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El Engaño

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

La corrupción consiste en sacar provecho de algo, fuera de aquello para lo que se debe servir. La corrupción deriva del uso malintencionado o del abuso en el ejercicio de poder; es alterar el orden y dañarlo con un propósito egoísta, viciado; el que corrompe sabe que altera la normatividad jurídica al usar artimañas en la consecución de sus fines. Corromper un sistema legal es perjudicar su funcionamiento, pero también a aquellos que se ven inmersos en él, los abogados, las víctimas, los acusados, la policía y hasta la ciudadanía, por una cadena que los entrelaza, el sistema jurídico, que al correlacionarse también perjudica a sus partes cuando una de ellas se ve afectada por la corrupción.

El Engaño (EUA, 2013) presenta una historia donde esta cadena de corrupción se evidencia a través de las experiencias de Cate, una abogada que, tras haber sido suspendida por alcoholismo, regresa a trabajar con el fin de ganar de vuelta la custodia de su hija. El tema es un caso de apelación de una joven acusada de asesinar a otra chica. El juicio inicial fue manejado de manera corrupta por parte de las autoridades, la policía y la fiscalía por igual, mientras que la acusada, por su parte, comparte la información también de una forma conveniente para aparentar el papel de víctima, de haber sido sentenciada injustamente, aprovechando, para ello, precisamente los errores cometidos tras su arresto. La película está escrita y dirigida por Karen Moncrieff, con la participación actoral de Kate Beckinsale, Nick Nolte, Clancy Brown, Anna Anissimova, Mark Pellegrino y James Cromwell.

En la historia, la cadena de corrupción daña al sistema y a todos sus implicados. Cate encuentra, investigando el caso para sustentar su apelación con el fin de liberar a su cliente, que fue fabricado, manufacturado de forma que se acomodara según los intereses de la fiscalía. Testimonios comprados y falsificados además de evidencia no presentada o amañada, en corto, un juicio casi orquestado en el que las pruebas han sido comprometidas. En ese punto, no importa si Lacey, la joven que Cate representa, es culpable o no, el juicio contra ella es inválido, porque está basado en mentiras.

La abogada debe comprobar cómo la evidencia empleada contra la acusada, su defendida, es falsa o fue artificialmente confeccionada, reconstruyendo desde cero todo lo que se presentó durante el juicio, indagando en las mentiras y el cómo se instruyó a los testigos para que dijeran algo específico o cómo la fiscalía trabajó al margen de la ley para incriminar a la chica, tal vez sabiéndola culpable y asegurándose así de que sería condenada. Aplican entonces la vieja sentencia de que el fin justifica los medios, para justificar la corrupción a la que acuden. Un sistema, en este caso, que parece tener que funcionar con mentiras y engaños, violentando derechos humanos para que se haga justicia, dañando así, en el mismo proceso, su credibilidad, e incluso, su validez. El sistema jurídico se muestra incapaz de actuar honesta y éticamente para los fines por los cuales existe, siendo por tanto inútil, ineficiente, para servir a los ciudadanos.

El problema es que en ello, demostrando Cate las fallas por negligencia, abuso de autoridad y obstrucción de justicia, Lacey, la acusada y sentenciada por asesinato, es puesta en libertad. La chica sale de la cárcel porque se comprueba que su juicio está basado en mentiras, en pruebas inventadas o “sembradas”, pero eso no significa que ella no haya cometido el asesinato por el que fue acusada, ello sólo demuestra cómo se corrompió la evidencia con tal de enviarla a la cárcel. De esta manera se distorsiona el problema de fondo, la culpabilidad o inocencia por homicidio, por atentar contra el derecho a la vida, pasando a ser resuelto el juicio de apelación como una simple irregularidad administrativa.

Cate entonces se da cuenta que su propia estrategia legal, con la que cree está haciendo su trabajo de manera correcta, está basada en más mentiras, cuando descubre que Lacey también la ha engañado sobre su arresto y ha decidido pelear la corrupción con la que fue juzgada con más corrupción. Cate, obsesionada en ganar el caso, se olvida de confirmar la versión de Lacey y queda atrapada en las falacias que su defendida inventa para obtener su libertad a toda costa. “Ganamos el caso basándonos en una mentira”, explota la abogada cuando cae de nueva cuenta en un mar de engaños y mentiras que entorpecen la legalidad y sólo provocan que el sistema judicial mismo se siga deteriorando. ¿Cómo pelear por la verdad y lo correcto cuando nadie a su alrededor lo hace, ni permite que ella lo haga tampoco?

“Un juicio es básicamente un concurso de mentiras”, le dice en un punto de la historia el juez que revisa su caso de apelación, aceptando con ello que la táctica de engaño es una forma común de abordar la justicia. Ganar un caso no es comprobar la verdad, es comprobar algo que se haga pasar por la verdad. A veces puede usarse para ganar, a veces para perder; y sirve igual para inculpar a un inocente que a un criminal.

Para Cate la situación debe, eventualmente, dejar de tratarse de ganar o de hacer lo correcto, pero sin caer en más corrupción para lograrlo. Lo que se debe hacer, encuentra ella, es hallar una forma de presionar para que dos negativos hagan un positivo, en este caso, perder el caso de Lacey ayudando a la fiscalía, pero no para mentir de nueva cuenta, sino para presentar la información verdadera, que desmienta las falsedades que la propia Lacey ha dicho.

La estrategia es un conjunto de asociaciones lógicas que la abogada ya había utilizado en su apelación para sacar libre a su cliente. Ahora, para encontrarla culpable del caso de asesinato, por el que ya había ido en primer lugar a la cárcel, debe hacer lo mismo, evidenciar todas las mentiras y huecos de los que las manipulaciones se han aprovechado para crecer. Hay que sostener el caso con la evidencia real, tal como es, sin pulir y sin trastocar, porque por sí misma sustentará los hechos, mientras se les analice y presente con lógica y coherencia, en lugar de con mentiras y engaños, que sólo dañan el proceso legal mismo.

En este caso, como a veces sucede, seguir las reglas tiene sus pros y sus contras, pero lo mismo sucede cuando no se acatan las normas. La ley, la evidencia y el sistema mismo se convierten en un arma de doble filo que puede utilizarse a favor y en contra, según se le afronte y maneje. El dilema es entonces ser capaz de actuar en forma ética, ateniéndose al principio de no dañar a los ciudadanos y sí buscar el buen funcionamiento del sistema jurídico en beneficio de la sociedad.

Ficha técnica: El Engaño - The Trials of Cate McCall

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