Cultura

El esclavo olvidado de Velázquez

Juan de Pareja aprovechó la influencia de su amo y desarrolló sus dotes artísticos

Personaje. Retrato de Juan de Pareja realizado por Diego Velázquez en 1650 y actualmente exhibido en el Met de Nueva York.

Personaje. Retrato de Juan de Pareja realizado por Diego Velázquez en 1650 y actualmente exhibido en el Met de Nueva York.

SAÚL RODRÍGUEZ

Hoy se cumplen 422 años desde que se registrara el bautizo del pintor español Diego Velázquez en la iglesia de San Pedro, en Sevilla. Recordar a este maestro supone la contemplación de sus obras, la observación de sus trazos y la admiración por la forma en que revolucionó el manejo de la luz en el arte pictórico.

Sin embargo, hoy esa luz redirecciona un poco su haz y se coloca en un nombre asechado constantemente por el capricho del olvido. Este nombre, acuñado en Juan de Pareja, acompañó durante muchos años a Velázquez, pues era su esclavo y también fungió como su colaborador.

ORIGEN

Juan de Pareja nació en 1610 en Antequera, ciudad española actualmente perteneciente a la provincia de Málaga, comunidad autónoma de Andalucía. Según el tratadista y también pintor Antonio Palomino (1655-1726), De Pareja tenía orígenes moriscos, "de generación mestiza y color extraño".

Según la novela histórica El esclavo de Velázquez (SUMA, 2014) de Fernando Villaverde, Juan de Pareja nació siendo esclavo en el latifundio de Jerónimo Matías de Rojas y Rojas, un señor de Antequera, quien más tarde lo llevaría a Sevilla para ponerlo a las órdenes de Diego Velázquez, pintor ambicioso que en ese momento emprendía su viaje a Madrid para unirse a la Corte de Felipe IV.

En el artículo El olvido de las obras del esclavo pintor Juan de Pareja, incluido en el libro Imágenes perdidas. Censura, olvido, descuido (CAIA, 2007), la investigadora Carmen Fracchia escribe que "en la sociedad esclavista de la España imperial, los artistas, como la mayoría de la población urbana, poseían uno o más esclavos". Pintores como Vicente Carducho y Francisco Pacheco (maestro de Diego Velázquez), también tenían esclavos a su disposición.

Así, los registros históricos aseguran que Juan de Pareja fue esclavo de Diego Velázquez en la Corte del rey Felipe IV. Allí, su estancia no pasó desapercibida. De Pareja sabía leer y escribir, por lo que actuó de testigo legal de Velázquez en varios documentos fechados entre 1634 y 1653. Por lo tanto, contrario a la concepción que suele edificar al mencionar la palabra "esclavo", De Pareja no era ningún ignorante y su talento pronto adoptó el oficio de su amo a través de los pinceles, además de las típicas tareas esclavistas de sólo moler colores y aparejar lienzos.

Incluso, en la mitología que genera la figura de Velázquez, se traza una anécdota donde Felipe IV, al percatarse de los dotes pictóricos de Juan de Pareja, mientras este pintaba a escondidas de su amo, se dirige al morisco para comentarle: "... quien tiene esta habilidad, no puede ser esclavo".

DE ESCLAVO A LIBERTO

En 1649, Velázquez viajó por segunda vez a Italia (su primera estancia fue de 1629 a 1631) pero en esta ocasión iba acompañado de su esclavo Juan de Pareja.

Para Velázquez, uno de los objetivos principales de este viaje era comprar cuadros de grandes artistas para la colección de la Corte española, pues además de pintor, el sevillano también era una especie de embajador de Felipe IV.

En su diplomacia, Velázquez ofreció sus servicios para pintar al papa Inocencio X. Sin embargo, el jerarca de la Iglesia católica dijo no conocer la obra del español y le pidió que llevase un trabajo de su autoría para poder evaluarlo y autorizar el retrato.

Velázquez no llevaba ninguna obra suya en ese momento, así que, algo golpeado en su orgullo, tomó a su esclavo Juan de Pareja de modelo y le realizó un retrato. Enseguida, le mostró la obra al papa, quien quedó admirado y accedió a ser pintado por Velázquez.

El cuadro de Juan de Pareja fue expuesto en el Panteón de Roma en 1650, con motivo de las fiestas de San José. Actualmente forma parte de la colección del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Met), donde ingresó en 1971.

Según información del Museo del Prado, en 1654 Velázquez decidió otorgarle la manumisión a De Pareja (algo poco común para los españoles), quien ya liberto, tomó la decisión de seguir acompañando a su maestro a la par que emprendía su carrera en solitario.

INFLUENCIAS

Es innegable la influencia de Velázquez en las obras de Juan de Pareja. El discípulo emuló una técnica similar a a la que el sevillano empleaba en el manejo de la luz.

Quizá una de sus obras más emblemáticas es La vocación de San Mateo. Realizada en 1661, se trata de un óleo sobre lienzo de 225 por 325 centímetros que actualmente se alberga en el Museo del Prado de Madrid.

Esta obra tiende a un barroquismo donde Jesucristo aparece llamando a San Mateo para el apostolado. En el cuadro, Juan de Pareja aparece autoretratado, empleando un enfoque similar al retrato que su maestro Diego Velázquez le realizase en Roma años antes.

Otro cuadro donde se puede apreciar la influencia del sevillano es el Retrato del arquitecto José Ratés Dalmau, donde De Pareja empleó una luz similar a los retratos de Velázquez. Incluso, el tratamiento psicológico del personaje recuerda mucho a las técnicas empleadas por el autor de Las meninas (1656).

Este cuadro se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

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