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Diez cosas que odio de ti

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Adaptarse no es sólo acomodar o ajustar circunstancias y realidades al contexto que rodea a la persona, sino que compete también a los cambios propios del individuo en su desarrollo. Es decir, no sólo es adecuarse al entorno, sino hacerlo también a la forma de crecimiento y evolución personal. En la búsqueda de sentido a su propia existencia cada individuo observa la naturaleza, los seres que le rodean, con quienes interactúa, así como las características de las relaciones sociales que va estableciendo; en este proceso las decisiones que toma van definiendo su devenir y sus propios placeres y sinsabores. De ahí la importancia para adaptarse a su contexto y contradicciones presentes siempre en el mundo natural y humano. No cambiar el entorno, sino cambiar uno mismo aceptando a los demás y a las circunstancias de vida.

En 10 cosas que odio de ti (EUA, 1999) sucede esto para los personajes principales. La cinta, dirigida por Gil Junger y escrita por Karen McCullah y Kirsten Smith, está basada en la obra La fierecilla domada, de William Shakespeare. La historia, que está adaptada a la modernidad de finales del siglo XX, retoma los enredos de amores y desamores en un ambiente marcado por las presiones sociales, pero que también recalca ideas sobre independencia, equidad de género, igualdad y respeto, para transportarlas a la cultura postmoderna. Protagonizada por Julia Stiles, Heath Ledger, Joseph Gordon-Levitt, Larisa Oleynik, Larry Miller, Andrew Keegan, David Krumholtz y Susan May Pratt, la historia se desarrolla en la preparatoria ficticia de Padua. Se centra principalmente en Kat, una joven rebelde que se niega a ir con la corriente y cumplir con las expectativas de los demás. En el lado opuesto de personalidad está su hermana Bianca, de quien se enamora el recién llegado a la escuela Cameron. Él idea un plan para poder invitar a salir a Bianca, cuyo padre ha impuesto la regla de que la menor de sus hijas puede tener citas si la mayor, Kat, sale también. Cameron y su mejor amigo Michael proponen a Joey, un compañero de la escuela con pretensiones de galán, pagarle a alguien para que salga con Kat, haciéndole creer que el plan es para que él logre una conquista, lo que termina por involucrar a Patrick, otro estudiante que no busca cubrir los estándares de las masas y a quien Joey ‘contrata’ para que salga con Kat.

La serie de enredos propone varias ideas sobre las dinámicas sociales y relacionales, pero la más importante tiene que ver con los prejuicios y las presiones, una realidad presente sobre todo en un ambiente escolar como en el que los personajes viven, marcado por la división de grupos sociales, la búsqueda de identidad, las diferencias culturales y el problema de la percepción, o la percepción que se nubla debido a estereotipos pronunciados, expectativas imposibles, necesidad de las personas por encajar y encontrar su papel en la dinámica social; todo haciendo evidente que el contexto social pesa sobremanera en el proceso mediante el cual el individuo se desarrolla.

Kat no es rebelde sólo porque quiere serlo, lo es porque cuestiona su entorno, da su punto de vista y evita cubrir lo que se espera de ella únicamente para complacer a los demás. Ello lo hace una persona determinada, centrada, segura, pero también, por consiguiente, aislada y muchas veces rechazada, no sólo porque no piensa y actúa igual que la mayoría, sino también porque Kat misma con ello evita preocuparse por conocer otras opiniones y puntos de vista.

“¿Por qué tengo que complacer las expectativas ajenas y no las mías?”, dice Kat y tiene razón, su prioridad es ella y por tanto las elecciones de su vida son suyas, no de su padre, la escuela, sus compañeros o amigos, los cánones sociales o las modas. De ahí la relevancia e importancia de un personaje como ella, una joven que hace lo que quiere, dice lo que piensa, piensa lo que dice y se transforma, cambia o evoluciona cuando es necesario hacerlo. Le hará falta un tanto de empatía, visión y tacto, pero es a través de lo que vive durante la historia que lo aprende de los demás, específicamente de Patrick y de su hermana Bianca.

Patrick defiende igual ideales como libertad y privacidad, no pretende ser un libro abierto porque eso no es quien es, así que en lugar de hacer lo que la mayoría de la gente a su alrededor hace, que es preocuparse por encajar, seguir a los líderes de los grupos que la moda misma ha puesto en el pedestal, o preferir perder su identidad con tal de ser aceptado, opta por ser fiel a sí mismo y respetar para ser también respetado. Guarda su distancia y reivindica su privacidad. Su relación con Kat comienza por el mero incentivo monetario (el pago de Joey), pero es conociéndola a través de la convivencia que se da cuenta que esa libertad de ideas, mente y acción en alguien dispuesto a pelear por sus ideales es la conectividad que no sabía que estaba buscando.

