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Lluvias atípicas o infraestructura deficiente

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Entre el martes y el sábado de la semana pasada nos llovieron aproximadamente 162.5 mm de agua, aproximadamente el 70.7% del promedio anual registrado para nuestra región. Se trata de una precipitación pluvial típica de un desierto como en el que vivimos. El periodo de lluvias arbitrariamente se dice que inicia el día de San Juan (24 de junio) y que termina a finales del mes de septiembre, los siguientes meses de octubre a mayo, llueve muy poco, en general varía entre un 5% y un 10% del promedio anual. Una lluvia atípica se podría considerar en primer término cuando lo dicho antes se invierte, esto es, que un porcentaje importante de lluvia ocurra en los meses que normalmente no llueve o cuando sin importar el periodo la magnitud de las lluvias supera notablemente al promedio registrado.

Por otro lado, la irregular distribución de las lluvias en el periodo en el que deberían de ocurrir, es también una característica importante de las zonas áridas y semiáridas. Dependiendo de las condiciones atmosféricas, es probable que ocurra en forma de aguaceros torrenciales, trombas o chubascos, lo cual quiere decir que los 240 mm de lluvia que se registran como promedio anual para nuestra región, pueden caer en unas horas o en días, como es el caso que estamos comentando. En ocasiones también la lluvia puede ser tupida y con gota pequeña, lo que nosotros llamamos "chipi chipi", que moja y puede provocar goteras pero no inundaciones inesperadas. La distribución proporcional de las lluvias en el periodo correspondiente es la característica más esperada y deseable, pero como ya se mencionó, no siempre sucede. Todo esto es normal que ocurra en una región árida y semiárida como la nuestra, no es atípico.

¿Pero qué pasa cuando se combinan la intensidad y duración de una lluvia con un drenaje superficial y subterráneo deficiente, y además lleno de basura? una verdadera tragedia para todos, pero sobretodo para aquellos que viven en lugares bajos hacia donde el agua encuentra temporalmente una salida y cuyo aumento de nivel ocurre desgraciadamente dentro y fuera de las casas. Peor se pone cuando el agua alcanza el sistema de alcantarillado y se cuela buscando una salida en los estrechos y ya insuficientes tubos: el agua se extiende con fuerza hasta los sistemas de drenaje de las casas, mezclandose con las aguas negras que brotan por los resumideros, la contaminación resulta insoportable y si el nivel del agua sigue subiendo no queda más remedio que abandonar el hogar y convertirse en damnificado. Esto le ocurrió a muchas personas que tuvieron que salir de su casa y refugiarse en casas de parientes o en los albergues habilitados ante la emergencia. Sólo cada quien puede contar su historia.

Se nos han olvidado algunas cosas que aunque parecen obvias nos cuesta trabajo recordarlas, hemos puesto sobre la topografía natural del terreno de la Comarca un manto de asfalto y casas de ladrillo con techos de concreto que, por un lado, conserva parte de dicha topografía pero, por el otro, ha causado modificaciones que impiden el flujo natural del agua hacia las partes más bajas de esta porción de la cuenca donde vivimos. El resultado todos lo conocemos, anegamiento de calles y formación de lagunas en aquellas depresiones que ya de por sí existían y en las creadas de manera artificial. Muchas colonias de Torreón y Gómez Palacio se encuentran construidas en las mencionadas depresiones, en estas colonias los vecinos ven con incertidumbre y desasosiego como se humedecen sus casas que ponen en riesgo no sólo la inversión de su vida sino también la integridad de sus seres queridos.

La zona metropolitana es sinónimo de crecimiento desordenado, sin planeación, sin consideración de los impactos ambientales, por eso ahora mismo muchas personas ven en riesgo su patrimonio familiar, es la antitesis de un crecimiento sostenible. Es tiempo de pensar en soluciones factibles, el drenaje pluvial siempre se atora cuando se incluye en el análisis la frecuencia con que ocurre la combinación fatal mencionada antes, existen sistemas de drenaje para zonas áridas y semiáridas que imitan a la naturaleza y que ya se han aplicado con éxito en otras ciudades. Además tienen la gran ventaja de ser mucho más baratos que otros sistemas y la de crear un miniciclo del agua en la ciudad. Algunos le llaman a este enfoque infraestructura verde, está muy desarrollado y puede ser retomado por aquellos que estudian la ingeniería ambiental, los urbanistas, arquitectos e ingenieros civiles.

Pero mientras esto ocurre, reitero lo que antes había escrito en esta misma columna: "la responsabilidad de las autoridades se debe mostrar ahora mismo, son necesarios estudios casuísticos que resuelvan de una vez y para siempre los problemas puntuales de cada una de las áreas afectadas". Estas soluciones pueden integrarse en un mediano plazo a un sistema de drenaje sostenible.

Finalmente, son tiempos de mostrar nuestra solidaridad con aquellas personas que han sufrido la pérdida de sus bienes, acudiendo a los centros de acopio donde están recibiendo donaciones en especie como agua, alimentos no perecederos, ropa, calzado, pañales, frazadas, papel sanitario, entre otros.

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