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Burlesque: Noches de encanto

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

En la vida es tan importante un reto, como la actitud con que se asume. Las decisiones que se toman forjan el camino de las personas, pero, con qué actitud se enfrentan es la clave para madurar. Se trata de tener disposición y saberes, analizar, arriesgar y enfrentar la posibilidad de tropezar. La idea en sí es adentrarse a la incertidumbre con inteligencia, capacidad y preparación, pero además con responsabilidad, porque de eso depende la reacción de la persona y por ende la posición con que se encara un reto, un tropiezo o hasta un triunfo.

Esto aplica para todo aspecto de la vida, un nuevo empleo, mudarse de ciudad, conocer nuevas personas, abrirse camino en busca de oportunidades o adaptarse al mundo según la dinámica social del contexto, porque así es la vida, un recorrido por lugares y personas desconocidas, un mar de incertidumbres, un reto constante, una lucha por encontrar la forma de ser feliz y sentirse satisfecho con lo que se hace y la forma en que se vive, un cambio constante; y si el cambio es inevitable, quizá también es necesario. Así lo demuestra la historia de Ali, la protagonista de Burlesque: Noches de encanto (EUA, 2010), cinta escrita y dirigida por Steve Antin, que relata la historia de una joven que se decide a cambiar lo que considera una rutina mundana en el pequeño pueblo en el que vive, para mudarse a Los Ángeles en busca de oportunidades en lo que le apasiona, el mundo artístico.

Con las actuaciones en pantalla de Christina Aguilera, Cher, Stanley Tucci, Cam Gigandet, Kristen Bell, Eric Dane y Peter Gallagher, la premisa es básica pero clara: una mujer con talento artístico atraída por el mundo del burlesque (espectáculo teatral), quien, sabiendo lo que quiere, cuando descubre el escenario en que desea desenvolverse, lucha y se aferra a él, con seriedad y dedicación. Ali por ejemplo, pide empleo aunque no haya vacantes abiertas al momento; muestra iniciativa para conseguir al menos entrada al club en que le interesa trabajar, temporalmente como mesera; también aprende las rutinas de las bailarinas por cuenta propia, para demostrar que se encuentra preparada; y es competente llegado el momento en que se presenta la oportunidad de avanzar de puesto.

Nadie le dice a Ali lo que tiene que hacer, más bien, ella se compromete consigo misma y lo que desea, para luego corresponder a ello en su actuar. Ali pone primero a Ali, pero eso no significa que deje de lado a aquellos que han sido solidarios con su persona, pues los sabe parte importante en el recorrido que está transitando; llámese por ejemplo Jack, el barista que le dice a quién dirigirse para solicitar empleo, o Tess, la dueña del club nocturno.

Su actitud, en efecto, lo es todo y se convierte en el elemento esencial para progresar, tanto personal como profesionalmente. Opina no entrometiéndose, sino esperando ayudar; aprende no para sobrepasar a los demás, sino para encajar y demostrar que tiene lo necesario para estar en el escenario. Se trata de tomar decisión, con firmeza. Esto no significa no equivocarse o no dudar, sino asumir el reto y dar el paso adelante, antes que claudicar sin, ni siquiera, intentar. Si Ali decide dejar el pueblo en el que vive, es porque entiende que no puede crecer más ahí como persona, ni alcanzar las metas que le gustaría alcanzar; se fija como convertirse en artista del club burlesque al que llega, porque le interesa ese mundo de baile, música y canto, así que deduce que allí puede desarrollarse en aquello que siempre le ha atraído; igualmente, elige defender el futuro del establecimiento, a Tess y al resto de las personas que ahí laboran, porque se guía por un código de honor y lealtad hacia aquellos que le brindaron la oportunidad de crecer, cuando nadie más lo hizo.

De ser otra persona, la joven quizá podría haber procedido con enemistad, buscando sobresalir pisoteando al otro, engañando y manipulando, pero Ali no es así, ella se rige por unos valores, ética y moral que dictan quién es y cómo se relaciona con otros. Principios éticos que la hacen valorar la amistad, el esfuerzo, la dedicación, el compromiso o la lealtad como normas de conducta con sus semejantes, con las personas que la rodean. Por tanto, lo que le abre puertas, no es sólo quién es, en cuanto capacidad artística, sino también cómo procede, con gratitud, nobleza y generosidad.

En el espectro contrario se encuentra NIkki, la estrella del club y cuyo carácter más temperamental y personalidad siempre en competencia y rivalidad con otros, choca con sus similares, provocando que la rechacen. Nikki no participa ni apoya, no juega en equipo ni se solidariza; al contrario, su individualismo cae en una postura grosera y malagradecida, que hace que aquellos que la notan, o bien la alejan o, al compartir su posición traicionera y egocéntrica, buscan aprovecharla a su favor. Específicamente ese es Marcus, un cliente que quiere comprar el club, pero no porque esté interesando en el espectáculo y la industria del entretenimiento, sino porque quiere derribarlo para construir un edificio departamental que le gane dinero a su bolsillo, para lo que se alía con Vince, el exesposo de Tess y quien lo que quiere es capital monetario que lo libre de la deuda que tiene el negocio.

