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¿Saben hoy tantos jóvenes qué es ser casto?

Hace unos días leía estas notas sobre una virtud olvidada en los medios y me pareció interesante reproducirlas: “¿Saben hoy tantos jóvenes qué es ser casto? ¿Saben qué es vivir castamente el amor siendo novios? ¿Se acuerdan los novios de estas palabras del Catecismo de la Iglesia Católica?”:

“Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad” (n. 2350).

¿Está en el oído y en el corazón de tantos jóvenes, la palabra virginidad: o sea, llegar virgen al matrimonio, él y ella? Y nos podemos también preguntar: ¿recuerdan los casados estas otras palabras del mismo Catecismo:

“La sexualidad [...] mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte” (n. 2361).

Enric Barrull Casals

Girona, España

Cada uno debe descubrir el camino

Cada uno debe descubrir el camino. En los tiempos que corren vemos con preocupación que hay pocos jóvenes dispuestos a entrar en el seminario, que hay congregaciones religiosas que prácticamente se extinguen, por falta de vocaciones. Pero también vemos lugares donde hay muchas vocaciones al sacerdocio, sobre todo fuera del mundo occidental, en el norte de Europa, en África, en Sudamérica. ¿Qué es lo que cambia?

Parece bastante evidente que un ambiente hedonista, materialista, dificulta la vida de oración. Es mucho más difícil que un muchacho se puede encontrar con Dios en medio de la frivolidad propia de los jóvenes en Occidente. Descubrir qué es lo que Dios quiere de cada uno presupone madurez. Hace 40 o 50 años había muchos jóvenes de 14 o 16 años con bastante madurez. La egolatría del consumismo impide ese proceso y nos encontramos con adolescentes caprichosos con 30 años.

La vida de oración, la intimidad con Dios precisa generosidad, capacidad de entrega, virtudes humanas y, desde luego, virtudes sobrenaturales. Hay pocos ambientes en nuestro mundo occidental que faciliten esas actitudes.

José Morales Martín

Girona, España.

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