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El papel de los padres en educación

ROLANDO CRUZ GARCÍA

Una de las tareas pendientes que tenemos la sociedad en su conjunto es la de involucrarnos comprometidamente con la educación de nuestros hijos, en un ejercicio de corresponsabilidad que se convierte en una exigencia social que no podemos soslayar.

Dicha tarea pendiente la venimos arrastrando desde el propio cambio social que se gestó en la conformación de la familia desde finales de los años setenta y principios de los ochenta, en donde ambos padres se ven en la necesidad de trabajar para ayudar al sostenimiento del hogar y se comienza a configurar una nueva forma de enfrentar los compromisos escolares de los hijos: ambos padres centrados en satisfacer sus necesidades materiales, pero dejando de lado (más por necesidad que por gusto) el necesario "acompañamiento" escolar del alumno.

Se ha comprobado además que la formación escolar es más un proceso de avance que un producto final, desde su propia definición: "La formación es el avance que las personas logran en inteligencia, sensibilidad, autonomía y sentido de solidaridad, como resultado de sus procesos educativos" (Cfr. Flórez Ochoa R. Colombia, 1999).

Si estamos de acuerdo con la definición de este connotado pedagogo español; nos damos cuenta entonces, que formar a nuestros hijos no sólo es mandarlos a la escuela y darles en la medida de lo posible lo que necesitan, materialmente hablando, sino acompañarlos junto a los profesores en su proceso de avance y ajuste emocional, que los haga más inteligentes, sensibles y autónomos, lo que seguramente les permitirá enfrentar de mejor manera este complejo mundo en el que les tocó vivir.

El otro aspecto (no menos importante), es el que nos permite entender al profesorado de nuestro tiempo, maestros que enfrentan ahora exigencias que antes no tenían, como es la de "suplir" de alguna manera la falta de los padres en aspectos valorales y de formación de actitudes, incluso muchos padres dejan recaer esta responsabilidad casi totalmente en los maestros; cuando muchos de estos profesores no están conscientes ni preparados para tal requerimiento. Dicha tarea es un asunto de corresponsabilidad, cuyo mayor compromiso recae en los padres.

De todo lo anterior se desprende la urgente necesidad de entender que la educación de los hijos es un asunto que nos implica a todos: directivos, alumnos, maestros y padres de familia; sólo entendiéndolo de esta manera, se generará el compromiso corresponsable de educarnos y formarnos todos.

Las situaciones más comunes que se presentan cuando se elaboran diagnósticos educativos son, por un lado, la limitada participación y corresponsabilidad de los padres de familia hacia las instituciones educativas y por otro, la falta de compromiso de los padres y de la comunidad en las tareas institucionales que ayuden a la formación de los estudiantes.

Lo anterior provoca una profunda desvinculación entre la comunidad y la escuela, lo que provoca una relación insuficiente entre padres de familia, alumnos, docentes y directivos, lo que seguramente limita el aprendizaje de los educandos.

Sin embargo, es necesario reconocer que existen importantes áreas de oportunidad en esa escasa participación social de los padres de familia en la educación; áreas que deben incluirse en los proyectos escolares de cada institución.

Otro problema es la falta de reconocimiento a los consejos de participación social, por parte de autoridades y de la propia comunidad. Problemas de orden familiar y social inciden negativamente en la enseñanza y el aprendizaje de los alumnos, como la falta de rendición de cuentas de todos los agentes que intervienen en la función educativa, así como transparentar el uso de los recursos. Esto conlleva la falta de claridad en la corresponsabilidad entre las autoridades y el sindicato por ejemplo, que limita el logro de mejores resultados de la tarea educativa.

Existe otro problema que nos alcanzó en el tiempo, nuestras escuelas se están cayendo a pedazos, por falta de mantenimiento y reconstrucción y se presenta aún una limitada colaboración de los actores sociales para mantener la infraestructura física de las escuelas.

Bajo esta desolada perspectiva se tienen escenarios deseables, tales como: el que todos los actores que intervienen en la tarea educativa participarán activa y responsablemente en la formación integral de ciudadanos, con la utilización de sus capacidades para integrarse con éxito a una sociedad cada vez más competitiva, que les permita desarrollar favorablemente una convivencia armónica. Incorporar la participación de la iniciativa privada, fundaciones, organizaciones no gubernamentales, instituciones financieras nacionales e internacionales, en logro de los objetivos y tareas de la educación.

Alentar el compromiso compartido de todos los sectores sociales, para contribuir a la mejora de la educación, tomando como principio que la educación es responsabilidad de todos. Impulsar la participación de ayuntamientos, padres de familia y particulares, para la dotación de materiales, reposición de mobiliario y mejoramiento de la infraestructura educativa.

Integrar los proyectos educativos con otros programas que se instrumenten desde la perspectiva social, con la participación de los tres órdenes de gobierno.

Todos estos escenarios deseables sólo serán posibles con la decidida participación de los papás de nuestros alumnos, para que se conviertan así en la piedra angular que nos permita triangular la importante función de formar a las generaciones que habrán de dirigir los destinos de nuestro país.

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