Invitada. La investigadora Regina Crespo participó en un foro en la edición 21 de la Feria Internacional del Libro de Coahuila 2018.
La traductora, investigadora y maestra brasileña Regina Crespo, visitó la Feria Internacional del Libro de Coahuila 2018, para participar en la mesa: "La maldición que salva: escritura, lectura y visión femenina del mundo".
Además de compartir e intercambiar ideas con algunos de los asistentes al foro del libro y la lectura, también compartió con colegas y amigos con los que se encontró durante su estancia en el estado.
En una conversación con El Siglo de Torreón, reconoció, que aún, cuando ha promovido la visión femenina de la realidad; tiene un poco de dudas con respecto a las clasificaciones, porque cuando una obra es buena, es simplemente buena, y es literatura.
"Aveces tengo un poco de miedo de caer en rótulos, porque incluso eso nunca se le pregunta a los hombres, si es literatura masculina. Siempre hay estás búsquedas por encasillar algún tipo de producción, y esto aveces es necesario políticamente para hacer más visibles cierto tipos de obras porque el momento así lo requiere".
Y es que para la doctora en historia social, cuando cualquier manifestación se vuelve una línea especifica de producción, prefiere alejarse, pero cuando se da en un momento circunstancial, si puede ser necesaria políticamente hablando, pero no como una manifestación que se quede como un género especifico.
En la conversación, recordamos voces femeninas y cercanas a los lectores mexicanos, entre tantas, las de Alejandra Pizarnik y Clarice Lispector; mujeres, con un legado universal para la literatura, más allá de las etiquetas, con personajes tan femeninos, como alejados del activismo.
"Claro, buen punto. Porque Clarice nunca fue una militante feminista; pero es interesante está veta que la critica tiene que percibir, este despertar de una nueva escritura, ese momento de iluminación que es distinto, que abre caminos y no depende de una voluntad, sino de una calidad, y entonces si, claro, es necesario buscar esas voces.
Por su puesto, nosotras, las mujeres siempre estamos en desventaja, porque el mundo es de los hombres, porque vivimos en una sociedad patriarcal, machista, y tenemos en contra nuestra el hora".
Aun cuando la literatura, es, sigue y seguirá siendo, literatura, para la investigadora brasileña no siempre se escapa de la discusión del feminismo, pero es y debe ser retratada como lo que es, un fenómeno.
"Todos los intentos de reivindicación que vivimos ahora, ante esta ola mundial de conservadurismo, ignorancia, intolerancia, hace que nos tachen de feminazis, lo que antes era un grito de justicia ahora es tachado de imposición de las minorías en un mundo que dicen no es injusto, donde los hombres, pobres, sufren; como si fuera una pelea de niños de escuela, eso explica el incremento de feminicidios, intolerancia, la normalización y banalización de la violencia, un modus vivendi".
Regina explica que en ese sentido, voces como las de Pizarnik o Lispector, son garbanzos de libra, en un mundo regido por la normatividad masculina, y se debe seguir luchando para que esa obra tenga el valor que se merece.
CONTRA LA VIOLENCIA LA PALABRA
En un mundo saturado por la información, y donde la memoria suele ser a corto plazo, un punto fundamental que aborda la investigadora es la necesidad de que las nuevas generaciones, reconozcan, incluso desde el plano literario, que los derechos que hoy gozan, fueron el resultado de enormes batallas que emprendieron las mujeres de otro tiempo.
"Los jóvenes hoy viven muy de prisa, dejaron de tener paciencia con los tiempos, no pueden esperar, los ejercicios que hacíamos en la niñez, cuando plantábamos la semilla, veíamos crecer el fruto y hacíamos la ensalada, ya no pasan. Se impacientan por estar con el celular, y todo lo virtual es instantáneo, se perdió la historicidad de los procesos.
La banalización hizo que se perdiera el proceso histórico de lo que tuvimos que hacer muchas mujeres para llegar a donde estamos, eso facilita además que la memoria se pierda, la conciencia del costo de la lucha para llegara aquí; pero además permite que los grupos conservadores apelen a la perdida de la memoria y digan que lo que ahora las viejas que se quejan quieren, es romper la estructura de una sociedad que está bien".
La literatura explica, la maestra Crespo, es precisamente un antídoto que revive la memoria, hace visible nuestros problemas y le cuenta a las nuevas generaciones que las mujeres antes no votaban, o tuvieron que quemar el sostén para poder luchar por su libertad sexual, esa es la función, recordar este tipo de procesos históricos y de lucha.
EL SELLO DE LATINOAMERICANO
A diferencia de la literatura norteamericana o europea, realizada por mujeres, las latinas han logrado contextualizar de manera social sus historias. Han sido políticamente incorrectas y magistrales. Voces como las de Elena Garro, son ejemplo de ello, por lo que Regina Crespo explica:
"Sin duda, eso ha sido por que nosotros tenemos toda una historia de desigualdad, sin necesidad de ir a la conquista, nuestra historia nos habla de la concentración vulgar de la riqueza, la marginación, la existencia de unas elites que no tienen un proyecto ni concepto de país o sociedad, hay esta dicotomía y una distopía en nuestro continente, mientras las elites económicas que podían hacer algo por la sociedad no lo hacen, los intelectuales, que suplen esa necesidad, no tienen como realizarlo.
No hay que tirar la toalla, ni ser muy pesimistas, la literatura siempre será un antídoto, para mover conciencias, en este caso, el papel de la mujer, de nuestras mujeres. Los libros nos permiten abrir foros de discusión, de dialogo, y mientras sigan existiendo, siempre tendremos esperanza.
