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ENSAYO sobre LA CULTURA

SACARSE DE LA MANGA LOS MÉTODOS EDUCATIVOS

El hombre autodidacta es quien desde antaño aplicó en su persona el método que ahora, novedosamente, nos propone la Secretaría de Educación Pública. "Aprender a aprender" consiste en que los estudiantes vayan en pos del aprendizaje, con una mente crítica, evitando la fastidiosa metodología de la memoria.

Cito algunas características del sistema:

Tener conciencia de las capacidades, plantearse preguntas, buscar información, aplicar los conocimientos, aprender de los errores y de los demás, trabajar en equipo, ser críticos, adquirir responsabilidades, tener gusto por aprender, ayudarse de estrategias y técnicas de estudio, autoevaluarse, resolver problemas.

Todo lo anterior es la sinopsis de lo que significa el sistema. Por principio de cuentas, partimos de un estudiante hipotético, niño joven, adulto que tenga una necesidad por el aprendizaje, que con el tiempo se le convierta en pasión. En este momento, ese tipo de personas no existen, o si lo hacen, es en ínfimo porcentaje. Para que existiera, tendría que haber un ecosistema que lo generara. Los valores de nuestra sociedad actual van por otro lado. En los últimos 30 años, le hemos enseñado a la sociedad que el principal valor es "tener", en contra de "saber" y de "ser". La mayoría del conocimiento tiene como objetivo poseer cosas: Tanto tienes, tanto vales. Aunado a esto, hemos cultivado la cultura del menor esfuerzo, o sea, que el tener, puede ser posible sin mucho trabajo de por medio. La corrupción, a todos los niveles, en nuestra sociedad, lo demuestra.

Si mucho, el conocimiento que importa es aquel que tiene aplicaciones inmediatas para fines prácticos. La mayoría de los jóvenes que asisten a las universidades lo hacen por obtener un título. Se ha vuelto un fetiche, un tipo de instrumento que te abre las puertas a la vida laboral con buenos sueldos y poco esfuerzo. El elemento fundamental para que el sistema funcione no se da: el deseo por el aprendizaje. Habría que hacer las estadísticas de cuantas personas pasan por las aulas universitarias sin la necesidad de comprar un libro. Estoy seguro de que el porcentaje es alto. ¿Cuantos, después de terminados los estudios se deshacen de sus libros? Ya no les van a servir para pasar exámenes. Es más, habría que analizar, ¿cuántos maestros poseen bibliotecas particulares y de cuántos volúmenes se componen? A lo mejor, fuera de los libros de texto que usan, no tienen más.

Para que exista este tipo de alumnos, es necesario un ambiente que lo produzca. Deberían de existir influencias que lo lleven a los caminos del conocimiento. Hace mucho, el aula escolar perdió la guerra en contra de los medios masivos de comunicación. Hay un mundo diametralmente opuesto en uno y otro campo. El de los medios, es lúdico, sirve como fuga de los problemas cotidianos, ha aletargado a los jóvenes y tal vez a algunos adultos, a enfrentarse a las responsabilidades. A los 20 años, el joven sigue jugando con sus aparatos electrónicos; eso es lo más lejano que existe a tener una conciencia crítica sobre la vida. La escuela se soporta, es un suplicio, no divierte, y lo que el chico desea, a toda hora, es diversión. De ese mundo, se escapa con los audífonos conectados al celular.

Desde los setenta, a los jóvenes se les ha proporcionado todo tipo de distractores para que no sea crítico. Teme otro movimiento del 68, alzamientos, como los de Chiapas, o fenómenos como los de Ayotzinapa. El joven crítico se avoca en encontrar las inconsistencias de los sistemas y a proponer cambios en los mismos por las vías legales o por las revolucionarias. No creo que nuestro querido gobierno esté interesado en fomentar eso. Carlos Marx en la Biblioteca británica escribiendo "El Capital".

Cierto que fuera de los sistemas escolares se dan los genios de la computación, como Steve Jobs, o los grandes escritores al estilo de Edgar Allan Poe, o Rimbau, pero para ello, no es necesario cambiar el sistema, se dan porque se dan, son personalidades fuertes capaces de cambiar su propia realidad: aprendiendo, destruyendo y construyendo lo que sea necesario.

Una limitante del sistema serán los centros de información necesarios en cada pueblo, escuela o caserío. Infotecas a todo lo largo y ancho de la República. De lo que andamos escasos es de capitales, mas prometer no empobrece.

Espero equivocarme. Trabajo a diario con jóvenes; creo que no estoy hablando en el vacío. Después de todo soy crítico: es de lo que se trata.

  Por: José Luis Herrera Arce

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