El que ni Kat ni Patrick pretendan ser el tipo de persona que los grupos sociales predominantes que les rodean consideran como modelos de aceptación, de acuerdo con las reglas sociales que promueven que las personas sean seguidoras de reglas, tendencias y preferencias, para seguir a los demás en lugar de pensar por ellos mismos y mantener así un orden de alguna forma controlable (la convencionalidad del estereotipo repetido), es aquello que hace que cada uno se dé cuenta que muchas veces la gente elige no lo que quiere, sino lo que se espera que quieran, traducido en presiones sociales, estereotipos, banalidades elogiadas por la cultura popular y la propia inercia con que la sociedad misma la mayoría de veces se desenvuelve.

Ese orden social crea sus propias reglas, de ahí que, por ejemplo, en la película, dentro de la escuela los grupos de amigos, o pandillas, que comparten afinidades comunes, sean tan claramente definidos y excluyentes entre sí. El que Kat y Patrick, aparentemente fuera de estos círculos preestablecidos, no entren en esta dinámica, es sólo circunstancial, pues evidentemente también cumplen su función en la dinámica social y su presencia es igual de importante que la de aquellos de quienes se quejan por tener un comportamiento rutinario, homogéneo, previsible. Que Bianca, por ejemplo, elija ser como es (una joven más preocupada por la imagen exterior que por la iniciativa de pensamiento, e interesada más en la fama, reconocimiento y popularidad instantánea) no significa que no piense por ella misma. Puede llegar a tener una actitud banal y pensar trilladamente sobre muchos tópicos, pero demuestra también independencia al querer cometer sus propios errores (de los cuales aprender) y defender a los suyos cuando necesario, como cuando confronta a Joey una vez que él se burla de Kat, de Cameron y hasta de ella misma, tras llegar con alguien más al baile de graduación al que tanto prometió iría con ella.

No es, como refleja la historia, que las personas sean unidimensionales, al contrario, el hombre es un ser complejo, lleno de contradicciones, en constante evolución, adaptación y crecimiento. Se contradice y es ese conflicto personal que lleva al razonamiento; ama y odia al mismo tiempo, logra grandes cosas y comete errores de un momento a otro, o rectifica para también, otras veces, reafirmar ideas contrarias, ya sea que esté en lo cierto o que se equivoque, según como piensa, siente y vive.

“A fe mía, no te amo con mis ojos que descubren mil faltas en ti, sino con mi corazón que ama lo que ellos desdeñaron y que a pesar de lo que ven, les gusta apasionarse”, dice el soneto de Shakespeare que el profesor de Kat pide a sus alumnos modernizar a forma de poema. La resolución de Kat, quien directa-indirectamente le escribe a Patrick, dice: Odio cómo me hablas. Y tu forma de conducir. Odio tu corte de cabello. Y lo que llegué a sentir. Odio tus espantosas botas. Y que me conozcas tan bien. Te odio hasta vomitar. Que bien va a rimar. Odio que sepas pensar. Y que me hagas reír. Odio que me hagas sufrir. Y odio que me hagas llorar. Odio tanto estar sola. Que no hayas llamado aun, pero más odio que no te pueda odiar, aunque estés tan loco, ni siquiera un poco, lo he de intentar.

Expectativas, sacrificio, fraternidad, crecimiento o prejuicios, son varios de los tópicos que la cinta aborda, pero su más importante lección es demostrar que la idea de la ‘fierecilla domada’ nunca fue algo literal. Más que modificar al otro a razones e intereses propios (llámese padres hacia hijos, sociedad hacia sus ciudadanos o personas para con sus parejas), la realidad, como en este caso Kat, no es cambiar al otro, sino dejarlo ser como quiere ser y existir y apreciarlo por eso, que es lo que finalmente la joven protagonista hace respecto a su hermana y respecto a Patrick, en una relación de reciprocidad posible si se aceptan tanto habilidades como fallas, más propias que las de los demás. Vulnerabilidad no como defecto, sino como posibilidad de cambio, inexistente si la persona no está dispuesta a abrirse a otros y a nuevas experiencias por igual.

Ficha técnica: 10 cosas que odio de ti - 10 Things I Hate About You

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