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La vida desde Japón

VIDAS DE SOL

GABRIEL ACOSTA

Es la una de la mañana en Torreón y las tres de la tarde en Japón. Mientras en La Laguna la mayoría de las personas duerme, al otro lado del océano contesta Sandra, quien acaba de recoger a sus gemelos del kínder y los prepara para la siesta. Como si fuera su invitado, Sandra se disculpa por el ruido y toma la videollamada, a miles de kilómetros de distancia.

Lagunera en el mundo

Sandra Meléndez nació en Torreón, pasó su infancia en Gómez Palacio y fue adoptada por Japón. Vive en la ciudad de Saitama, a pocos kilómetros del área metropolitana de Tokio. Si ella caminara por nuestro centro histórico luciría como una ciudadana normal; tal vez mucha gente no se daría cuenta que esa chica que recorre las calles es un fenómeno en YouTube que cuenta con más de 300 mil seguidores.

El camino hacia el país del sol naciente tiene su punto de partida en La Laguna, en donde hace 34 años Sandyael —nombre que ella misma se adjudicó añadiendo el sufijo el, como los arcángeles— dio sus primeros pasos y creció soñando en que iba a vivir en Japón. Aquí, entre Mazinger Z, Sailor Moon y Los Caballeros del Zodiaco, tuvo las primeras referencias de una cultura que a la distancia luce opuesta a la nuestra.

A los ocho años, la curiosidad de Sandyael por la cultura oriental se reflejaba en su interés por el taekwondo, deporte que la atrapó y que de inmediato quiso practicar. Su madre, desconcertada ante la afición de su hija, no le permitió tomar lecciones por considerarlo peligroso y fue ahí cuando Sandyael descubrió una de las lecciones más valiosas en su vida: aferrarse a lo que ella quería.

Hoy, Sandyael vive en Japón desde hace 14 años, es dueña de una empresa llamada Mikoku Corporations, está casada con un japonés a quien conocen como “El Don”, tiene un canal exitoso de YouTube y es madre de los pequeños gemelos conocidos como los “Márgaros”, pero sobre todo, sigue aferrándose a sus sueños y haciendo lo que le gusta.

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¿Qué pensarán de nosotros en Japón?

Sandyael llegó a Japón a los 20 años y esa historia guarda un misterio que sólo sus familiares y amigos cercanos conocen. “Ésa la estoy reservando para mis videos en YouTube” ríe con complicidad desde el otro lado de la computadora.

El primer año en el país nipón fue muy feliz para ella debido a que estaba cumpliendo uno de los sueños que se propuso desde niña. “Cuando llegué acá todo era bien padre, porque era lo que quería hacer. Me la pasé paseando”.

Tomó clases de japonés en una universidad de Torreón y lo perfeccionó en una escuela en Tokio. “Según yo ya sabía mucho el idioma, pero llegando allá fue desafiante porque todo lo que estudié en México lo vi acá como en una semana”. No fue difícil adaptarse debido a que estudiaba con extranjeros. “Todos están abiertos a las demás culturas y en conocerlas. Hablábamos mucho para practicar el idioma”.

Lejos de casa

Las primeras dificultades para Sandyael, al adaptarse a otra cultura llegaron hasta el segundo año de estar allá, cuando empezó a tener más responsabilidades para sobrevivir en un lugar que se encuentra a más de 10 mil kilómetros de distancia de donde nació.

“En esa época no había muchos extranjeros en Japón y no estaban muy acostumbrados a convivir con una”. Cuenta que el japonés —al igual que en México—no es el mismo que se aprende en las escuelas al que se aprende en las calles. “Ellos me hacían bromas y yo no entendía; los chistoretes mexicanos que yo hacía acá eran mal vistos”.

El segundo año de Sandyael en el país nipón sirvió como un puente para consolidarse como ciudadana extranjera y ya para el tercero se adaptó por completo a la vida en Japón. “Ya sabía más de las costumbres y fue más padre porque organizaba las pachangas, los eventos y la gente comenzó a abrirse. Yo organizaba eventos de Halloween, comidas, días de campo, a donde todo mundo iba. Formé un grupo de amigos y yo era la que los movía”.

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Mikoku Corporation

Sandra estuvo en clases de dibujo de anime y gastronomía en Japón. Ahí encontró el equilibrio entre su residencia y su lugar de origen mediante la fundación de su empresa Mikoku Corporation, la cual se dedica a la venta de productos japoneses y funciona como un enlace entre las tiendas de allá con el resto del mundo.

“Vendemos todo lo que se encuentra en Japón, pero sobretodo nos buscan coleccionistas que buscan figuras de anime y manga. Si alguien quiere productos en ediciones limitadas, nosotros damos el servicio de búsqueda”.

