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25 años de una hazaña perfecta

MATAMOROS, COAH.- Hoy se cumplen 25 años de que el pitcher lagunero Horacio “El Ejote” Piña lanzó un juego perfecto de nueve entradas, el segundo en la historia de la Liga Mexicana de Beisbol de Verano; fue el 12 de julio de 1978 contra los Diablos Rojos de México en el Parque “Alberto Romo Chávez” de Aguascalientes, cuando jugaba con el equipo Rieleros.

El primer juego perfecto corresponde al potosino Ramiro Cuevas, quien logró su hazaña el 14 de agosto de 1953, y lo hizo, coincidentemente, frente a los escarlatas, con la franela de Tecolotes de Nuevo Laredo.

“El Ejote” Piña aparte de su juego perfecto, fue el primer mexicano en ser campeón del mundo en Ligas Mayores. Obtuvo este título en octubre de 1973 con los Atléticos de Oakland, al mando de Dick Williams, hace casi 30 años de esta otra hazaña.

Oakland obtuvo el campeonato frente a Mets de Nueva York, se llevó la serie cuatro juegos a tres,en la cual Horacio Piña participó en el segundo y sexto partido.

Jugó ocho años en las Ligas Mayores, con los Indios de Cleveland en 1968 y 1969; Senadores de Washington en 1970 y 1971; Rangers de Texas en 1972; Atléticos de Oakland en 1973, Cubs de Chicago en 1974; Angelinos de California en 1975.

Su mejor temporada en Ligas Mayores fue la de 1973 con Atléticos de Oakland, en la cual ganó 11 juegos y perdió tres, con un promedio de 2.30 de carreras limpias y 16 salvamentos.

Regresó a México en 1976 y se enroló con Rieleros de Aguascalientes, con los cuales jugó tres años, de 1976 a 1978, en este último fue campeón de la Liga Mexicana, cuando los Rieleros ganaron el título al Unión Laguna en cinco juegos, la serie fue cuatro a uno, nada más perdieron el primer partido, Horacio Piña cargó con la derrota y Antonio Pollorena fue el ganador.

Su mejor temporada en este circuito fue la de 1978, en la cual ganó 21 juegos y perdió tres.

En 1979 pasó a los Leones de Yucatán, y al año siguiente surgió la Asociación Nacional de Beisbol (Anabe) y se acabó ese año la actividad en la Liga Mexicana.

El juego perfecto

Era algo que nunca soñó. Fue hasta la séptima entrada cuando se dio cuenta que estaba cerca de lograr la hazaña máxima de un pitcher.

Así revive aquellos momentos el pelotero matamorense: “estaban en el dogaut de Rieleros dos chiquillos, uno era hijo de Francisco ‘Chico’ Rodríguez y el otro del manager Jaime Favela, quienes me dijeron que estaba lanzando un juego sin hit ni carrera, les pedí que no molestaran y me trajeran una taza de café”.

“Terminó la octava entrada y volvieron a insistir, estás lanzando sin hit ni carrera, les volví a pedir una taza de café, al iniciar la novena me preocupó que venían los hombres fuertes en el orden al bat de los Diablos Rojos del México”.

“El out 25 se lo hice a Abelardo Vega en una rola, en el out 26 le detuve una línea a Sergio Robles y en el out 27 ponché a Antonio Villaescusa”.

“Al terminar el juego, el catcher Clemente Rosas me lanzó la pelota y fue a abrazarme al montículo, en ese momento se me acalambró la pierna izquierda y quedé tendido en el terreno de juego, me llevaron al dougout para atenderme, la molestia había sido por la tensión nerviosa a que estuve sometido”.

Surge “El Ejote”

Horacio Piña García nació el 12 de marzo de 1945 en Matamoros de La Laguna, empezó a jugar beisbol en 1963 en segunda fuerza con el equipo Paletería Galindo, después en “Los Chicos del Once”, siempre de pitcher.

Fue ese año, en un juego en el Estadio Rosa, ahora Gómez Palacio, cuando surgió el mote de “El Ejote”, al ver un aficionado al joven desgarbado de 1.92 metros de altura, con un peso menor a los 70 kilos, lo bautizó con este seudónimo.

En 1964 militó en el equipo Frankie de Gómez Palacio, con el que asistió a un Campeonato Regional en Guadalupe Victoria, Durango, en donde por primera vez lo invitaron a jugar en la Liga Central.

Ese mismo año jugó con el equipo Matamoros en la Liga Mayor de Beisbol de La Laguna, en donde Mario Flores “El Bombero”, catcher del equipo, lo recomendó a Nazario Moreno, buscador de talentos de los Pericos de Puebla.

En 1965 pasó a formar parte del equipo filial de los Pericos de Puebla, cuya sede era la ciudad de Zacatecas, su primer manager fue el lagunero Jesús “Chanquilón” Díaz.

Al año siguiente trató de integrarse al primer equipo de los Pericos de Puebla, al mando de Beto Ávila, pero lo mandaron de nueva cuenta a la filial, no aceptó y se fue a jugar a la Liga del Norte de Coahuila con los Acereros de Monclova, bajo la conducción de Tomás Martell, fue campeón con esa novena.

En 1966 jugó también con el equipo Matamoros en la Liga Mayor de Beisbol de La Laguna, en ese entonces vino el manager José Luis “Chito” García para proponerle regresar a la organización de los Pericos de Puebla, ya que en 1967 se mexicanizaría para darle oportunidad a los jóvenes.

