Columnas la Laguna

IBERO TRANSFORMA

LA SAL DE LA TIERRA

POR SERGIO GARZA SALDÍVAR

El título de este artículo es el de uno de los documentales que más me han impactado. Se trata del que nos ofrece el hijo del famoso fotógrafo Sebastiao Salgado, junto con la codirección de Wim Wenders; es una retrospectiva del trabajo que, durante décadas, ha realizado su padre.

Este fotógrafo brasileño, nacido en 1944, estudió economía y trabajó para el Banco Mundial en diferentes países europeos. Cuando estaba por cumplir los 30 años y su carrera profesional comenzaba a despuntar, decidió abandonarla para dedicarse a lo que realmente le apasionaba: la fotografía. Casado y ya con un hijo pequeño (que luego será el codirector de este film), decide emprender viajes a sitios remotos y poco conocidos, acercarse a realidades sociales ocultas a los ojos del primer mundo. Esa decisión le permitió ser testigo presencial de diversos conflictos internacionales, hambrunas, éxodos, migraciones, matanzas.

El documental “La sal de la tierra”, recoge parte del trabajo de Salgado y a la vez lo va recreando a través de la entrevista que Wenders le realiza: “Cuántas veces tiré al suelo la cámara para llorar por ver lo que veía”. “Cuando llegué al borde de ese inmenso agujero, vi pasar ante mí en fracciones de segundo, la historia de la humanidad. La historia de la construcción de las pirámides, la torre de Babel, las minas del rey Salomón.” “Yo vi a ese padre acercarse con el cuerpo de su hijo pequeño y arrojarlo a ese montón de cadáveres, para luego retirarse y seguir charlando con su amigo”. “Un fotógrafo es, literalmente, alguien que dibuja con la luz. Alguien que escribe y reescribe el mundo con luces y sombras.” Son sólo algunas frases que de muchos modos nos permiten vislumbrar esas imágenes.

La Sal de la tierra es un documental que debe verse pero que no cualquiera puede ver. La síntesis visual de la historia contemporánea, de la vida humana, de la psique; un intento por entender esta realidad heterogénea, tan diversa, múltiple. Y que al mismo tiempo nos parece banal en tantos momentos; nos parece escandalosa en cosas tan simples. Pero también es un gesto de amor.

Hay momentos en los que no se trata ya de contar muertos, sino de dejar que los muertos nos cuenten a nosotros, nos den su testimonio; nos digan sus historias, sus tragedias, sus adioses. Dejar que nos hablen y nunca olvidar lo que nos dicen.

En una entrevista, Wenders plantea: “A diferencia de muchos otros fotógrafos, él quiere transmitir emociones, no la pobreza o la miseria. Es por eso que uno no se puede proteger de sus fotografías. No son informativas, no es la ilustración de una idea sino de una relación íntima. Él quiere fotografiar lo que la persona tiene que decir”.

Aunque la experiencia al mirar este documental es intensa, en momentos dolorosa y que nos provoca una sensación de desesperanza; en la última parte aborda uno de los trabajos más recientes de Salgado: “Génesis”. Ahí nos ofrece el descubrimiento de territorios vírgenes, de fauna y flora silvestres, y de paisajes grandiosos como parte de un gran proyecto fotográfico que es un tributo a la belleza del planeta. La sal de la tierra, un testimonio realista de lo que somos los seres humanos.

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