Los personajes son, en corto, producto de sus relaciones personales. No sólo es el cómo se relacionan con otros, sino el cómo nutren esas relaciones. Tess y Sean, por ejemplo, su mano derecha y segundo al mando, tienen una visión bien clara sobre cómo nutrir una buena relación con su personal, sabiendo que ello es parte esencial del éxito del show, porque un ambiente cordial y positivo tras bambalinas, se puede palpar también en el escenario y resultar en un mejor espectáculo. Exigiendo cuando es importante y necesario hacerlo, pero ayudando con empatía cuando la situación y el contexto lo requieren, Tess lo que hace es crear la confianza para que sus músicos, bailarinas y artistas se sientan cómodos y libres, lo que se traduce también en la mejor disposición para con el público.

En contrario a esta actitud solidaria están Nikki y Marcus. Si Nikki rechaza a la gente, los demás terminarán por responderle con la misma moneda. No es sano para la joven tratar a los demás con desprecio y luego esperar que le ayuden, pues si no muestra empatía con nadie, no recibirá un trato empático tampoco. Este se vuelve especialmente importante tomando en cuenta que, dada su necesidad de sobresalir y ser el centro de atención por encima de todos, ella sólo logra el efecto contrario, por tanto, el respeto exigido se le niega, sus compañeras de trabajo la rechazan y critican, en tanto Tess termina expulsándola del grupo porque su actitud no solo daña el desempeño del espectáculo, sino también deteriora la relación personal existente entre ellas.

Un caso parecido es Marcus, quien sólo se acerca a las personas para sacarles provecho. No es malo que el empresario establezca relaciones que vea y trate como vínculos asociados a su trabajo; pero es malo su engaño manipulador, en que trata a las personas de una forma que atraiga convincentemente hacia él, para luego persuadir y aprovecharse a sus expensas. Lo hace con Vince, a quien usa de muletilla para convencer a Tess de la venta del club, algo que ella quiere evitar; lo hace con Nikki, con quien inicialmente tiene una relación interesada, cuando ella es la estrella del espectáculo; y lo hace con Ali, cuando la chica se vuelve un éxito dada su habilidad para cantar, a quien ‘escoge’ después de que a Nikki con un aparente interés romántico que en el fondo ve más como una transacción de negocios, que se evidencia cuando le presenta a un productor musical, esperando, indirectamente, sacar provecho como el mediador entre esta persona y la artista, a partir de una, espera, potencial relación laboral a futuro.

Sin embargo, cuando Ali se entera de los planes de Marcus, reacciona valorando la honestidad de las personas que cree la valoran por quién es, no por lo que puede valer en una transacción comercial. Para Marcus, Ali es más un objeto que una persona, mientras que en el club, ella es parte del equipo, de la ‘familia’. Lo percibe, lo sabe y actúa en consecuencia, girando la balanza en respuesta a la lealtad construida a base de respeto. Al final Ali ayuda a salvar el club gracias a una observación atinada que aprende del propio Marcus, los ‘derechos de aire’. Estos derechos se refieren a la pertenencia del ‘espacio en vertical’, hacia arriba o hacia abajo, de una propiedad de suelo.

Luego de que Marcus le hablara a Ali sobre la vista de la ciudad que se aprecia desde su casa, y que ‘compró’ luego de adquirir los derechos de aire de la propiedad frente a su vivienda, Ali idea un plan a partir de este principio. Propone un acuerdo de negocio con el constructor del edificio departamental frente al club, para venderle los derechos de aire y asegurar la mejor vista de la ciudad desde los departamentos que tiene en construcción (que no conseguirá si Marcus logra su plan y construye ahí un edificio más alto que bloquee la vista). El agente de bienes raíces acepta el trato, que implica pagar la deuda de Tess al banco, para eliminar la necesidad de venderle a Marcus.

La solución es práctica y sencilla, como es finalmente la personalidad de Ali, decidida y concreta, activa no pasiva, con soluciones no sólo quejas, además de interés por hacer, no sólo ver o esperar. Hay mucho que Tess puede aprender de Ali y viceversa, y eso es lo más interesante de su relación; sus personalidades fuertes pueden llegar a chocar si falla la comunicación y el diálogo entre ellas, pero porque ambas eligen asumir retos y avanzar con la cabeza en alto, el mejor resultado se produce cuando colaboran, en el entendido de, como dice el dicho, ‘dos cabezas piensan mejor que una’, pero también porque ‘nadie puede resolver el mundo solo’.

Contribuir cooperando implica una actividad proactiva, dispuesta a construir, no a destruir. Es por eso que Ali y Tess funcionan, o Tess y Sean; y es por eso que Nikki o Marcus no embonan. La lección en este caso específico habla de valorar a aquel que apoya y acompaña en momentos los importantes de la vida y a no dejarse llevar por sentimiento de ira o de rencor.

La película quizá no desarrolla más a fondo sus temas (se trata de muchos números musicales no siempre apegados al verdadero mundo arriesgado y sexi burlesque), pero al menos propone ideas claras e importantes sobre luchar por lo que se quiere y no darse por vencido, para lo cual, en el mundo de Ali y Tess, escuchar, observar, aprender y decidir es vital para sobrevivir, pero sobre todo para progresar; una lección que bien puede ser transportada a cualquier dinámica laboral, no sólo artística o del espectáculo, y en cualquier historia de vida, con personas abriéndose camino en un mundo competitivo, en el que es vital saber reconocer y tratar a las personas que fungen como aliados, pero igualmente a los que no lo son. La ética como guía de conducta en todos las acciones de la vida, la solidaridad sobre el afán de lucro.

Ficha técnica: Noches de encanto - Burlesque

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