no anda muy limpia…" Su vida personal estuvo, siempre en la mira de las críticas de la población por su conducta contraria a las buenas costumbres de los religiosos. Con lo anterior González Herrera dirigió el 5 de noviembre de 1870, desde Viesca un comunicado al presidente Juárez. En el que mencionó:

"Muy señor mío de mi mayor aprecio:

Después de infinitas veces me atrevo de nuevo dirigirme a usted lleno de confianza en la nobleza y generosidad de sus sentimientos./Estrechos lazos de amistad y simpatía mutuas me ligan a la familia del señor cura don Agustín Fischer; como usted sabe, dicho señor se ve obligado a vivir fuera de nuestro país, residiendo en él solo su familia./Muy natural es su deseo de vivir reunidos y a esto se agrega que la salud del referido señor sufre tanto los climas fríos, que los facultativos han considerado necesario para él la temperatura benigna de nuestra tierra. Así es que por influencia y en nombre de la familia suplico a usted se sirva permitir a mi recomendado el regreso al suelo mexicano, el cual podrá verificar con una sola letra de seguridad por parte de usted./Por esta gracia quedará a usted eternamente agradecida una pobre familia huérfana y éste su invariable y muy adicto amigo y seguro, servidor que atento b.s.m./Jesús González Herrera".

En la misma misiva el señor Juárez escribió de su puño y letra:

"Recibo y que podré permitir que el recomendado vuelva a la República; pero es indispensable que el interesado pida la gracia por medio de una solicitud".

Con el correspondiente perdón del presidente Juárez, Fischer pudo regresar a México en ese año de 1871, acá estableció en la ciudad de México un centro educativo. En 1876 retornó a Europa en compañía de una acaudalada familia mexicana, que lo había contratado para ser institutor de los hijos y en 1879, regresó a tierras mexicanas. En 1881, fue cura interino de Taxco, Gro., en 1883 ocupó el curato de las Huertas y después se hizo cargo de la iglesia de San Cosme, en cuya casa "cural" murió el 18 de diciembre de 1887. Se le enterró en el panteón francés de la ciudad de México. Esta es una corta reseña, del paso del padre Fischer por la región de Parras y La Laguna, corta, porque su vida es un tema para más, y mucho más. Toda una vida novelesca llena de verdades y rumores, cuyo actor principal, ejerció una fuerte influencia en la toma de decisiones del emperador Maximiliano, considerándosele como el poder tras el trono. En alguna ocasión se le ha comparado con mucha exageración con aquel siniestro personaje de la revolución rusa, llamado Grigori Yefimovich Rasputín, sin embargo no fue para tanto.

Fuentes:

.-Churruca Peláez Agustín. Historia Antigua de Parras. Parras. 1989.

.-Charles H. Harris III. El Imperio de la Familia Sánchez Navarro. 1765-1867. Traducción de Carlos Guajardo Elizondo. Sociedad Monclovense de Historia, A.C. 1989.

.-Canales Santos Álvaro. Agustín Fischer. El Rasputín del II Imperio mexicano. Club Libro Coahuilense. Editora el Dos. Saltillo. 2005.

.-Historia de México. Tomo 8. Salvat Editores de México, S.A. México. 1974.

.-Konrad Ratz. Tras las huellas de un desconocido. Nuevos datos y aspectos de Maximiliano de Habsburgo. Un concordato malogrado. Prólogo de Patricia Galeana. CONACULTA- INAH. Siglo XXI Editores, S.A. de C.V. Primera Edición 2008.

.-Contreras Palacios Gildardo. Matamoros de la Laguna. Notas sobre su origen y Fundación. Colección Centenario. Tomo XVI. Torreón. 2004.

.-Bulnes Francisco. El Verdadero Juárez y la Verdad sobre la Intervención y el Imperio. Editora nacional. México 7. D.F. 1967.

.- Archivo Parroquial de Parras (María y Matheo). Libros y fechas señaladas en el escrito.

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Jesús González Herrera (colección privada de Roberto Treviño R.).
Jesús González Herrera (colección privada de Roberto Treviño R.).
Fragmentos de actas de información matrimonial de enero de 1863. Firmadas Por el notario eclesiástico. Andrés G. Eppen y el padre Agustín Fischer. (Archivo María y Matheo de Parras)
Fragmentos de actas de información matrimonial de enero de 1863. Firmadas Por el notario eclesiástico. Andrés G. Eppen y el padre Agustín Fischer. (Archivo María y Matheo de Parras)

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