Oribe Peralta, del América, festeja después de anotar el primer gol de su equipo con András Uribe y Carlos Quintero durante el juego de ayer. (Jam Media)
Ilusiones rotas. El América fue frágil. Se le resquebrajó la perfección en el torneo. Amargura en la agonía, cuando más duele. Empate cedido en el Azteca.
El club águila lanzó una llamada de alerta a Jérèmy Ménez y Andrés Ibargüen para que consoliden las alegrías en el coso de Tlalpan. Víctor Guzmán empujó un balón en el área para hacer el tanto de la igualada 2-2 (88').
Desazón y tristeza ante un triunfo que parecía confirmarse para los de Miguel Herrera, que en una semana enfrentan a los Pumas en Ciudad Universitaria. Tarde de vaivenes en Santa Úrsula. Oribe Peralta parecía condenado a extender su sequía. Nada peor para el delantero que tener un penalti a favor. Ahí, el letal ariete se convierte en un manso delantero. Desde los 11 pasos, el Cepillo erró con un envío débil, a media altura, que fue fácilmente detenido por Alfonso Blanco al minuto dos. La mente americanista no decayó. Un Pachuca atemorizado se mantuvo con la apuesta de quedarse atrás.
Riesgo inminente ante la mayor codicia emplumada. América destruyó la banda derecha tuza. Vértigo al doble con Renato Ibarra y Carlos Darwin Quintero. Velocidad y desequilibrio que perfora la resistencia visitante. Desde los botines de Ibarra salió un centro. Preciso toque de esférico para la puntualidad de Oribe, quien empujó con una bella técnica de definición. Abajo y colocado.
Portero tuzo inmóvil (14'). Ruptura de malaria para Peralta. Fueron 730 minutos sin anotar en Liga y Liguilla desde octubre del año pasado. Gol amarillo que significó su debilitamiento. Paradoja manifiesta en el terreno de juego. Irse al frente fue una suerte de renuncia al buen juego. Los Tuzos crecieron. El empate hubiera significado justicia. El travesaño en dos ocasiones y Agustín Marchesín con una salvada, digna de un ser mitológico, impidieron el 1-1 para los Tuzos.
La ventaja azulcrema se mantuvo al final de la primera mitad. Vino el golpe. Marchesín dejó su etiqueta de héroe para ser un villano. El portero argentino salió mal en un tiro de esquina. Se fue en banda. No tocó la pelota, misma que chocó con la frente Óscar Murillo para colocar la paridad en el marcador (46'). Silencio en Santa Úrsula. Murmullos en la grada, a partir de entonces. Sin embargo, Henry Martín apareció. Como buen delantero, entró sigiloso en el área ante la pobre marca hidalguense y cruzó su remate.
Los tres puntos estaban al alcance de los azulcrema. La anotación del ariete mexicano, su segunda en el Clausura 2018, dio optimismo al Nido que estaba jubiloso (76').
Pero el América fracasó en quedarse con la victoria. Se le diluyó su fuerza defensiva y Pachuca aprovechó. Víctor Guzmán se encontró solo en el área. Ni siquiera tuvo que hacer un tiro espectacular para derrotar a Marchesín e imponer el empate a dos tantos.
No hubo más sonrisas americanistas. La apuesta es que Ménez e Ibargüen reparen las ilusiones amarillas de un equipo que ayer volvió a generar dudas, pese a no perder.
La anotación del empate a uno "fue mi culpa", manifestó el guardameta azulcrema, Agustín Marchesín. Esa jugada permitió al Pachuca obtener el impulso anímico para jugarle al tú por tú a los capitalinos.
"Fue un error mío y eso hay que trabajar para que no vuelva a pasar", asume el argentino, quien ya suma dos goles en contra, pese a que lució en par de atajadas.