Durante su tercer año allá comenzó con la tienda y a los tres años se convirtió en empresa. Realizan envíos a cualquier parte del mundo, aunque afirma que la mayoría de sus clientes son de México, España, Perú y Colombia.

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Ponle play

En los últimos años, la plataforma de videos YouTube ha permitido que personas que bajo situaciones normales no conoceríamos en el mundo real, se vuelvan famosas a través de videos en donde comparten partes de su vida, acercándola a nosotros. A manera de entretenimiento y gracias a estar inmensa en una cultura distinta a la mexicana, Sandyael, casi de casualidad, fue de las pioneras en el boom de la plataforma, convirtiéndose en una de las primeras “Youtubers”.

“Mi papá compró una cámara en Estados Unidos. Era gigantesca y a mí me gustó mucho. En navidad yo entrevistaba a mi familia y siempre me gustó mucho hacer mis peliculillas.”

Cuando nació YouTube, Sandyael comenzó a grabar las piezas de una vida en otro país para compartirlas con las personas. “Poco a poco la gente se fue juntando y me empezó a preguntar cosas de Japón, comencé a contestarles y así fue como surgió el canal”.

Ahora, ese canal cuenta con 313, 084 seguidores y sigue en aumento. Comparte videos de su personalidad y su mundo en Japón: desde tutoriales de maquillaje, reseñas de productos, hasta consejos de vida. De una personalidad simpática y sobretodo sincera, Sandyael se ganó el corazón de miles de personas en el mundo gracias a su estilo honesto, el cual se aleja de los demás “youtubers”.

“Yo empecé a platicar las cosas no tan bonitas de Japón, las cosas reales de la gente que está acá. Muchas personas me han dicho que se animaron a venir al país gracias a mis videos. Ahora tengo una sección llamada Cuéntaselo a Sandyael en donde la gente pide que cuente sus historias”.

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Los "Márgaros"

Uno de los aspectos que más comparte Sandyael en sus videos es el familiar. Está casada con un japonés con quien formó una familia para tener dos gemelos. “Yo siempre quise tener gemelos porque yo también soy gemela. Sí es verdad de que a uno le pasa algo y el otro lo siente; es una conexión especial.”

Con apenas dos años de edad, los gemelos Aki y Yuki han vivido entre los videos de su madre para que miles de personas sean testigos de su crecimiento.

“Aki (Hideaki) significa el más inteligente del milenio y Yuki (Hideyuki) significa el más fuerte. Al principio fue difícil ser madre porque fue un cambio total en mi vida. Se me hizo más difícil que venir a Japón, aunque con el tiempo le vas agarrando la onda”.

Los “Márgaros” —como su madre los apoda de cariño— crecieron escuchando voces en español y japonés; aprendieron a entender conceptos en ambos idiomas.

“Yo creo que van a sacar lo mejor de las dos culturas. Van a ser estudiosos y disciplinados como los japoneses, pero a la vez serán amigueros y más relajados como los mexicanos”.

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Corazón lagunero

Por último, Sandyael afirma que sigue llevando a La Laguna en sus recuerdos. “Extraño a mi familia, los tacos, las gorditas (…) Antes iba una vez al año pero ahora será más difícil con los gemelos. Una de mis hermanas y mis papás también han venido a visitarme”.

El clima en Saitama es muy húmedo y el invierno dura aproximadamente diez meses, en contraste con el calor característico de la Comarca Lagunera, el cual a Sandyael le resulta difícil de extrañar, aunque no descarta la posibilidad de regresar a vivir por acá otra vez.

Se despide con un mensaje para los laguneros que aún siguen buscando su camino en la vida. “Quiero decirles que sigan sus sueños, que habrá gente que te diga que no puedes hacer nada, que no sirves para eso. No hagan caso a esos comentarios. Sigan sus sueños aunque sean descabellados: ir a la luna, ir a Japón, ser presidente”, ríe pensando en que eso último es más fácil.

El secreto de Sandyael para llevarla hacia el otro lado del mundo, a vivir la vida que quería vivir fue no tener miedo al fracaso. “El fracaso no existe, es lo que uno mismo se impone. No hay que tener miedo a hacer cosas nuevas, a irse a la aventura. Si quieres hacerlo, siempre se va a ganar una experiencia nueva y tu manera de pensar va a ser diferente, te va a abrir la mente y de ahí es donde te vas a aferrar para seguir adelante”.

“Si realmente es el sueño de alguien, se va a lograr, tarde o temprano”, termina la entrevista Sandyael, quien hoy cumple el sueño de la pequeña niña de 8 años que desafió a su madre para entrenar taekwondo.

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