Regresó a los Pericos, lanzó un juego, en el cual venció a los Tigres por marcador de una carrera a cero en la ciudad de México, sin embargo, no era tomado en cuenta como inicialista, por lo cual decidió volver a la Liga Norte de Coahuila.

Hasta Monclova fue a buscarlo el manager cubano Tony Castaño, quien lo convenció de regresar a los Pericos del Puebla, alcanzó al equipo en Guadalajara, antes de iniciar el partido contra Charros de Jalisco el manager le tiró la pelota y dijo: “Quieres lanzar, házlo, demuestra que puedes”.

Esa temporada del 67 ganó 16 juegos y perdió 11, antes de que concluyera vino a México un buscador de los Indios de Cleveland, Regino Otero, quien le hizo la oferta de jugar con el equipo de Reno, Nevada en Clase A, alcanzó a lanzar cuatro partidos, ganó tres y perdió uno.

En el invierno de ese año jugó en la Liga del Pacífico con los Tomateros de Culiacán, cuya franela vistió 12 temporadas, fue campeón en ese circuito en dos ocasiones, 1968 y 1978.

En la temporada del 68 los Pericos del Puebla lo mandaron a un campo de entrenamiento en Tucson, Arizona, en esta ocasión jugó con el equipo de Portland, Oregon, en triple A; lanzó cinco juegos, de los cuales ganó cuatro.

A los dos meses regresó a Puebla y logró una marca de nueve juegos ganados y seis perdidos, fue entonces cuando lo llamaron a los Indios de Cleveland, con los cuales jugó dos temporadas, 68 y 69, como pitcher de relevo.

En el 70 pasó a los Senadores de Washington, cuya franquicia fue transferida a los Rangers de Texas, en donde militó hasta 1972, en ambos equipos fue relevista.

En 1973 llegó a los Atléticos de Oakland, con los que vivió su mejor momento en las Ligas Mayores, este equipo obtuvo el campeonato durante tres años consecutivos, 1972, 73 y 74.

En la temporada 74 fue transferido a los Cachorros de Chicago de la Liga Nacional, ese año se lesionó el hombro derecho, en el 75 pasó a los Serafines de California, en los que hizo su rehabilitación, pues no fue incluido en el roster.

A su regreso a México fue pretendido por tres equipos: Pericos de Puebla, Rieleros de Aguascalientes y el Unión Laguna; su idea era jugar con este último, pero no llegó a un arreglo satisfactorio con el entonces gerente Guillermo Garibay Fernández, finalmente aceptó la oferta de los Rieleros por estar más cerca de su casa, aunque la de Pericos era buena también.

Aparte del juego perfecto que lanzó hace 25 años contra Diablos Rojos del México, tiene en su récord un juego sin hit ni carrera a siete entradas, que lanzó en 1977 contra Indios de Ciudad Juárez, al mando de José “Zacatillo” Guerrero, en esa ocasión ganó Rieleros de Aguascalientes una carrera a cero con cuadrangular de Gonzalo Villalobos.

A fines de la temporada del 78 vino el manager Rubén Amaro para invitarlo a jugar a los Filis de Filadelfia, en los cuales militó dos meses, pero no pudo lanzar en el play off por no tener el tiempo reglamentario.

Enfrentó a grandes leyendas

Durante su estancia de ocho años en las Ligas Mayores se enfrentó a grandes bateadores, entre los que estaba Mickey Mantle, de los Yanquis de Nueva York, en el final de su carrera, en 1968, cuando lanzaba para los Indios de Cleveland.

Se enfrentó también a Al Kaline, de los Tigres de Detroit, Hank Aaron, de los Bravos de Atlanta, Carl Yaztremski, de los Medias Rojas de Boston, Frank Robinson, Brooks Robinson y Boog Powell de los Orioles de Baltimore.

En su lista de enemigos al bat destacan Harmon Kilebrew, Tony Oliva y Rod Carew, de los Mellizos de Minnesota.

En la Liga Mexicana los bateadores que le preocupaban más fueron Miguel Suárez, Héctor “El Supermán” Espino, William Berzunza, Miguel Becerril Fernández, “El Loco” Bernal y Helord Hendriks, entre otros.

Sus managers

A lo largo de 15 años de carrera profesional tuvo grandes managers, a cada uno de los cuales aprendió bastantes cosas; Jesús “El Chanquilón” Díaz, Beto Ávila, José Luis “Chito” García, Ronie Camacho, Vitico Davalillo, Jaime Favela, Vinicio García, Rubén Amaro junior, Napoleón Reyes, Raúl Cano, Dick Williams, Albin Dark y Rey Davis, entre otros.

Del campeonato mundial obtenido en 1973 con los Atléticos de Oakland, recordó con agrado que en esa ocasión tuvo la oportunidad de que su familia estuviera con él y lo acompañara en el momento cumbre de su carrera.

Faltan prospectos en Vaqueros

Horacio Piña fue coach de pitcheo en el Unión Laguna durante dos temporadas, considera que al ahora equipo de los Vaqueros le ha faltado formar prospectos, tener cuatro o cinco jugadores jóvenes que destaquen, como lo han hecho varios equipos, entre ellos Saraperos de Saltillo y Sultanes de Monterrey.

Calzada de los Deportistas Ilustres

Finalmente, a Horacio “El Ejote” Piña le gustaría ocupar un lugar en la Calzada de los Deportistas Ilustres, ubicada en la Unidad Deportiva Torreón, pues hizo los méritos suficientes para ser huésped de este paseo.

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