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CONTEXTO LAGUNERO

JUAN MANUEL GONZALEZ

NO SE NECESITA UN MAYOR NÚMERO

De acuerdo con los datos del INEGI, México cuenta con 331 mil policías y agentes de tránsito, lo anterior equivale a 260 policías por cada 100 mil habitantes. Sin embargo, con esta cantidad de policías no se han logrado disminuir los delitos. A pesar del incremento anual de presupuesto para las fuerzas del orden, los homicidios dolosos y los robos con violencia han estado al alza.

¿Los bajos índices de criminalidad son directamente proporcionales a la cantidad de policías por cada 100 mil habitantes? Los países con más baja criminalidad son: Reino Unido, Islandia, Nueva Zelanda, Irlanda, Noruega y Japón. Estos países tienen una baja cantidad de policías y en muchos casos, desarmada.

En el caso específico de Japón, este país es uno de los lugares más seguros del mundo. La seguridad se percibe por los visitantes en todas las calles de las ciudades, grandes o pequeñas. En Tokio, Kamakura, Osaka, Kioto, Nara, Kobe, Nagoya, en cualquier ciudad, pueden los ciudadanos japoneses y los turistas confiar en su seguridad. Los japoneses son muy respetuosos con el prójimo, por su propia educación y filosofía y porque saben que dependen en gran parte del turismo. Japón es visitado por más de 18 millones de personas al año. Lo anterior no quiere decir que no existe la criminalidad EN Japón, pero si es mucho más baja que en muchos otros países.

Si escudriñamos para buscar las razones del bajo índice de criminalidad en Japón, encontraremos varias razones de ello. Es una sociedad muy respetuosa con sus vecinos y su comunidad a pesar de ser un país que ha estado inmerso en guerras civiles y mundiales. Las leyes son tremendamente estrictas, particularmente en lo referente a delitos con violencia. Japón es un país con una de las legislaciones más restrictivas respecto a la venta y obtención de armas de fuego. Las penas para los delitos son muy duras para disuadir, de manera preventiva, a quienes se ven tentados a delinquir. En Japón, la pena capital es legal en caso de homicidio, especialmente para los asesinos múltiples.

Ciertos problemas comunes de las sociedades modernas se han mantenido controlados en Japón. Hay muy pocos problemas relacionados con el tráfico de drogas. Con 200 policías por cada 100 mil habitantes, actualmente es más común ver policías en las calles, comparando con la situación de hace 25 años. Los visitantes hoy pueden ver las casetas de policía con dos o tres oficiales disponibles en cualquier momento y mantienen contacto directo con los transeúntes. La respuesta policial es muy rápida.

Hace un mes estuve de visita en Japón y al observar un señalamiento de no fumar (en japonés, en inglés y de manera ilustrada), estampado a color en el concreto de la banqueta en una avenida del centro de la ciudad de Nagoya, y percatándome de que pasaban por el lugar dos guardianes del orden, les pregunté acerca de esta restricción y me comentaron que, en las zonas céntricas de las grandes ciudades, en donde hay una gran cantidad de peatones, está estrictamente prohibido fumar en las calles. A quienes se sorprenda se le aplica de inmediato una amonestación y una multa de 2 mil yenes (aproximadamente 350 pesos).

Los oficiales me indicaron que existen quioscos al aire libre estratégicamente ubicados en los que se puede fumar, para ello, los oficiales distribuyen gratuitamente una bolsa de plástico reusable revestida de material a prueba de fuego para usarse como cenicero y para apagar y depositar la colilla para posteriormente colocar estos deshechos en un bote para basura.

Les pregunté cuántas multas habían aplicado y me dijeron sonriendo ambos: "toki doki dake", en muy pocas ocasiones. Les cuestioné también la razón de que los japoneses sigan al pie de la letra la prohibición de no fumar en las calles del centro y afirmaron que ello se debe a la educación que reciben desde la familia y que continúa en las escuelas. Dos temas básicos que se les enseñan a los niños de preescolar durante dos años: convivir en armonía con sus semejantes y trabajar en equipo.

Efectivamente, gran parte de la causa de la poca delincuencia en Japón es su cultura, cómo se les educa y su filosofía acerca de muchas cosas. El peso de la comunidad es mucho mayor que en Occidente. Es muy probable que un delincuente japonés piense primero en "la vergüenza de haber decepcionado a la comunidad" que en las consecuencias de sus actos delictivos. Los japoneses son criados para servir a la comunidad y al bien común, ello los hace lucir amables y respetuosos. Con una buena educación combaten la causa del problema y no los síntomas. No se necesita un mayor número de policías.

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