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Ni literatura, ni ficción

Carlos Castañon


No lo niego, el “tuit” que escribió anteayer el ex presidente Vicente Fox, me hizo el día y se lo agradecí con otro “tuit”, porque si hay alguien inigualable para eso del genio y figura… es nuestro Fox. En realidad el pretexto para la buena noticia es el nuevo premio Nobel otorgado a Mario Vargas Llosa: peruano, latinoamericano, ciudadano del mundo.  Escritor que no obstante los años, no ha perdido su lucidez ni tampoco su insistente y certera crítica al poder y los poderosos. En 1990, en un encuentro convocado por Octavio Paz, Vargas Llosa definió durante la exposición, que el México de esa época era una “dictadura perfecta”. Al día siguiente, Vargas Llosa abandonó repentinamente el país. De alguna manera, otros tiempos corren en nuestro país, y tan sólo hace algunas semanas, la Universidad Nacional otorgó el doctorado Honoris Causa al destacado escritor de memorables libros.


Igualmente, por estos días quedan los ecos del provocador, lúcido y honesto Fernando Vallejo, otro destacado escritor latinoamericano e igualmente premio Rómulo Gallegos. Vallejo ofreció su “visión del desastre”, el pasado jueves por la tarde, en el Teatro Isauro Martínez.  Y aunque es conocido e incluso repetitivo su “antievangelio”, no deja de ser profundamente simbólico y alentador, que precisamente se invitara a un escritor marginal e iconoclasta para inaugurar la Cátedra dedicada a la notable poetisa lagunera Enriqueta Ochoa. Digo esto, porque quizás, dentro la decadencia expuesta por la violencia y el crimen que ha marcado a las principales ciudades de La Laguna, la visita de Vallejo asoma la posibilidad de liderazgos desconocidos hasta ahora en nuestra ciudad. Acaso asoman rumbos distintos, incluso radicales para la maltrecha región.


Por otra parte, resulta loable el marco de tolerancia y apertura para traer a un escritor descarnado como Vallejo, descrito también como “el Céline de la violencia latinoamericana”. Y eso en sí mismo, es un valor innegable que representa la Cátedra organizada por la Dirección Municipal de Cultura.
Lo que sí no es literatura, pero utiliza recursos similares como la ficción y la invención imaginativa de acuerdos, personas y acciones, es la revelación de documentos apócrifos en el Tribunal de Justicia Municipal en Torreón, institución dirigida por Gerardo Márquez. Resulta que la instancia encargada de cuidar la justicia, es la primera que rompe los principios. Según la evidencia documental aportada por la síndica de minoría, Natalia Virgil, se ha “convocado” a sesiones que nunca se realizaron y que incluso, involucra a otros ediles y funcionarios que nunca asistieron.

El resultado: documentos ficticios, sesiones inexistentes y acuerdos imaginarios.  ¿Cuántos acuerdos “literarios” habrá en el Tribunal? ¿Varias docenas o cientos en el transcurso del año? Así sea un documento, resulta inadmisible que la autoridad encargada de la justicia, termine por emitir acuerdos unánimes e inexistentes. ¿Es mucho pedir que el buen juez por casa empiece? Parece que sí, y lamentablemente estas situaciones no sólo minan la credibilidad de las instituciones públicas, sino rompen la confianza con los ciudadanos. ¿Con qué autoridad puede resolver conflictos el Tribunal si al mismo tiempo es sujeto de irregularidades? 


La semana pasada escribí sobre las formas de “justicia” en el gobierno federal. La situación municipal no es diferente ni distante de la evidenciada en el ámbito federal. En una democracia funcional, situaciones como estas terminan en procesos y destituciones de cargos públicos. En otras palabras: rendición de cuentas. ¿Habrá cuentas o impunidad? En las autoridades del ayuntamiento de Torreón está la obligación de ser ejemplo.

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