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EL DÍA DE JACKIE ROBINSON

Rodolfo Cerpa

Recién que comienza la temporada del beisbol de las Grandes Ligas, existe una fecha muy especial como lo es el 15 de abril y en la que resulta, un embrollo para distinguir a los peloteros y mánagers de los 30 equipos ya que, en esa jornada, todos llevan estampados en sus jersey, el famoso número 42 como un premio para el jugador que modificó la vida social del "rey de los deportes", a saber, Jackie Robinson.

Para mí en lo personal, es un gozo el estar observando los encuentros donde todos participan independientemente de que es un partido oficial, con el mismo dato en sus espaldas dando una señal de que el racismo, es una forma incoherente de menospreciar al ser humano y que, las barreras de la desigualdad, deben de ser enviadas al centro de la tierra y que todos, sin excepción, tenemos los mismos derechos.

Robinson no sólo se distinguió por ser un robador de bases o por haber obtenido una Serie Mundial así como también estar en seis ocasiones, en el juego de las estrellas en una disciplina donde la discriminación, era un precepto desde 1889 (que absurdo) por lo que, en un día como hoy pero del año de 1947, el que vio por primera vez la luz en una comunidad llamada El Cairo del estado de Georgia, saltó al terreno de juego con la camiseta de los Dodgers de Brooklyn dándole un giro por completo al beisbol.

Previamente de que el Movimiento de los Derechos Civiles evolucionara en lograr la identidad de los ciudadanos Afroamericanos con nuestros vecinos del norte, Robinson fue precursor lográndolo a base de batazos y carreras que resultaron mucho más que éxitos deportivos pero su esencia, sólo representa la mitad de esta leyenda ya que, la otra parte de este logro antidiscriminatorio, se debe a Branch Rickey que en su momento, era un gran empresario audaz y mánager deportivo del equipo de Manhattan y que, a pesar de que tenía muchos obstáculos por parte de los mismos jugadores y directivos del club, todas esas necedades, se las pasó por el "arco del triunfo" y le dio al jugador, su contrato para quebrar el muro (te hablan Trump) del color de los parque de pelota, que por ese entonces, el beisbol era la crema y nata más preponderante del país.

El comienzo para jugadores de esta piel, después de seis décadas de discriminación, dio a luz para otra consecución posteriormente en el beisbol de la que también Rickey, sería el motor como fue la firma del pelotero puertorriqueño Roberto Clemente que lo ubica como el primer beisbolista latino que logró ingresar al Salón de la Fama y que, como todos sabemos, falleció en un accidente de aviación el último día del año de 1972 cuando llevaba apoyo a nuestros hermanos de Nicaragua que habían sufrido las consecuencias de un terremoto; su número 21, fue retirado de la organización de los Piratas de Pittsburgh.

Desde 1997, ningún jugador de Grandes Ligas por decreto, debía portar el 42 como un reconocimiento a este suceso pero como el sangrón de Mariano Rivera se sentía el dueño del planeta y sin conocer el sentido común, se mantuvo con ese número hasta que por fortuna, se retiró del beisbol (y todavía me preguntan por qué razón me caen gordos los Mulos).

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