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Elecciones presidenciales de 2018

El expriista Andrés Manuel López Obrador, (AMLO) contendió como candidato en las elecciones de 2012, por el PRD; y es a partir de su derrota que decidió separarse de sus correligionarios y registrar a Morena como partido político (julio de 2014).

En su partida se llevó a varios perredistas, con el paso de los meses se han ido sumando otros como: Miguel Barbosa Huerta y Alejandro Encinas; pero al canto de la sirena han sucumbido también algunos expriistas, como: Emilio Gamboa Patrón, Estaban Moctezuma, Armando Guadiana Tijerina, Evaristo Hernández Cruz, a quien el mismo AMLO un día calificara de corrupto, y el ahora confeso y maquiavélico operador del fraude electoral más grande de la historia en México: Manuel Bartlett.

Igual que otros políticos, que en su partido no lograban satisfacer sus ambiciones, y buscan en otros lares una oportunidad, no para servir sino para servirse con la cuchara grande, figura también Ricardo Monreal, quien inició en el PRI, fue gobernador de Zacatecas por el PRD, coordinador de la bancada senatorial por el PT, y ahora es brazo derecho de AMLO.

Así, a medida que se acerca el 2018, militantes de partidos grandes y pequeños, sin importar su rango, han iniciado un éxodo masivo hacia Morena, un partido que alberga a cualquier político haya sido corrupto o no. Al respecto, López Obrador ha dicho que el reconocimiento del pecado cometido es motivo suficiente para el perdón, y ha propuesto se perdone a Eva Cadena, “La señora de las bolsas”; Por su parte, René Bejarano, “El señor de las ligas”, suspira por ingresar al partido que salvará a la patria, y es muy probable que dada la benevolencia y magnanimidad de AMLO, pronto lo veremos a su lado.

La gran paradoja es, cómo será posible que armonicen ideologías, algunas no sólo diferentes, sin opuestas al ideario de izquierda nacionalista que encabeza su fundador; para quien todos los que no están con él están contra él. Sería bueno echar una ojeada al negro historial de algunos protegidos de López Obrador, pues suponiendo que éste ganara las elecciones de 2018, ¿quién cuidará las manos de esos vivales de cuello blanco? ¿AMLO? Imposible, a menos que tuviera el don de la ubicuidad.

Otro problema, no menos grave, es la personalidad misma, y el pensamiento político de quien encabeza ese partido multicolor, al que se están sumando chapulines sexenales cuyo único propósito vivir del erario público, y en la primera oportunidad saquear sus arcas. El problema es: ¿qué tan viable sería materializar los sueños nacionalistas que AMLO ha publicitado? No queremos sueños Trumpianos, ni patrioteros al estilo de Nicolás Maduro, ¿o sí? Una cosa son los ideales, los sueños, las quimeras, las utopías, y otra, los proyectos, las metas, la realidad, el interés por el bienestar común y las estrategias para lograr lo que se quiere. Dicen que “la cabra siempre tira al monte”. Si la sabiduría que encierran los refranes es cierta, entonces, con los políticos que se están agregando al sueño de AMLO, los ciudadanos comunes estamos en la olla.

Hablar es fácil; decir lo que la gente quiere escuchar, es muy simple; prometer lo que la gente necesita, es sencillo; pero cumplir es lo complicado, sobre todo cuando no hay consenso o las leyes son contrarias al deseo, y más cuando están implicadas en el ámbito internacional. Cualquiera que sea el resultado en las elecciones de 2018, que Dios nos agarre confesados. Por lo pronto, Morena ya tiene su propio operador para el fraude electoral.

Héctor García Pérez,

Comarca Lagunera.

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