Refranero del Quijote
Varios días don Quijote y Sancho Panza permanecieron en Barcelona, donde fueron atendidos, magníficamente por cierto, por don Antonio Moreno, “caballero rico y discreto, y amigo de holgarse a lo honesto y afable”.
Una tarde don Antonio sacó a pasear a don Quijote. Pero antes ordenó a “sus criados que entretuviesen a Sancho, de modo que no le dejasen salir de casa. Iba don Quijote, no sobre Rocinante, sino sobre un gran macho de paso llano y muy bien aderezado. Pusiéronle el balandrán [traje largo de mangas cortas, abierto por delante], y en las espaldas, sin que lo viese, le cosieron un pergamino, donde le escribieron con letras grades: ‘Éste es don Quijote de la Mancha’. En comenzando el paseo, ….admirábase don Quijote de ver que cuantos le miraban le nombraban y conocían; y volviéndose a don Antonio, que iba a su lado, le dijo: -Grande es la prerrogativa que encierra en sí la andante caballería pues hace conocido y famoso al que la profesa por todos los términos de la tierra; si no, mire vuesa merced, señor don Antonio, que hasta los muchachos de esta ciudad, sin nunca haberme visto, me conocen.
-Así es señor don Quijote –respondió don Antonio-, que así como EL FUEGO NO PUEDE ESTAR ESCONDIDO Y ENCERRADO, la virtud no puede dejar de ser conocida, y la que se alcanza por la profesión de las armas resplandece y campea sobre todas las otras”.
Quizá el mejor ejemplo de lo anterior es el caso del propio Miguel de Cervantes, autor de El Quijote, quien en vida fue minimizado y aun ignorado y hoy es, comprobadamente, el escritor más reconocido de la literatura universal. Porque “el fuego de la virtud no puede estar escondido ni encerrado”.
@jagarciavilla
