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Nace una estrella

Diana Miriam Alcántara Meléndez
Diana Miriam Alcántara Meléndez

El deseo de éxito no siempre significa fama y fortuna, el éxito es un logro, es alcanzar metas, demostrar talento, cumplir planes, trazar expectativas y llegar a ellas después de trabajar por obtenerlas. En el medio del espectáculo, sin embargo, triunfar artísticamente no siempre viene de la mano de, simplemente, logros profesionales, sino que se le adhieren cuestiones personales, monetarias y mediáticas, como desafortunadamente se extiende en la actualidad a la casi totalidad de los quehaceres humanos.

Nace una estrella (EUA, 1954) es la historia de una joven cantante que encuentra oportunidades gracias a su talento y el hombre que, reconociendo ese talento, impulsa su carrera. Esther Blodgett (Judy Garland) se va abriendo camino en el medio artístico cinematográfico mientras Norman Maine (James Mason), una vez un reconocido nombre del medio, ve su decadencia profesional, en especial a causa de problemas de alcoholismo.

La película traza la vida de una mujer en ascenso y las dificultades que la fama le trae en su entorno personal. Esther comienza desde abajo (cuando Norman la escucha cantar ella está cubriendo el puesto de otro cantante en un evento público), viajando con una banda que va de gira e interpretando con su pasión por la música, además de alojar el deseo de cumplir su sueño de éxito, traducido para ella en escucharse en la radio con una popular y conocida melodía. Norman le dice que es una buena cantante, pero que tiene el potencial para ser algo más. Él, acostumbrado a hacer el ridículo en público por su constante estado alcohólico, es enviado lejos por sus publicistas para hacer una película, dejando a Esther sólo con la promesa de querer ayudarla. Ella deja la banda en la cual canta y, aún sin escuchar noticias del actor, decide que no puede regresar al punto donde la encontró Norman, porque con sus palabras le hizo ver algo que nadie había visto en ella: potencial. Es tal mensaje y no las promesas lo que impulsa a la chica a seguir adelante en busca de un mejor futuro, a luchar por alcanzar su sueño y no sólo desearlo.

“Me siento más viva cuando estoy cantando”, dice ella, pero cuando duda por un momento, cuando piensa dos veces si vale la pena arriesgarse, Norman le recuerda que es ese doloroso camino que tuvo que recorrer lo que la ha llevado hasta donde está, o sea, que ha servido su propósito. “Me ha costado tiempo llegar hasta aquí, ahora sólo necesito suerte”, dice ella; el actor le recuerda que son esas experiencias las que la formaron y las que ahora le dan un motivo para buscar esas oportunidades de las que habla, sólo le hace falta reconocerlas.

Una vez que el actor logra que la joven entre a las filas del estudio productor en que él trabaja, es momento de que los productores la noten, en lugar de relegarla a papeles de personajes de extra como tienen acostumbrado hacer. Entonces Esther firma para estelarizar películas y el estudio manda a hacerle un cambio de imagen; y un cambio de nombre de paso, tal cual le sucedió a Norman [nombre real Ernest Gubbens] y a otros actores/actrices del medio, eco de la realidad que existió, y existe, en los estudios productores. Práctica común durante la edad de oro de Hollywood, cuando las productoras cuidaban, más bien controlaban, la imagen pública de su talento actoral imperativamente, con medidas que incluían elegir para sus actores nombres artísticos y someterlos a cambio de apariencia.

El estudio está más preocupado por fabricar una imagen de Esther (a quien llaman Vicky) que en dejarla ser como es en realidad. Norman mira el cabello rubio, maquillaje excesivo y prótesis que llenan la cara de Esther y decide quitar de enfrente toda la parafernalia, luego de que la joven se ha convencido, después de escucharlo repetidamente, de que su cara es imperfecta en todo sentido. “¿Qué diferencia hay de cómo canto si mi cara es horrible?”, reprocha ella. Es como si al medio no le importara quién es Esther en realidad, sino quién puede llegar a ser. Quién pueden ellos hacer que ella sea. Norman sabe cómo opera el estudio productor y sabe que la forma en que ella resalte no es convirtiéndola en otra copia, sino demostrando que su voz, su capacidad de interpretación, no es como la de ninguna otra figura del medio.

Esta realidad se ejemplifica más evidentemente a través del personaje de Matt Libby (Jack Carson), publicista de la productora, encargado de aminorar los escándalos (por ejemplo los episodios de borracho de Norman), de manipular a los medios, de fabricar noticias, de construir imágenes o destruirlas, lo mismo que encargado de aprovechar el poder de convocatoria del ojo público, la popularidad y el alcance de los medios de comunicación como plataforma publicitaria traducida en monetaria, como, por ejemplo, cuando comienza un plan para hacer de la boda de Esther y Norman un evento vistoso, elegante, pomposo y publicitado; situación que provoca que ellos decidan fugarse y casarse en secreto, echando a la borda los planes de Libby para vender la historia, las fotos y las entrevistas exclusivas a diferentes medios con el fin último de generar ganancias para la empresa. Ellos nos necesitan más a nosotros que nosotros a ellos, dice el publicista, en relación a los actores recién casados, sabiendo que los artistas muchas veces funcionan/trabajan de esa manera, a través de la presencia mediática, la fama y el renombre.

Cuando el primer proyecto fílmico en grande de Esther como protagonista pinta para ser un éxito, Norman le dice a ella: “Vas a ser una gran estrella. No dejes que eso te cambie”. El actor podrá resentir con el paso del tiempo el éxito de la joven, que lo ha llevado paralelamente al olvido, pero sabe reconocer que no es por otra razón más que la gracia y capacidad profesional que Esther despliega lo que la lleva hasta esa posición; reconociendo, con sus decisiones hacia el final de la película, cuando ella ha manifestado su deseo por dejar la actuación, para cuidar de él en su recaída al alcoholismo, que ayudarla a triunfar y cumplir sus sueños es lo mejor que ha hecho en su vida. “Eras lo mejor de su vida y él lo sabía”, le dice un amigo a Esther una vez que ella se ha dejado estancar en todo sentido por la pérdida de su esposo.

Después de que Norman busca a Esther para decirle que ella tiene gran talento porque hay algo extra en su interior que la separa del común, el actor comenta: “Ellen Terry dijo que la calidad de estrella era eso, ese pequeño extra”. Ellen Terry (1847-1928) fue una actriz teatral inglesa conocida por sus interpretaciones shakesperianas.

Nominada a seis premios Oscar, incluidos mejor actriz y mejor actor, para Garland y Mason respectivamente, la película es el segundo remake (el primero de 1937 protagonizado por Janet Gaynor y Fredric March, y el tercero de 1976 con Barbra Streisand y Kris Kristofferson) de la historia “What Price Hollywood?” de 1932, dirigida por George Cukor, quien también dirige esta película.

Ficha técnica: A star is born - Nace una estrella

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