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Entre cálculos y drenaje

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Vaya tromba la del pasado martes. En este mundo de cambio climático, tres días atrás la Comarca Lagunera vivió en Lerdo, un sector de Gómez Palacio y el norponiente de Torreón un diluvio para los estándares de esta árida, polvosa y desértica zona de la república mexicana.

La estación local de Conagua reportó para las áreas dónde más llovió una precipitación que sobrepasó los 90 milímetros, lo que significa que en menos de una hora y media, se alcanzó alrededor del 40% de lo que suele llover en todo el año acá. La media anual de lluvia está en 220 milímetros aproximadamente.

Las consecuencias de este repentino y violento aguacero estuvieron a la vista y al daño de casi todos. Los bulevares Independencia y Constitución anegados como es usual cuando suceden estos eventos. Los pasos a desnivel en Lerdo y en Gómez Palacio, ya sea el 11-40 o el de Santa Rosa simplemente se convirtieron es estanques. Trágico lo que sucedió en el teatro Gómez Palacio, antes conocido como el M. Alvarado, donde se inundó más allá del nivel del escenario y cubrió hasta la cuarta fila de butacas, lo que significa un daño por demás cuantioso. Una enorme alberca se convirtió la obra donde está construyendo la estación central de lo que será el Metrobus en La Laguna de Coahuila, sito bulevar Constitución entre la Múzquiz y Ramos Arizpe. Las colonias del poniente de Torreón también fueron severamente afectadas como no sucedía en mucho tiempo, lo que es una verdadera tragedia, ya que el aniego dañó viviendas y muebles de un sector popular de la ciudad, con las consecuencias que eso significa.

En fin, el recuento de las afectaciones y grandes encharcamientos podría continuar, vale hacer mención que por fortuna en el sector oriente sur de Torreón, área de una densidad poblacional muy importante, sólo se registró la tercera parte de lo que llovió en el Centro de la ciudad - 30 milímetros - por lo que en esa zona no se tuvieron los anegamientos que se han tenido en tiempos recientes y que tanto trastocan la vida de una parte muy importante de la población.

No obstante, hay que hacer mención que en esta ocasión las inundaciones citadinas en las zonas donde más cayó agua no tiene precedente. Como se mencionó líneas arriba, cuando en Torreón llueve se sabe que Independencia y Constitución se vuelven intransitables. El oriente de la ciudad tiene zonas que por el nivel de encharcamiento nos debería dar vergüenza que ocurran, pero lo que se vivió en el primer cuadro no tiene referente. Mirar la avenida Cuauhtémoc desde la Juárez hasta la Bravo cubierta de agua hasta llegar a la barda perimetral del bosque Venustiano Carranza fue algo nuevo para muchos laguneros. La calzada Colón estaba también tapada de agua desde Independencia hasta pasada la Allende y ya ni qué decir del primer cuadro. El flamante paseo Morelos simplemente tuvo una inundación suficiente para que el agua se metiera a muchos de los comercios de esta emblemática rúa. No hay que decir que pasó en la Juárez o en la Mataroros en el mismo sector. Todo fue un caos.

¿Por qué ha sucedido todo esto? simplemente a que por años se ha invertido casi nada no digamos al drenaje pluvial, sino al drenaje sanitario, conducto por donde se desaguan las lluvias también y que por su situación de casi colapso, vivimos lo que vivimos hace apenas 3 días.

Esta reciente administración municipal, por ejemplo, eligió invertir sus recursos y energía en la implantación del alumbrado público, que hace 4 años apenas funcionaba al 65%. Cierto que la vía para solucionar ese tema fue el polémico contrato de concesión, pero es una realidad que Torreón está iluminado. Otra prioridad fue el suministro de agua, y se perforaron y equiparon más de una veintena de pozos, que evidentemente han mejorado el volumen disponible de agua potable, pero a la hora de distribución, la añeja red sigue haciendo deficiente el nivel de fugas que se tiene.

El problema estriba en que se seleccionaron prioridades: alumbrado, pozos de agua o reposición de un drenaje casi colapsado. El primero, además del negocio que se hizo con la concesión, ciertamente daba un solución palpable y rentable en términos de satisfacción ciudadana. Los pozos de agua eran para dotar de vital líquido a la gente, lo cual es indiscutible el acierto en hacerlos, como lo es criticable el que no se haya hecho nada para afrontar el problema del drenaje, que como el martes pasado vimos que ya no soporta más y estamos cerca de tener un problema con aguas negras a nivel masivo.

El problema por ahora es que el año que entra viviremos la aberración de una alcaldía de un año, y como está será ocupada por el panista Zermeño y el gobierno del Estado por el priista Miguel Riquelme, por supuesto que nadie le entrará a un tema tan álgido en los primeros meses, sus cálculos serán para ver qué gana en la elección del 1 de julio de año entrante, para ver si Zermeño se reelige por 3 años más o Riquelme les arrebata la presidencia municipal. Lo bueno es que viene la época de seca, aunque con el cambio climático ya no se sabe.

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