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Eliot Ness en Coahuila, ¿un sueño?

Si hiciésemos un ejercicio de análisis objetivo y brutalmente honesto, acerca del desarrollo y progreso de Coahuila, y de México, en lo general, tendríamos que aceptar que en materia económica, política y de derechos humanos, estamos reprobados, o mejor dicho, que nuestros gobernantes han resultado un fiasco; no sólo por no avanzar, sino por perder el paso (o el rumbo) en el camino hacia la democracia.

De los pocos logros que la admiración federal a cargo de Peña Nieto, podríamos considerar es el decreto de la Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción, la Ley General de Responsabilidades Administrativas, y la Ley Orgánica del Tribunal Federal de Justicia Administrativa.

De las tres leyes enunciadas, la que más tomó revuelo por considerarse causal rectora de la conducta social, fue la primera, a pesar de que el propio titular del Ejecutivo calificara a la corrupción como “algo” cultural, y en ese sentido, justificara toda acción inmoralmente correcta como natural o consustancial a todo mexicano.

La promulgación de la citada ley anticorrupción ha sido implementada a paso de tortuga y a regañadientes por los congresos de los gobiernos estatales. La razón de esta demora es conocida por todos los mexicanos: El gobierno, casi todo, está corrompido. Los congresos, o son ineptos en materia legislativa o deliberadamente no han hecho las modificaciones correctas a la constitución; o habiéndolas hecho, por presión social, no hallan fiscal que se acomode a sus propósitos, no sin ser vistos por las ONG; lo que pone a los legisladores en un predicamento por proteger a su amo el gobernador y blindarse a sí mismos de posibles juicios por las tropelías que han hecho durante su ejercicio en el poder.

En Coahuila, después de un intento del gobernador Moreira por imponer a un fiscal a modo, por presión de las ONG, fue electo otro que, aunque tiene nexos con los Moreira, Riquelme y el priismo, cuenta con una amplia trayectoria en materia penal y su preparación académica es suficiente para el desempeño de su cargo. Cabe aclarar, que de la terna conformada por dos mujeres y un hombre, fue éste quien obtuvo la mayoría de votos de un congreso priista. Moreira no es tonto, de la terna, sólo tenía que seleccionar a dos aspirantes que fueran superadas en experiencia por el que a él le convenía.

El SNA no es por sí misma una maravilla, pero no es la panacea que vendrá a remediar todos los males del país, por más que éstos tengan su origen en la corrupción y en su hermana, la impunidad. Tan difícil es su recta aplicación que para hacerlo tendría que romper paradigmas y trastocar todo el statu quo de la política y de muchas empresas privadas. Con esto quiero decir, que para vencer al enemigo, cualquier fiscal anticorrupción en México, tendría que ser un paladín de la justicia, un Eliot Ness y rodearse de su grupo de agentes incorruptibles (Los intocables). Cada fiscal estatal, apoyado por el fiscal nacional, y sus respectivas comisiones de fiscalización anticorrupción pueden, si quieren, cambiar el México corrupto de hoy, por un México más limpio, más honrado, más pacífico, más seguro, y consecuentemente más próspero.

Gerardo Márquez Guevara, el nuevo fiscal anticorrupción de Coahuila, tiene ahora la oportunidad de hacer historia y de demostrar que realmente es una persona íntegra.

Héctor García Pérez

Comarca Lagunera

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