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DEPRESIÓN

ALEJANDRO TOVAR

Se le llama a la depresión, sentimiento ambivalente, porque el enfermo experimenta en el mismo momento sentimiento de amor y hostilidad. Para Sigmund Freud (1856—1939). El famoso médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y figura intelectual del Siglo XX, consideraba al estado de ánimo depresivo como una forma de adaptación, que funciona como mecanismo de defensa pero que además, demencia y depresión, coexisten.

¿Y quién no puede caer en esas garras con el encierro que hemos vivido? Seguro que cualquiera de nosotros, que ya nos emocionamos poco o casi nada si el Bayern es de nuevo campeón en Alemania y el polaco Lewandowski es goleador por tercera vez consecutiva, igualando a un fenómeno como Muller. Como que no conmueve a nadie, celebran con gritos ahogados en estadios vacíos y hasta los abrazos y las sonrisas de los jugadores compiten con todas las sombras.

De repente te simpatiza la alegría desbocada de Jurgen Klopp, cuando después de muchos años hace que Liverpool vuelva a ser campeón pero tampoco es una conmoción mundial, algo que también preocupa, pues se advierte cierto deterioro de la función cognitiva, que uno ruega porque no sea propio de un síndrome de naturaleza crónica y progresiva, así que reír aunque sea de nada.

Es mentira que haya disminución de las funciones intelectuales, con pérdida de la memoria y del pensamiento, que por el contrario parece más despierto que nunca apegado a sobrevivir y de repente reacciona si el Madrid toma vuelos hacia el campeonato, mientras Setién no encuentra los trucos necesarios para enderezar por completo al Barcelona y Gattuso pone a Lozano para que lo vean y logren venderlo.

Con el futuro de todos en pausa, con el mundo cambiando a diario y con nosotros mismos en plena mutación cultural, debemos agilizarnos a obtener ese vitalismo necesario para cantarle al dolor y al amor, aguzar nuestros órganos sensoriales, para que sean reporteros de tiempo completo. Solo ojos y oídos vigilantes darán la información para un cerebro que precisa de realidades, que no puede estar sufriendo por el pasado y menos intuyendo lo que viene mañana.

El hoy es lo único real con que contamos. Antes queríamos salir de nosotros mismos, ser otros gracias a la fantasía, cuando la realidad es salir indemnes de esta guerra y mirar de reojo el torneo de tv que viene con Televisa y Azteca en mancuerna desesperada por el rating y por vender, sin dar espacio a las cadenas de cable, que tendrán que mirar desde lejos el fulgor de esas batallas.

Salvo que en estas últimas semanas antes de la reanudación de la liga Santos Laguna ofrezca situaciones novedosas o interesantes, el factor resignación será obligado, con el traslado del grupo hacia las regiones de la mediocridad, que será de un grupo nutrido, porque el sistema de competencia, lo provoca. Además, sin Lozano y Orozco, su mejor jugador y el arquero y capitán.

Con el silencio acostumbrado del joven Dante, encargado del tenderete local, cabe especular. Sin Culebra y Rivero, ¿juegan Aguirre y Furch arriba? Será el tiempo ideal para que Garnica, Valdés y sobre todo Ayrton muestren que son regulares, confiables y capaces. Ellos deben enrolarse a una visión imaginativa contra lo común y dejar de ser esclavos de lo ordinario.

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