Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

NUEVAS REALIDADES

FLOR A. VARGAS CORTÉS

Estamos próximos a retomar la vida exterior que pusimos en pausa antes del confinamiento.

Sin embargo, las cosas no podrán ser como las dejamos antes de recogernos. El mundo siguió su curso y lo que nos empujó a incorporar la realidad digital a nuestra vida ordinaria, de una forma más extensa, indiscutiblemente no se va a ir: más aún, nos seguirá acompañando ahora en una nueva "normalidad".

Así, se acuña un nuevo término: "Phygital". Seguramente habrá uno castellanizado, pues su origen proviene del inglés de las palabras "physical" y "digital".

Este nuevo vocablo encierra algo que ha estado conviviendo intensamente con nosotros desde hace más de un año y que, poco a poco, nos ha ido arrastrando a voltear a ver a los dispositivos electrónicos como una herramienta inseparable, no sólo por el entretenimiento que en ellos podemos encontrar, sino porque su conexión a internet nos ha permitido comprar, contratar servicios, informarnos y por supuesto, trabajar.

Considerando que, a nivel mundial, el 87% de la población cuenta con un celular, tableta o computadora a su alcance, se abre la posibilidad infinita de nuevas reglas económicas, políticas, legales, sociales y culturales. Ahora bien, los que nacimos antes del surgimiento del internet y que nos hemos tenido que ir adaptando, también hemos sido testigos cómo, para las nuevas generaciones, el avance tecnológico es algo como algo muy natural, pues muchos de ellos la dominan incluso antes de hablar o caminar.

Aún así, para la gente mayor de 60 años, adaptarse ha significado menos trabajo durante la pandemia que si no hubiera habido, pues fue una necesidad aprender. 

Este incremento en el uso de datos para muchas de las actividades diarias trae como consecuencia dejar un rastro digital en la red. Ahora entramos al dilema de qué tanta información hemos entregado y a quiénes. Por el otro lado, las empresas cuentan con muchos más detalles de sus clientes, actuales o potenciales, para adecuar con mayor precisión sus ofertas y comunicación.

Y son, precisamente la gente más joven quien deja más rastros. En otras palabras, esos posibles clientes nos están diciendo, con mucha antelación, datos históricos que permitan hacer proyecciones de acuerdo a su comportamiento y todo tan lejos como un "click". 

Esto nos abre una ventana muy importante sobre la educación a los hijos. Qué les permitimos y qué les limitamos se convierte en una tarea más relevante, todavía, para cuidarlos y enseñarles a cuidarse. Una nueva versión de lo que, cuando era pequeña, advertían los mayores: no hables con extraños. Hoy sería: no accedas a sitios extraños.

Sin duda, el regreso a la nueva "normalidad" será como haber bajado de un vehículo que nos mantuvo suspendidos en el tiempo y espacio, mientras el planeta seguía girando. Habrá que ajustarse con los pies en la tierra.

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