— Víctor Hugo
Hace unos días en trayecto a las instalaciones de Noticieros Grem donde participo cada viernes, tuve la oportunidad de escuchar diversos comentarios de los radioescuchas. Se referían principalmente a la elección de Coahuila y también a lo que vendrá dentro de nueve meses.
Por la duración, se vale comparar el proceso electoral con un parto pues no estará exento de sorpresas y a algunos les puede resultar tremendamente complicado y doloroso. Caben los cambios de ánimo, desde la alegría desbordada hasta los cuadros depresivos. También el vómito, las náuseas y los antojos.
Tal es el caso de una señora que manifestó su deseo de apagar el radio hasta bien pasado julio. No la culpo, muchos están cansados y eso que apenas vamos empezando pero estoy seguro que habremos de elegir de entre la mejor de las opciones.
Lo cierto es que hasta no tener completas las fichas del tablero de ajedrez, todo análisis es inexacto y subjetivo, por ello he rehuido a hablar de escenarios hasta que estén colocados todos los alfiles en sus respectivas posiciones. Vaya que lo haré, pero no ahorita…
Y es que algunos, en su premura y juicio de las cosas, ya ofrecen resultados, vaticinios y pronósticos de lo que según ellos ocurrirá el año entrante. Ni Walter Mercado en sus mejores tiempos se atrevería a aventurarse así en los misterios del futuro.
Recordemos, querido lector, que entre los pendientes está la salida de humo blanco de la chimenea de Los Pinos. No obstante el “armado de un proceso de selección interna” y la celebración de su consejo nacional, todo indica que el nombre del candidato del PRI emanará desde la oficina del presidente.
Partiendo de la premisa de que Enrique Peña Nieto es un operador político muy avezado aunque muchos no lo vean así, estoy cierto que no dejará en manos de terceros la elección del candidato. El titular del Ejecutivo tendrá que negociar con ciertos sectores, hacer amarres y planchar acuerdos pero la decisión final saldrá de su oficina. Sí, como en los viejos tiempos.
Desde que tengo uso de memoria, el tratar de adivinar la sucesión es considerado el deporte nacional por excelencia y, para quienes somos afectos al análisis de la realidad nacional, también resulta muy divertido.
Por lo intenso, sólo el mundial de fútbol se le compara a la hora de caldear ánimos pero, parafraseando a cierto ex presidente: “no se hagan bolas, aquí todavía no hay nada para nadie”.
La elección de 2018 será una de las más difíciles de analizar y leer porque sumado a las complicaciones implícitas en el quehacer político, hoy contamos con un nuevo imponderable a considerar: los candidatos independientes. En muy poco tiempo pasamos de figuras regionales que llegaron a espacios de decisión sin el apoyo de un partido, a un escenario donde en lo nacional hasta ahorita se han apuntado casi una treintena de aspirantes.
Sin menoscabo o afán por demeritar dicha figura que en mucho abona a nuestra incipiente democracia, cabría preguntarse si a caso tal número de suspirantes le quita seriedad a la contienda. Sin embargo, como en todo, irán decantándose. Lo mismo ocurrirá con los candidatos que emanen de los partidos políticos.
Pero no nos distraigamos de lo esencial: será una elección a tercios. Todo lo demás es ruido. Cuando tengamos el tablero armado, luego entonces platicamos.
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
