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Los 4 fantásticos

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Las tres partes en que se divide una película sirven para organizar con metodología la historia, darle lógica, coherencia y progresión dramática, no importa si se trata de un relato no lineal o cuál sea su género, el ‘planteamiento, nudo y desenlace’ es una estructura que establece un camino secuencial del contenido, es decir, aquello que vivirán los personajes.

El primer acto contiene la introducción de la historia, se establecen reglas y se trazan objetivos (hacia dónde va la historia y qué quieren los personajes), mientras que el nudo se centra en los obstáculos de la trama, en ambos casos en ascenso dramático para llegar al punto culminante del relato, el clímax de la historia, que es como inicia el tercer acto de la película, junto con su desenlace.

Los 4 fantásticos (EUA, 2015) es un proyecto dirigido por Josh Trank y escrit por éste con Simon Kinberg y Jeremy Slater. La historia, protagonizada por Miles Teller, Michael B. Jordan, Kate Mara, Jamie Bell, Toby Kebbell y Reg E. Cathey, trata de un grupo de jóvenes que son teletransportados a un universo alternativo gracias a un aparato que han construido con base en los conocimientos científicos que han aprendido. Al regresar de ese lugar, desarrollan habilidades sobrehumanas, pero no sólo no saben cómo controlarlas, o curarlas, sino que deben trabajar en conjunto para salvar al mundo, que está a punto de desaparecer por una falla en el aparato que amenaza con destruir el planeta.

La primera parte de la película debe incluir el planteamiento de la historia, para que el espectador conozca quiénes son los personajes y qué es lo que quieren; basándose en la premisa, en este caso incluye que se conozcan y que adquieran estos poderes especiales, para que el segundo acto aborde las dificultades de acoplarse a su nueva realidad y al trabajo en conjunto en miras a hacer bien a la humanidad, como historia de superhéroes que es. Sin embargo, la trama atropella su ritmo y tarda casi una hora, en lugar de 25 minutos que es el promedio para un planteamiento, en llegar a este punto de la historia.

Lo que sucede es que las acciones y sucesos resultan repetitivos en sus primeros minutos y muestran carencia de enfoque. ¿De qué temas quiere hablar la película? Responder la pregunta ayuda a saber hacia dónde dirigir a los personajes, pero la historia deambula porque no lo tiene claro. ¿Familia, amistad, solidaridad, unión, hacer lo correcto, asumir responsabilidad de decisiones, encontrar un lugar a dónde pertenecer? Parece que nadie lo sabe, y si esto sucede, los personajes tampoco, y al ocurrir esto, el relato se llena de escenas que se hilan por inercia pero que, si estuvieran en otro orden, la historia no se alteraría. Ello resulta problemático pues una escena debe tener conexión con la anterior y si algo fuera de orden tiene el mismo impacto en el relato, entonces significa que no lleva una progresión, que la historia es plana, no gradual y creciente.

En este caso la película presenta primero a dos de los personajes, Reed Richards y Ben Grimm trabajando juntos, de niños. Después, ambos personajes aparecen en la escena siguiente, ya de jóvenes, mostrando su proyecto, una máquina capaz de teletransportar materia, en una feria escolar. Si ambas escenas sirven el mismo propósito, ¿por qué repetir? Por qué no mejor enfocar la primera escena en la unión fraternal de estos dos personajes, más que en su avance inventando la máquina. Lo importante en cualquier relato de este tipo son las dinámicas entre personajes, porque los superhéroes son primero personas, con emociones y responsabilidades, más que entes con poderes especiales.

La verdadera función de la primera escena en esta película en específico debe ser cómo Ben y Reed se hacen amigos, una vez que uno defiende al otro. Esta unión después se pondrá a prueba, pero como nunca fue reforzada, como concepto, para entonces la película ha avanzado demasiado como para justificar el actuar de los personajes y cuando Reed huye, una vez que los jóvenes han adquirido poderes, sus acciones parecen fuera de lugar. ¿Tanto es su sentimiento de culpa que prefiere irse a afrontar el problema junto con sus amigos, para ayudarlos? La decisión parece poco correspondiente con Reed y el resultado es una trama que resulta cuestionable y, peor, parchada.

Esto sucede en más de una ocasión; una narrativa que enmienda o parcha en lugar de ser planeada, es decir, conforme avanza la historia, porque no sabe cómo añadir conflicto y, eventualmente, cómo resolverlo, decide forzar las situaciones para añadir dramatismo, además de crear problemas y soluciones en lugar de construir progresiva y lógicamente la forma como la historia se desarrolla.

Otro ejemplo de ello sucede en el momento en que los jóvenes deciden viajar al otro universo por su cuenta, ya que el gobierno, sabiendo del éxito de la máquina, quiere enviar a sus agentes en lugar de a los inventores. Reed toma la decisión junto con Johnny Storm y Victor Von Doom, sus compañeros de laboratorio, uno obligado por su padre a participar en el proyecto, el otro uno de los fundadores del programa, de forma precipitada, impulsiva y poco justificada. En pocas palabras, para que todos adquieran poderes la historia encuentra la forma de forzar la situación. Reed llama a Ben diciéndole que no irá sin él y que debe ir al laboratorio para viajar juntos. Susan, por su parte, recibe notificación del uso de la máquina e intenta ayudar a los chicos a regresar (porque ella nunca viaja al otro universo, sino que recibe una onda de energía con la que recibe sus poderes al estar también en el laboratorio).

