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La efímera luna de miel

Se dice y con razón que una cosa es el enamoramiento y otra el amor verdadero; el primero implica enajenación, ceguera, distorsión de la realidad, ausencia de la razón; el segundo un equilibrio y asentamiento de los impulsos, emociones y claridad de sentimientos, el regreso de la razón, la retoma de conciencia y percepción de la realidad. Esto, llevado al plano de la política nacional, nos dejaría a los mexicanos como enajenados ante quien acogió las esperanzas, enarboló el enojo social contra los regímenes precedentes y se configuró como el Hidalgo de la Mancha (o de la Macuspana) cuya misión sería “desfacer entuertos”, o como el príncipe azul que ha prometido llevarnos a buen puerto con mejores condiciones de existencia material, aunque esto implique temporalmente vivir en austeridad, condición que para la generalidad de los mexicanos no es un sacrificio, puesto que así es como hemos estado en los últimos años.

También se dice que nada es para siempre, lo cual es una perogrullada, considerando que la vida es un río cuyas aguas no regresan al manantial; y en este sentido, habría que pensar en la tan anunciada Cuarta Transformación de México propuesta por AMLO, plasmada en su proyecto de nación lleno de promesas de cambios radicales en el establishment, que implicaría consecuentemente cambios en las formas (y fondo) de la política nacional y en la vida cotidiana de los mexicanos, cuando menos por cinco años y 10 meses. ¿Llegará, AMLO, en ese corto lapso a transformar el statu quo en México?

Sabido es que no todo es lo que parece, y no todo lo que promete el novio cumple a la novia, y menos cuando el matrimonio se ha consumado. ¿Cuánto durará el abrazo con los empresarios? ¿Cuánto tiempo perdurarán las cartas de amor con Donad Trump?

Las expectativas generadas por AMLO y Morena llegaron a niveles utópicos, y aunque es válido soñar, no lo es tanto cuando las condiciones económicas son adversas en demasía. Y cuando el gobierno demora en el cumplimiento de sus promesas o éstas no corresponden en cantidad y/o calidad, entonces, igual que las hojas se van secando por falta de humedad y finalmente caen; así las esperanzas terminan por apagarse.

Algunos proyectos se han acrecentado, como ocurre con el Tren Maya, en cuyo trayecto original no se había incluido a Yucatán, y que podría ser un detonante para el turismo, pero que entre otras desventajas amenaza la cultura y tradición de los pueblos rurales del sureste; mientras que otros se han minimizado, tales como la reforma energética, punta de lanza en la campaña presidencial, donde AMLO se erigió como defensor patriota de los bienes de la nación, y que ahora su narrativa ha quedado en simple revisión de un centenar de contratos, de los cuales, aunque mucho de ellos sean leoninos, podrían pasarse por alto como botón de muestra del “borrón y cuenta nueva”.

La tan anunciada austeridad republicana empieza a incomodar a quienes perciben sueldos muy por encima de lo que ganaría el presidente electo; tal es el caso de algunos legisladores que han externado su inconformidad, arguyendo cínicamente que de bajarles el sueldo no les alcanzaría para continuar su acostumbrado tren de vida.

Bueno sería que alguien le dijera al presidente electo, que sólo es un hombre; que nada es para siempre, que asuma las cosas con calma, que no tome decisiones apresuradas; que “es mejor paso que dure y no trote que canse”, que quien no despega los pies de la tierra tiene siempre una idea de su real estatura, pues como van las cosas, la luna de miel empieza a tornarse insípida.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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