El saldo de la tragedia fue de 77 personas fallecidas y más de un centenar de heridos. (ESPECIAL)
En Noruega, específicamente en el distrito gubernamental de Oslo, capital del país, y la isla de Utoya, el 22 de julio del año 2011 ocurrió una tragedia nacional que se vio incluso condenada por la comunidad internacional, dos atentados cometidos por un joven empresario islamófobo y de ideología nacionalista.
Dichos ataques consistieron en una explosión, en el caso de Oslo, y un tiroteo registrado en Utoya. El saldo de la tragedia fue de 77 personas fallecidas y más de un centenar de heridos.
El responsable del atentado, que logró ser detenido, es identificado como Anders Behring Breivik, un empresario que es vinculado con la comunidad francmasona, descrito como un simpatizante radical de la extrema derecha y del que se dice, había subido a la red un manifiesto de mil 500 páginas, así como un video donde mostraba su rechazo al “marxismo” y se declaraba como contrario a la sociedad multicultural.
En el momento del ataque Breivik vestía de policía, la gente lo confundió con un oficial real y siguió sus órdenes de reunirse. Posteriormente, Anders, que portaba una pistola y un rifle, abrió fuego contra las personas, quienes reportaron que el tiroteo duró alrededor de 45 minutos. La policía llegó al lugar 47 minutos después de los ataques y dos minutos después Breivik se entregó a ellos.
Durante su juicio, el responsable de esta tragedia se defendió con base en argumentos ideológicos, y aunque se solicitó que fuera ingresado a un psiquiátrico, Breivik respondió asumiendo su responsabilidad penal y justificando los ataques.
