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Demografía y permisos de construcción

JULIO FAESLER

Me parece muy correcto que Layda Sansores, inaugure su gestión frente a la recién creada Alcaldía de Álvaro Obregón de la ciudad de México desautorizando la construcción de portentosos edificios de departamentos que dañarían el equilibrio ecológico de la región.

Las razones para esta decisión son varias y válidas para muchas otras ciudades mexicanas. En primer lugar está la necesidad de detener la aparición de grandes construcciones que implican consumos de agua potable muy por encima de las frágiles capacidades de abastecimiento con que cuentan las instalaciones existentes. En segundo lugar está el obligado aumento de servicios municipales, ampliación y reparación de calles y parques, de vigilancia y policía y la atención a desechos que tienen que realizarse. Añádense los congestionamientos del tráfico que significa la multiplicación sin un orden debidamente aprobado por los ciudadanos de edificios de departamentos u oficinas que abusan y alteran los usos de suelo autorizados.

Las normas de la Ciudad de México que rigen la autorización de nuevos edificios suelen ser razonables, ya que pretenden aspectos remediar problemas ya mencionados y su violación suele deberse a la más simple variedad de corrupción. La nueva alcaldesa tiene la intención de terminar con ese conocido fenómeno que es uno de los muchos que lastran a la eficacia de la función pública. La revisión de cada uno de los casos de construcciones de edificios de departamentos para vivienda u oficinas demás de requerir un trabajo detallado es compleja en cuanto implica oponerse con gran firmeza las millonarias presiones que se hacen valer a los encargados de aplicarlos precisamente para nulificar muy necesarios criterios y reglamentos.

El interés anti-ecológico es hoy día predominante y la obtención de las autorizaciones, con mayor o menor facilidad, suele ser el más definitorio para obtener la licencia que apoya la autorización. Es a la vez el aspecto más crítico de todos para proteger la vida humana y la del planeta que todos compartimos.

El caso de la ciudad de México es importante porque los temas que ahí están en juego coincide en muchas de las ciudades de la república cuyo crecimiento rebasa las dimensiones conocidas. Ciudades como Saltillo o Torreón que las estadísticas le asignan una población de 818,000 y 700,000 respectivamente o Guadalajara, Monterrey, Puebla, Chihuahua, Ciudad Juárez, Saltillo o Tijuana requieren una atención detallada por parte de los presidentes municipales que tienen la responsabilidad de asegurar a sus gobernados las condiciones dignas para sus comunidades.

El crecimiento demográfico es un factor que afecta a todas ciudades del mundo. El aumento en la población, sea por crecimiento demográfico natural y previsible o por la instalación de nuevos centros de producción, aunque sean signos de progreso requieren, en primer lugar que la construcción de casas y edificios no deteriore la calidad de vida de los habitantes. Ello hace necesario que los consejos o comités de vigilancia estén integrados con ciudadanos, generalmente vecinos, que sean informados oportunamente de las solicitudes de construcción que estén en trámite en cada momento. El problema practico más serio para un alcalde o presidente municipal es que los integrantes ciudadanos de dichos se desentiendan de su responsabilidad, que caigan en extremismos políticos o lo que es trágico en la venta de autorizaciones todo lo cual distorsiona la eficacia de sus resoluciones.

El crecimiento demográfico y dentro de él, la mayor proporción de población que se ha trasladado a las ciudades en los últimos años es uno de los resultados del abandono del campo hecho posible por la mayor productividad agrícola que coincide con la industrialización y aumento de actividades de servicio que se concentra en las ciudades. Actualmente más del 80% de la población de México está "urbanizada" y es inevitable que el porcentaje crezca. Aunque aumente la "suburbanización" que alivie la población en los centros históricos de las ciudades, no se reduce la tendencia hacia la urbanización de la población mundial. Por el contrario se calcula que para 2050 México tendrá 150 millones de habitantes y 85% de población urbana.

La instalación de plantas industriales generalmente saludadas como señal de progreso local, tiene que realizarse en combinación con los elementos que aseguren vida digna de los trabajadores. Los muy acreditados parques industriales, son simples plataformas para instalar en ellas los locales para empresas, y por ello no aportan soluciones, sino agravan los problemas de movilidad y de alojamiento habitacional y que desde luego los municipios tienen que resolver.

El país no requiere más parques industriales o "zonas económicas especiales". Lo que se necesita es la multiplicación de verdaderos polos de desarrollo que crean centros integrados de vida comunitaria.

Los grandes problemas que vienen con el aumento demográfico de México y que se expresan en la pretensión de resolverlos con construcciones que los agravan tienen que solucionarse desde sus etapas iniciales, al nivel de las autorizaciones de las alcaldías y los municipios. Es por eso que la decisión de la flamanate alcaldesa de Álvaro Obregón, Layda Sansores, es en todos sentidos un ejemplo de lo que hay que hacer.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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