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Ensayo sobre la cultura / ALIMENTO CHATARRA

José Luis Herrera Arce

Tal vez algunos, sobre todos los jóvenes, se complacen al consumir alimentos que solamente llenan pero no nutren. El sabor es el único beneficio que les satisface y ese sabor casi siempre está ligado con el exceso de alguna sustancia que a la larga es dañina para el cuerpo y que acarreará enfermedades.

Si sólo nos alimentamos de hamburguesas, pizzas, hot dog o papas fritas nuestra salud será deficiente. De vez en cuando no hace daño; pero el núcleo de nuestra alimentación debe de ser balanceada.

Una de las funciones de un buen gobierno que tenga intenciones de educar a su pueblo para una vida mejor sería la de enseñarles a comer. La buena alimentación no es cara; vale más un litro de refresco que un litro de leche. Las frutas y las verduras nos nutren y cuestan más baratas que los fritos embolsados.

Ahora bien, cuando hablamos de nutrición no solamente nos referimos a la física. Bien dice el dicho que mente sana en cuerpo sano. Si pretendemos la salud para alargar nuestra vida y disfrutarla, tenemos que pensar que existen otras áreas en donde debemos de pretender la misma salud. Por ejemplo, en el campo espiritual y cultural.

Lo mismo que pasa con la comida, en el campo de la cultura y del espíritu abundan productos en el mercado que al parecer son muy apetecibles pero cuando se les analiza no contienen los nutrimentos que el espíritu necesita. En la sociedad de mercado, los productos que principalmente se elaboran son los de úsense y deséchense; o sea, que son tan malos, que ni siquiera vale la pena guardarlos; la idea es que compres otros y cuanto más antes mejor.

En el mercado abundan los productos que tratan de satisfacer a nuestro espíritu, a nuestro intelecto, a nuestra sensibilidad. Por ejemplo, tenemos abundancia de religiones; aunque ahora la mayoría dicen ser monoteístas, del mismo dios hay muchas versiones o muchos asegunes según la interpretación de la Biblia o las conveniencias humanas que es el tamiz que debe de pasar el escrito religioso. Y por si esto no fuera suficiente, hay mucha basura escrita sobre temas afines que explotan el morbo a partir de supuestos que no están comprobados, pero que la gente tiende a creer como verdaderos y no como lo que en realidad son, como una ficción para conseguir consumidores. Caso concreto, el código Da Vinci y el Caballo de Troya.

Y si lo religioso que es lo más sagrado, tiene todas estas interpretaciones o todas estas adaptaciones según intereses, que diremos de todos los demás productos culturales que también pasan con idénticos procesos con el único fin de poder vender. Música, literatura, danza, pintura, escultura, y demás artes para consumo popular. Sobre todo, hablando de la música, en lugar de mejorar o buscar nuevas opciones de expresión, que cuando hablamos de arte de eso se trata, minimizamos las estructuras y los contenidos de tal manera que en cuanto letras y melodías, o nos dedicamos a la repetición de los mismos conceptos, para no decir, nos dedicamos a plagiar lo que todo mundo dice, el lugarzote común y corriente, y nos dedicamos a explotar los mismos ritmos facilotes.

La música popular no necesariamente tiene que ser una porquería. Pero así como la salud física debe de conformarse con el consumo de hamburguesas, aunque la obesidad sea uno de los principales problemas de nuestro pueblo, nuestro espíritu debe de conformarse con el consumo de cantantes que ni siquiera voz tienen para cantar, como la de Elizalde. Claro, desconocemos la música tarasca, y la veracruzana, la yucateca (yo tenía mi cascabel) o la chiapaneca, se nos ha ido diluyendo de tal forma que las nuevas generaciones ni siquiera la conocen.

En el campo de la ética y de la moral vamos por el mismo camino. Como los tratados de ética y de moral escrito por gente seria nos aburre, se recurre y proliferan los rengloncitos que con dos palabras te provocan el suspiro y la receta de cocina te hace aparentar que has conseguido perfeccionar tu vida. Los que andan buscando el queso y demás sandeces de superación personal deberían de darse cuena de que el queso que necesita nuestra mente es muy especial; entre otras cosas debe de ser estético y nutricio; abrirte las puertas de tu propia percepción, con todas tus necesidades que no pueden conformarse con el alimento chatarra comercial. Si le rascas, hay mucho por ahí, barato y que te reportará mejores beneficios.

Puede ser que la ética para Nicomaco te parezca antigua, o la ética para Amador de Saavater aburrida. Pero Aristóteles y el filósofo español mencionado son más profundos que lo que puede ser quien se dedica a escribir rengloncitos para engatusar a la gente, con los consejos de la abuela. Libros de superación, Juan Salvador Gaviota, o el mismo retrato del artista adolescente, o infinidad de novelas que hablan sobre el verdadero espíritu humano que no se le puede reducir al Kirscht absurdo que muchos tratan de reducirnos para hacernos consumidores de lo superfluo.

Pero si soy consumidor, por qué no he de consumir lo bueno. Insisto en lo mismo popular hay cosas mucho mejores que las que nos ofrecen los medios, el chiste es buscarlo. Es necesario quien se interese en subir el nivel educativo, cultural, espiritual, moral, cívico y ético del pueblo.

Parece que nuestras autoridades se alían a las campañas de la comida chatarra, porque según esto es lo que le gusta al pueblo. ¿Cómo anda la inseguridad? Es parte de lo mismo. Pueblo de obesos, inseguros, incultos, y lo que se agregue esta semana.

¿Qué tipo de pueblo es el que quieres?

Eso es cultura.

JOLHE @hotmail.com

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