Spots y medios

La sociedad debe hacer un esfuerzo para que la desaparición o transformación de las plataformas tradicionales no se refleje en una caída en la calidad de la información que recibe.

Los spots políticos de radio y televisión abiertas han causado un enorme daño a México. Por una parte, han saturado a la población de propaganda contradictoria que genera confusión y malestar. Han provocado también daños a las emisoras ya que impulsan al público a buscar otras opciones de información o entretenimiento. En las campañas electorales han restringido toda la discusión política a lo que se puede decir en un espacio de 30 segundos.

Estos spots políticos son obligatorios incluso en las emisoras fronterizas que transmiten desde territorio mexicano hacia los mercados de Estados Unidos. Esto castiga de manera innecesaria a las transmisiones con sede en México. La legislación, además, daña a las empresas nacionales de señal abierta favoreciendo de manera indebida a sus rivales extranjeros de los sistemas de paga ya que éstos no tienen que llevar los tres minutos de propaganda cada hora.

La saturación de publicidad política no se da en los países democráticos. Los políticos mexicanos decidieron adoptar un sistema que sólo existe en estados autoritarios. Ya vamos conociendo su verdadera inclinación.

Una característica de las sociedades abiertas es la libertad de los mass media, pero ésta no puede existir cuando el gobierno confisca tiempos tan valiosos de las plataformas de más alcance, lo cual se convierte en un impuesto adicional.

La tecnología, sin embargo, está cambiando el mercado de los medios no sólo en México sino en todo el mundo. La radio y la televisión, así como los periódicos impresos, han perdido penetración con el avance de las tecnologías de Internet, que ya tienen la capacidad de transmitir videos y audios. Las redes sociales son otro jugador de consideración, han tenido un auge importante. Mucha gente piensa que está bien informada con Twitter y Facebook y esto ha llevado a una declinación relativa en el uso de los que eran sistemas de comunicación habituales.

El cambio es inevitable. La tecnología no perdona. Los jóvenes la adoptan con rapidez y no sienten ninguna nostalgia por dejar atrás las propuestas que no los atraen. Los cambios pueden acelerarse en el futuro. El Internet ofrece cada vez mayores capacidades de transmisión de datos, imágenes y sonidos, pero también de interacción. Los teléfonos inteligentes se están convirtiendo en instrumentos portátiles muy versátiles que están transformando al mundo.

La radio y la televisión tradicionales desaparecerán. Se convertirán en una parte de un universo mucho más amplio, la red de redes. Los periódicos no dejarán de existir, pero con el tiempo sus versiones impresas ya no serán tan importantes. Se quedarán, en cambio, las versiones electrónicas. El temor que podemos tener es que los políticos mexicanos, que hasta ahora se han abstenido de intervenir en el Internet como lo han hecho con las antenas radiofónicas o televisivas, quieran controlar el nuevo medio.

La sociedad debe hacer un esfuerzo para que la desaparición o transformación de las plataformas tradicionales no se refleje en una caída en la calidad de la información que recibe. Una mayor disponibilidad de contenidos a través de instrumentos polifacéticos, como los teléfonos inteligentes, puede ser una oportunidad para contar con una población más informada y educada. Pero si la emisión de mensajes se limita al chisme de Facebook o a lo que se pueda decir en 140 caracteres, el resultado será un retroceso en el conocimiento del país y del mundo que tenemos los mexicanos.