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La gran aventura Lego

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

El libre albedrío es la capacidad de elegir, de decidir, sin presiones ni limitaciones por parte de terceros. Se trata de una doctrina filosófica que se sostiene en la capacidad del individuo por entender responsabilidades y consecuencias, derechos y obligaciones, consciente de que su elección es su voluntad propia. No se trata de ir en contra del orden social, sino de trabajar con las personas que nos rodean, bajo las reglas y normas establecidas por la comunidad en que vivimos. Para ello es necesario el trabajo en equipo, para evitar que se caiga en el individualismo extremo o el control totalitario. El ejercicio de la libertad de pensamiento y acción es lo que nos permite construir proyectos de vida y buscar satisfactores, para obtener experiencias vitales y para que nos sucedan cosas que nos otorguen identidad, memoria y vitalidad, ansia de vivir.

Estas temáticas son las que rodean la historia de fondo de la película animada La gran aventura Lego (EUA – Australia - Dinamarca, 2014), escrita y dirigida por Phil Lord y Christopher Miller, contando con la participación de Chris Pratt, Elizabeth Banks, Will Ferrell, Will Arnett, Alison Brie, Charlie Day, Nick Offerman, Liam Neeson y Morgan Freeman, dando voz a los personajes principales.

Basándose en los juguetes de construcción Lego, la película tiene como protagonista a Emmet, un obrero común como el resto de sus semejantes, un hombre ordinario que se verá inmerso en situaciones extraordinarias, lo que lo hará sentirse igualmente especial.

Siguiendo lo que dice una antigua profecía, Emmet se convierte en la pieza clave de la resistencia, un grupo de gente, ‘maestros constructores’, que quieren evitar que el presidente de Ciudad Ladrillo, el Señor Negocios, se convierta en un tirano con su gente, controlando y ordenando todo de la forma que a él mejor le parece y coartando la libertad de sus ciudadanos en el proceso.

Esta llamada resistencia en realidad está en busca de una tapa de pegamento y los ‘maestros constructores’ son personajes que se permiten experimentar con los juguetes, creando e innovando y no forzosamente construyendo tal cual lo dictan las instrucciones; se trata de personalidades destacadas fuera del ordinario común, desde Shakespeare, La Mujer Maravilla, Batman o Gandalf, tal la cultura popular permite a la marca Lego ocupar a estos personajes en su modalidad de juguetes.

El universo de ficción se desarrolla en un imaginario, eco de lo que sucede en el mundo real, que también aparece en la película, en donde un niño juega con las piezas Lego, con las que inventa una serie de mundos también imaginados, combinando los elementos de otros ya preexistentes; en pocas palabras, jugando, ideando, y divirtiéndose a su manera, tal vez rompiendo ciertas reglas, pero a fin de ofrecer nuevas propuestas con sus ideas. Su padre es todo lo contrario, es un hombre estricto que quiere que cada creación realizada siga las instrucciones de manufactura según estipulan los instructivos, negando así su propia originalidad y la de su hijo, asegurándose además de no romper con ese orden que ha estableciendo, afianzando cada ladrillo Lego con pegamento.

El todo en ambos enfoques, dentro de la película, es fácilmente una analogía a temáticas como el orden, la disciplina y la inflexibilidad, en contraposición con ideales como la libertad, la imaginación y la búsqueda de soluciones. Las reglas son necesarias para mantener un orden, pero esto no es limitante del hombre y sus capacidades, en especial en temas como la creatividad, la inventiva y la información.

En la historia, el Señor Negocios explota las reglas hasta convertirlas en mecanismos de control, vigilando a las personas, alimentándolas de contenido mediático distractor que no promueve la libertad de pensamiento, la actividad recreativa, el individualismo o el desarrollo personal, porque de esta forma es más difícil que la gente llegue a cuestionar su entorno, porque en su mundo, seguir las reglas es convertir el ‘status quo’ en un molde jerárquico piramidal donde él se encuentre en la punta y el resto se encuentre por debajo, en masa, en un estado de subyugación gracias a esas reglas ‘de instructivo’. Es la idea de control impuesto por el cumplimiento estricto de normas y leyes, olvidando, con toda intención, que esas normas y leyes han sido acordadas por los mismos ciudadanos y que, por tanto, se pueden modificar si libremente deciden hacerlo.

Para encontrar un balance se requiere de una mente que descubra que a veces las reglas están para romperse, pero en ocasiones, también lo están para seguirse. Ese es Emmet, y aunque eventualmente se entera de que la profecía es un invento creado para hacer sentir bien a alguien, un líder, alguien que con esa idea plantada en la cabeza gane la confianza para ser diferente, sobresaliente y único, él no desiste en predicar la propuesta de que lo realmente importante es el trabajo en equipo. No es que él sea, o no sea, especial, es que todos pueden serlo también. La respuesta no es la de encontrar un héroe único o un grupo de gente ‘elegida’ para salvar a la sociedad, sino de darle la confianza a la gente misma de que debe y puede lograr ese cambio.

“Debes encontrar lo que hay de especial dentro de ti”, le dice a Emmet uno de los otros personajes, una frase que le ayuda a entender que no se trata de ir en contra de la norma, de las reglas y del orden establecido, sino de aceptarlo y descubrir que ese orden y esas reglas no limitan sus decisiones. Para cambiar el mundo lo que se requiere, lo que necesita este protagonista, es aceptar quién es y cómo es, para comenzar a actuar como él mismo y no como los demás lo harían. ¿Qué haría yo? es la pregunta, y la respuesta no es seguir a los demás o hacer lo que los ‘maestros constructores’ harían, pero tampoco es tirar todo lo aprendido a la basura o darle la espalda a lo que se sabe, es fijar un punto medio, que combine ambas cosas, es buscar en la curiosidad y en la imaginación las posibles acciones innovadoras.

Al final, Emmet y sus compañeros descubren que, aunque la leyenda fue inventada, su discurso tiene un mensaje real, la gente es especial, porque sus particularidades las hacen destacar de entre los demás. Lo que hace a Emmet, y a cada individuo, diferente y único, es la forma en que piensan, cómo piensan, lo que hacen y el cómo es que lo hacen; en este caso, inventando, creando y construyendo nuevas cosas a partir de la ya conocido: los bloques de material Lego en el ejercicio narrativo de la película. ¿Qué resultaría de tomar dos piezas que usualmente embonan y combinarlas con otras diferentes, para crear algo nuevo?

Creer en algo, es hacerlo especial. “Lo único que tienes que hacer es creer”, le dicen a Emmet. La idea de una profecía, de un destino, de la posibilidad del cambio, sólo es un empuje idealista, un concepto abstracto que debe ser aterrizado y la única forma de hacerlo es sacarlo de su plano abstracto y convertirlo en acciones. El libre albedrio puesto en acción para promover la resistencia, la rebelión, la originalidad, la creatividad y la inventiva, el pensar fuera del molde sin necesidad de, estrictamente, desecharlo, sino sólo, en cierto nivel, modificarlo y adaptarlo a las nuevas necesidades y circunstancias que se presentan.

Ficha técnica: La gran aventura Lego - The Lego Movie

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