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Nada nuevo bajo el sol

Pareciera que el sino del mexicano es correr tras el viento en pos de una quimera. Vivimos en una eterna contradicción, en un absurdo perenne. Lo hacemos cuando aplazamos, posponemos, o retrasamos actividades que podríamos hacer el día de hoy y lo dejamos para mañana, para después; cuando fijamos expectativas por encima de nuestras posibilidades reales; cuando perseguimos una utopía; cuando nos aferramos a un hierro candente con la esperanza de vivir una serie de cambios, que muy dentro de nosotros sabemos no ocurrirán tal cual nos describen los discursos de AMLO.

Y no es que el presidente electo se haya propuesto engañarnos, sino que, él mismo vive un escenario engañoso, simulado, ficticio, un mundo de palabras y promesas huecas. Él no ve la realidad y sus hijos: los hechos.

Desafortunadamente, para que AMLO pudiera ganar la presidencia tuvo que aceptar en sus filas, sin restricciones, a cualquier político, aunque tuviera un negro historial como funcionario o servidor público. Una de las razones que esgrimió en ese aspecto, fue que todo hombre cambia y que quienes fueron corruptos dejarían de serlo tan sólo porque él siendo presidente no es corrupto.

Uno de los pilares en los que se sustenta la Cuarta Transformación es la austeridad republicana; propuesta que, por supuesto, nadie que gane bien iba a aceptar. Y eso fue exactamente lo que vimos y leímos. El primer sector que brincó contra la austeridad fue la SCJN; y ésta, fue punta de lanza para que otros sectores se opusieran.

A cinco semanas de haber iniciado formalmente los trabajos en el Congreso, los ocho grupos parlamentarios en la cámara de diputados, en franca rebeldía contra el plan de austeridad, se auto aprobaron partidas millonarias bajo el manto de opacidad, toda vez que el concepto es “subvenciones ordinaria fija y variable, así como otros conceptos”.

La noticia fue sepultada bajo la avalancha de información; por una rara coincidencia, una cortina de humo ocultó este hecho que habla por sí mismo, respecto de la línea que los diputados habrán de seguir a lo largo de tres años. Ya no se abundó en el tema: “Palo dado ni Dios lo quita”.

Traigo a colación el tema, porque esta nota publicada el 5 de octubre en El Universal, en la que se especifica que la aprobación de subvenciones fue el 25 de septiembre y detalla el monto millonario: 342 millones, 478 mil pesos, en total, se aplicará en pago de asesores, medios de comunicación, remodelación de oficinas, pago de gasolinas (¿no que no?), y otros gastos de los que no se informa a la Auditoría Superior de la Federación. Tal omisión de información implica opacidad. ¿o no?

El concepto es claro: Una subvención es una “cantidad de dinero que se concede a una persona, una entidad o una institución como ayuda económica para realizar una obra o para su mantenimiento, especialmente la que se recibe del Estado o de un organismo oficial”

Si quienes votamos por AMLO, hartos de una administración corrupta, esperamos un cambio en el modelo económico, y que éste se refleje en el Statu quo, en una mejora de la economía familiar, quizás debamos esperar sentados; pues parece que no hay congruencia entre las ideas del próximo titular del Ejecutivo con los líderes del Legislativo, y obviamente tampoco con los del Poder Judicial.

Una a una, lentamente como las hojas caen en otoño, así están cayendo las promesas machaconamente repetidas por AMLO.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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