Esta escena puede funcionar para lo que se propone, pero no resulta eficiente, porque cumple su objetivo pero de forma que parece más ‘obligada’ que ‘natural’. ¿No sería más lógico si, debido a su amistad, Ben ya estaba de visita ese día en el laboratorio, aprovechando la celebración de poner la máquina a prueba y con éxito trasportar materia a través de los dos universos? Y de igual forma, tendría más impacto dramático si estos personajes, los cinco, ya tuvieran una unión que los relacionara, porque cuando Ben llega ese día, es la primera vez que conoce a los demás chicos, excepto a Susan. Cuando llegan al otro universo y deciden explorar el planeta, corriendo riesgos, ¿por qué se preocuparían el uno por el otro si apenas se conocen? Más importante, ¿por qué se preocuparía el espectador por ellos sí apenas la historia se ha limitado a mostrar quiénes son o cuáles son sus capacidades y anhelos?

Todos estos elementos, además, que suponen el planteamiento de la historia (misión y obstáculos), llegan casi a la hora de película, dejando para el segundo acto apenas unos quince minutos, que la trama desperdicia poniendo obstáculos que no lo son realmente, es decir, la huida de Reed y la elección de Ben por trabajar con el gobierno a cambio de la promesa de una cura. Los personajes son separados pero el espectador los vio tan poco tiempo juntos que nunca causa ningún impacto verlos tan poco unidos. Se supone que la clave es trabajar en equipo, pero no sólo nunca se les vio como uno, sino que no se desarrolla una trama para que esto no suceda.

Cuando por fin la historia presenta un problema temático atinado, que los jóvenes debido a sus poderes sean utilizados como armas militares, lo que los hacer sentirse usados y tratados como objetos y no como personas, la trama cambia súbitamente hacia otro enfoque, la presentación del villano de la historia, Doom, quien tiene un objetivo en mente, destruir la Tierra para que el otro universo, al que está conectado, prospere. Y entonces la película desecha todo tratamiento temático, la amistad o la responsabilidad, para enfocarse en la destrucción, eliminar a Doom.

Así, la historia crea en círculo vicioso alrededor de un aparente tema central: el trabajo en equipo. Los chicos deben unir sus poderes para frenar a Doom, la verdadera primera amenaza que los pone a prueba, pero, ¿cuándo han tenido la oportunidad de trabajar en equipo y fracasar en el intento? Nunca, nunca se han enfrentado al reto (sólo se la han pasado separados, pero no es que hayan fallado en su intento de unir sus fuerzas), por lo tanto, el escenario no es una limitante, es sólo una aparente limitante que expresa cómo la película, o el guión, pretende forzar el conflicto dramático.

Para entonces se llega a un obligado enfrentamiento final, una pelea que, por ende, no resulta sorpresiva ni impactante, y no hablando en cuestión de secuencias de acción o uso de efectos especiales, sino dentro de la historia, el conflicto narrativo. Ganen o pierdan, el espectador no gana ni pierde nada. Matar a Doom es, narrativamente hablando, sólo una muerte. Ningún personaje siquiera se detiene a pensar cómo ayudar al joven o cuáles son las implicaciones éticas de la decisión. Los superhéroes no eliminan, dice el orden popular de estas historias, sino que salvan, pero estos chicos no piensan cómo ayudar, sino que eligen destruir, en parte por venganza, porque Doom asesinó al Dr. Franklin Storm, padre de Susan y Johnny y director de la Fundación Baxter, donde se desarrollan los experimentos.

Pero incluso la decisión de venganza, una motivación que dramáticamente debe resultar impactante, en este caso carece de importancia, porque no sólo no es lo que al final mueve a los protagonistas (ellos matan a Doom para eliminar el hoyo negro que está destruyendo la Tierra), sino que, dentro de la dinámica de los personajes, tampoco resulta lógica la relación héroe-villano, Doom, el científico, como un obstáculo o enemigo, porque nunca se desarrolló como tal. ¿Había hacia Doom, o de parte de él, enfrentamiento de ideales o necesidad de reconocimiento? Sí y no, parece haberlos, pero la historia no se toma el tiempo para abordar esta relación entre los personajes.

Su primer triunfo y la primera vez que el cuarteto toma sentido, cuando narrativamente una historia apenas arrancaría, aquí sucede cundo comienzan a rodar los créditos; en corto, en toda la película prácticamente no ocurre ‘nada’, es decir, es tan plana que los sucesos importantes son pocos, cortos y sin mucha trascendencia. Es como si la película completa, toda, fuera el planteamiento de una historia más grande (que tarda mucho en presentar las piezas del juego), o la primera mitad de un relato, cuyo final, tal cual aparece aquí como el desenlace, vendría siendo en realidad el segundo giro narrativo, es decir, la marca que señala la mitad del segundo acto (o cuando en una película de hora y media se rebasa la hora de duración).

Franklin Storm, en un momento en el que Doom se queja de las explicaciones claras y sencillas, como Reed expone que funciona la física de la máquina, cuenta que Albert Einstein alguna vez dijo: “Si no puedes explicarlo con sencillez, no lo has comprendido bien”. La frase parece aplicar bien para la película, pues no parte de lo sencillo a lo complejo, una línea de acción clara que entrelaza a partir de ello, sino que se enreda desde un inicio, creyendo que ello facilitará intriga y dramatismo, pero logrando sin embargo todo lo contrario.

Con un desarrollo apresurado y sin sustento, sin causa y efecto, sin tensión, arriesgue o justificación científica, con un tratamiento irrelevante y sin discurso, con personajes que no son puestos a prueba y a quienes no se les permite evolucionar en su transición de humanos a superhéroes, o por lo menos en sus características como personas (científicos, amigos, compañeros, hermanos), el resultado es un concepto enmarañado, tedioso y difuso que no sabe explicarse, precisamente porque no sabe qué quiere y/o cómo exponerlo y alcanzarlo.

Ficha técnica: Fantastic Four - Los 4 fantásticos

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