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EJECUCIÓN

ALEJANDRO TOVAR

Se supone que el periodismo es una manera de estar siempre inserto en la realidad. A falta de notas que compitan contra lo obvio y cotidiano, los medios buscan en el linchamiento el modo de estar inmersos en el interés popular, como si pedir justicia no bastara, sino acomodando también como muchos, el dedo en el gatillo. Todos quisieran muerto al silbante Guerrero, atizando los tiempos de encono como un sospechoso al que no se le da la presunción de inocencia.

En el futbol lo más difícil es ser árbitro, porque a nadie deja contento y su trabajo es revisado con una lupa. La tecnología recoge hasta las gotas de su transpiración y sus fallas, como sucedió, se hacen más impactantes cuando las repeticiones saturan el espacio televisivo. Si Mr. Guerrero hubiese vivido en la época de Max Robespierre (1758-1794) lo hubiesen decapitado el domingo.

Todos fallamos de cuando en cuando y no por ello en masa debemos ir al patíbulo, el arbitraje mexicano está pasando por una etapa de transición, donde habrá que dar tiempo para que varios tomen la tonalidad adecuada, a base de equivocarse y rectificar. Todos ahora mismo recordamos los pasajes negros que en su momento tuvieron los Bricio, Ramos Rizo, Bonifacio, Alcalá y el mismo Codesal, ahora maestros de la censura, tal vez creyendo que los suyos, son días sin ayer.

¿Crisis del arbitraje mexicano?, uno piensa que les falta o apoyo o mayor determinación. Hay jugadores como Gignac y otros distinguidos que les gritan, protestan, insultan sin ser sancionados, lo que no se sabe es si tienen la encomienda de aguantar o les falta fajarse en el momento justo, sacar las tarjetas e imponer su autoridad pero las dudas flotan al haber intereses en el aire.

La tv nos trae la emotiva liga española, donde el tema de los árbitros también está a la vista y todos quisiéramos ver la rigidez y casi invisibilidad de los ingleses, serios e inflexibles pero el de los británicos es un futbol donde el nivel cultural va más cercano a la ética y al apego legal, no con los desplantes latinos, expertos en el arte del engaño y el truco, a quienes algunos medios llaman "avivarse" o bien "parte de la esencia del juego", picardía, pues. ¿No será un espejo de cultura?.

Los medios televisivos aman estos episodios, les dan oportunidad a todas las ventanas de emitir juicios ligeros y emotivos, apresando y conquistando a mucha gente que no lee lo suficiente, que tiene mentalidad reducida y que vive solo en la prisión del presente, que es su majestad el teléfono celular, junto con las pantallas de su PC y claro, de su tv casera.

Localmente, por ejemplo, todos aplauden el triunfo santista, muy legítimo pero nadie recuerda que el árbitro Galván dejó pasar una clara agresión de Villafaña sobre Pizarro al machacar su tobillo y dejarle gran herida que puede causar problemas mediatos. Fue una entrada por la espalda, sobre el pie de apoyo, sin que se marcase ni siquiera falta. Era expulsión y cárcel. Pero volvemos a lo mismo, vemos solamente los fantasmas ajenos y olvidamos que el arte de la prudencia se logra estando atentos a los reproches.

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