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Venganza tardía

Cuando a Santiago Nieto, ex fiscal de la Fepade fue despedido porque investigaba al ex director de Pemex Emilio Lozoya, como presunto implicado en el delito de soborno, (Odebrecht), supimos que para el PRI era el fiscal incómodo, la piedra en el zapato de Peña y de muchos funcionarios que habían (han) incurrido en el delito de corrupción, y que no lo iba a permitir ¡Nomás faltaba que un huarachudo me viniera a zapatear!

En ese entonces (Oct.2017) el encargado del despacho de la PGR, Alberto Elías, se sacó de la manga un argumento infantiloide: ¡Santiago Nieto había transgredido códigos de conducta interna! Si los códigos violados fue la difusión pública de la carta que Lozoya le envió a Nieto, pues entonces Alberto Elías fue un gran hipócrita porque él también ya antes había incurrido en esa primera falta de la Ley de Responsabilidades Administrativas de Funcionarios Públicos, Art.8-V que dice: Custodiar y cuidar documentación e información que por razón de su empleo cargo o comisión tenga bajo su responsabilidad e impedir o evitar su uso indebido”, cuando en el programa de Loret de Mola, el 19 de abril, declaró “Ya tenemos a (Javier) Duarte, ahora vamos por lo que se llevó para regresarlo a los veracruzanos” Y lo sigue haciendo: violó el artículo 134 constitucional, según el INE, al actuar en forma parcial contra el precandidato presidencial de Por México al Frente, Ricardo Anaya, al difundir comunicados y videos que lo involucran en presuntas conductas ilícitas. Hipócrita que hace el trabajo sucio, o un perro fiel al sistema. No es lo mismo, pero es igual.

Este triste recuerdo, de un paso atrás al sistema de justicia, viene a cuento por el reciente despido de la auditora Muna Dora Buchahin por un supuesto conflicto de intereses, según el nuevo titular de la Auditoría Superior de la Federación, David Rogelio Colmenares Páramo, elegido por el congreso en marzo 2018, con funciones hasta 2026. ¿Ocho años? ¡Se sacó la lotería!; pero por lo visto es un auditor a modo, ya que lo primero que hizo fue hurgar en el desempeño de Muna Dora Buchahin para despedirla. El motivo era lo de menos. Lo que queda claro es que fue ella quien puso al descubierto el gran fraude de altos funcionarios, conocido como la estafa maestra. Si ella, como auditoria, hubiera sido omisa, negligente, irresponsable, apática ante este sofisticado sistema de desvío de fondos públicos no la hubieran despedido. La consigna es clara: quien está contra el gobierno, quedará fuera del erario. Justicia, arguye el nuevo titular. Venganza es lo que percibe la ciudadanía.

Ahora la pregunta es: ¿Quién sigue? ¿Quién más ha dado patadas al pesebre? Estas acciones por más sutiles que puedan presentarse, dejan un agridulce sabor de boca en quienes tenemos la esperanza de un gobierno con justicia imparcial y verdadera, no en vendettas a destiempo por un trabajo bien hecho que dejó ver la corrupción rampante, maquiavélica e inescrupulosa en las más altas esferas del gobierno.

Si con Santiago Nieto, Alberto Elías tardó menos de un mes en armar un expediente inculpatorio y sobre el caso Rosario Robles y sus compinches, no ha podido integrar expedientes; entonces tenemos a un funcionario encargado de la Procuración General de la República, a quien lo que menos le interesa es la justicia. ¡Qué pena! que tengamos funcionarios y no servidores públicos: Gran diferencia entre ambos conceptos. ¡Qué pena que tengamos un gobierno corrupto y se castigue a quienes lo evidencian públicamente. ¿Fascismo? Quizás no, todavía en la plena acepción del vocablo, pero este gobierno ha tenido tintes fascistas, de eso no hay duda. Digo, es mi humilde opinión.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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