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El espíritu de Maquiavelo en Los Pinos

Pareciera que mentir es consustancial al hombre; pero no al hombre ordinario, sino a los hombres que ha probado las mieles del poder. Mentir es distorsionar la verdad, pero también es omitirla; y en ambos casos, se deja de ser auténtico para convertirse en simulador, en hipócrita; y seguramente, en el fondo de este comportamiento hay un cimiento de egoísmo, de vanidad y desmedida ambición. La mitomanía sirve a la megalomanía; y ambas constituyen una de las muchas caras de la deshonestidad. ¿Quién puede confiar en la palabra de un mentiroso? Es difícil creer a quien en su vida ha defraudado la confianza de la ciudadanía. Y sin embargo, aquí estamos intentando creer en las promesas de alguno de los candidatos presidenciables.

“El fin justifica los medios”, esta idea cuestionable desde la óptica de la ética, parece ser el eje rector de la ideología no sólo priista, sino de cualquier color partidista. Botones de muestra hay y ha habido tantos y de todos tamaños y colores que más parece una mercería; pero lo grave es que los errores calculados maquiavélicamente o por descuido, siempre en perjuicio de los gobernados, son justificados con argumentos falaces. ¿Qué justifica, por ejemplo, el conflicto de interés en el caso de la Casa Blanca, el gasolinazo con efectos contrarios a lo prometido, el desmantelamiento de Pemex, la Estafa Maestra, en la que hubo desvíos millonarios a través de empresas fantasma y uniersidades y están involucrados funcionarios de la Administración Pública Federal y algunos rectores que se dan baños de pureza? ¿Qué justifica el uso discrecional del Ramo 23, mediante el cual se benefició a gobernadores corruptos, y a Meade, candidato presidencial le compete responsabilidad? Todo lo anterior y más, constituyen un racimo de conductas deshonestas protagonizadas por quienes nos gobiernan. El pueblo ya no siente lo duro sino lo tupido. ¡Y sin embargo, el PRI-gobierno y las instituciones fascistas siguen en pie, dispuestas a no caer, aunque para ello tengan que mentir hasta el hartazgo, siguiendo fielmente la idea de Maquiavelo: “Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado con la mentira”

“La política no tiene relación con la moral”, por lo tanto, “Quien desee éxito constante debe cambiar su conducta con los tiempos”, porque después de todo, la moral es cambiante, igual que los tiempos; y si “la promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota, es una necesidad del presente”; así que la mentira (promesa) a flor de labios, es torrente en boca de candidatos que un día romperán y justificarán, dejando rota la confianza de la ciudadanía y la esperanza de un cambio a su favor, en un punto del lejano horizonte político, en lontananza, se diría poéticamente; pero la verdad es que en la realidad no cabe la poesía.

Pero se le olvida al gobierno Peñanietista que, “las viejas ofensas no se borran con beneficios nuevos, tanto menos cuando el beneficio es inferior a la injuria”; ¿Cómo podríamos olvidar el gasolinazo, si con éste se ha dado un golpe a la economía familiar? ¿Cómo olvidar que este sexenio ha sido, si no el más corrupto, sí, el más cínico y en el que se consumó la venta de este país a las garras de los depredadores extranjeros?

¿Cómo olvidar a Rosario Robles Berlanga que lucró con la pobreza de miles de mexicanos? ¿Cómo olvidar los miles de crímenes y desapariciones forzadas, en las que directa o indirectamente estuvo (¿está?) involucrado el gobierno? Si el fantasma de Maquiavelo habita en Los Pinos, entonces, el gobierno debe tener presente que “el hombre olvida antes la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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