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Nada más que la verdad

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

Los principios rigen la conducta de las personas, pues son aquellas reglas de pensamiento y comportamiento que dictan el actuar de la gente. Pelear por un principio, defenderlo, es sostener una postura de pensamiento, siendo fiel a uno mismo y a la educación, ética, honestidad y moral, poniendo a veces a las personas en situaciones de dilema. Así lo vive la protagonista de la película Nada más que la verdad (EUA, 2008), una periodista que se niega a revelar su fuente de información, de donde partió para realizar una investigación más a fondo sobre una mujer que el mundo conoce como una tranquila ama de casa, quien en realidad es una agente de la CIA.

El impacto del reportaje que contiene tal información crece por las implicaciones políticas, pues la agente había viajado a Venezuela para determinar si el país era responsable de un reciente intento de asesinato al Presidente de Estados Unidos; ella determina que no y avisa a sus superiores, pero ellos desechan el informe y atacan al país latinoamericano de cualquier forma.

Los superiores de la agente toman el problema en sus manos e intentan aminorar el asunto enfocándose en la culpabilidad de la periodista, a quien acusan de traición a la patria, pues ella se niega a revelar la identidad de la persona que filtró información secreta, al mismo tiempo que, enfocándose en este acto que consideran de traición, de desacato, que afecta la seguridad nacional, vuelcan la atención pública hacia el caso de la reportera, haciendo que el resto de las personas se olviden de lo verdaderamente importante: el informe de la agente en el que había concluido que el país latinoamericano nada tenía que ver con el ataque al Presidente de Estados Unidos, decidiendo su gobierno, incluso entonces, atacar a Venezuela.

No es el único informe que recibimos, le dicen sus compañeros a la agente de la CIA, pero sólo el tuyo llegó a la conclusión de que Latinoamérica no tenía nada que ver con el intento de asesinato al Presidente. En más de una ocasión el gobierno se excusa de sus acciones y se permite pasar sobre la ley cuando necesario y siempre que cumpla con sus intereses. Por ejemplo, cuando los abogados de la periodista piden que se le perdone ante la ley apelando por la garantías de libertad de expresión y de prensa (la Primer Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos). Pero el fiscal del gobierno pone en la balanza en peso de la Primera Enmienda frente a las cláusulas de los protocolos de Seguridad Nacional, ganando entonces su argumento y negando la libertad a la periodista; su juego es decir que, saber con certeza la fuente que reveló la información secreta es más importante por cuestiones de seguridad nacional, en comparación con la ley de libertad de expresión.

La periodista defiende a su fuente y se niega a revelar la verdad. Su periódico la apoya porque su reportaje es respaldado por otras fuentes que corroboran la información (aunque la misma presión pública haga que con el tiempo dejen de seguir reportando sobre el caso en sus páginas), pero el fiscal del gobierno y el gobierno mismo se niegan a mostrarse satisfechos con saber estos detalles de información e insisten en conocer la identidad de la primera fuente que desató el reportaje. La protagonista insiste, diciendo, lo mismo que su abogado cuando se lleva a cabo el juicio, que la importancia del procedimiento, de apelar por la Primera Enmienda, recae en que la libertad de prensa y de expresión es un principio básico en la vida del hombre, en su propia organización social, convivencia y en el mundo del periodismo. Pelear el caso es pelear por lo que es correcto. Apelar por la libertad no es sólo apelar por ello, sino por los muchos otros casos similares, por los periodistas en su profesión, en su trabajo de investigación y en su compromiso y responsabilidad por informar la verdad con sustento al público y la sociedad.

El gobierno y la agencia de inteligencia (la CIA) entran en un estado de paranoia, en especial creyendo que su organización tiene fallas, toda vez que se ha tenido acceso a la información o ésta misma se ha filtrado de una manera u otra, algo que no se pueden permitir ante el ojo público, que verá entonces las grietas de su propio sistema. En más de una ocasión las propias autoridades de inteligencia acusan a su propia agente de ser la fuente de información de la periodista. La mujer se defiende, señalando la forma como se le puede tratar con sospechas, cuando nada en su historial como agente ha dado indicios de tal actitud. Su gobierno le da la espalda, en especial cuando saben que su esposo ha escrito en repetidas ocasiones cartas contra su presidente, expresando su desacuerdo con algunas decisiones de su gobierno o señalando los errores que ha realizado durante su mandato.

La reportera no puede ceder, porque tiene más de un motivo por el cual luchar, su trabajo y su profesión (que el medio periodístico reconoce a través de una nominación a un premio Pulitzer - ¿ganada por mérito propio o por pura formalidad burocrática?), así como sus propias convicciones y el respeto a sí misma, lo mismo que hacia la identidad de su fuente de información, la hija de la agente de la CIA que inocentemente platicó detalles sobre su madre a la periodista durante un viaje escolar donde ella acompañaba como voluntaria, en la escuela, donde también asiste su propio hijo. La mujer sabe que nunca podrá decir la verdad y que deberá pagar con el peso de las repercusiones, que la llevan a la cárcel por meses, luego años en una segunda condena. Lo que inicia como un caso común de periodistas investigando y eventualmente hablando de información que el gobierno no quiere develar, tal es su trabajo de periodismo, se convierte en una caza de brujas llena de necedad y ambición por el control.

Escrita y dirigida por Rod Lurie, la película cuenta con las actuaciones de Kate Beckinsale, Matt Dillon, Vera Farmiga, David Schwimmer, Angela Bassett, Noah Wyle y Alan Alda. Su trama intercala la realidad que todos sus personajes deben afrontar a partir del reportaje y la información que contiene, ya sea la periodista y su abogado defendiendo los derechos de la profesión, la agente de la CIA enfrentando las consecuencias de sus acciones y el daño colateral que sufre a partir de las acciones de otros, el gobierno, a través de los superiores de la agente y el fiscal que lleva el caso contra la periodista, el periódico para el que trabaja la protagonista y la propia familia de la reportera, viéndose en medio del drama que la separación por el encarcelamiento y juicio de ella, demostrando con ello cómo una pieza de información, importante, relevante, polémica y aparentemente secreta, puede afectar a personas de diferente manera, según interpreten el contenido de la información y le den su propio significado; para la hija de la agente sólo era hablar de su madre, mientras que el gobierno habla de traidores y la periodista habla de derechos, todas consecuencias de un puñado de datos que cada partido maneja y asimila según sus intereses y expectativas. El poder manipulador del gobierno, la libertad de expresión en entredicho, el sistema jurídico y los medios como instrumentos de control y represión, la ética de cada involucrado, las consecuencias que nuestras decisiones tienen en nuestra cotidianidad, todo ello y más en juego, como resultado de la búsqueda de la verdad, o lo que creemos que es la verdad.

Ficha técnica: Nada más que la verdad - Nothing But the Truth

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